martes, 9 de diciembre de 2014

¿Qué quieres de la vida? - Crecimiento personal-espiritual

“Todos los días tenemos la oportunidad que Dios nos brinda, de ir tras nuestros sueños. La diferencia estará en la decisión que tomemos.” 
Muchas personas no saben qué es lo que quieren de la vida. Estas personas no saben donde están ni para donde van. Cualquier camino que tomen les da igual, aunque al final no les gusta lo que encuentran.
El secreto de la vida es tomar buenas y sabias decisiones; a eso se le llama sabiduría, el arte de saber vivir. La decisión que tomes hoy determinará tu mañana.
¿Cómo quieres que sea tu mañana, tu futuro? Depende de la decisión que tomes hoy.
Está  comprobado que la clave del éxito es tomar decisiones claras y definitivas, y la clave del fracaso es no tomar ninguna decisión. Cuando no tomamos decisiones, lo que tenemos es miedo a fracasar. Esperamos que otros tomen la decisión y así, excusarnos de que ellos son los culpables de la situación. Esta historia la hemos escuchado desde el principio; como a Adán y Eva cuando estaban en El Edén y decidieron comer la fruta prohibida, luego él la culpa a ella y ella a la serpiente. Así vamos por la vida, echando la culpa a nuestros padres, cónyuges, maestros, amigos y otros.
Toda nuestra  vida se basa en decisiones. Desde que te levantas hasta que te acuestas estás decidiendo. Por eso los resultados que estás teniendo, son por las decisiones que has tomado. Dios nos dio la libertad de elegir la vida o la muerte, la bendición o la maldición, el éxito o el fracaso, el camino derecho o el torcido. Nadie más puede determinar tu éxito o tu fracaso, tu felicidad o tu desgracia. Tú eres responsable de tu destino.
Ahora bien, si yo no tomo decisiones, otros van a tomarlas por mí  y eso no me va a quitar la responsabilidad de mi destino. Esto puede traer penas, dolor, angustia, ansiedad,  preocupación, estrés, en muy raras ocasiones puede traer algo positivo.
Cuando tomo decisiones tengo ciertas probabilidades de convertirme en un ganador. Alguien que toma decisiones no espera a ver lo que la vida le va a dar, se asegura de ir hacia la vida que quiere, no solo ve el presente sino que también ve el futuro y anticipa sus consecuencias. No busca soluciones a corto plazo, tiene perspectivas a largo.
“El que es sabio e inteligente presta atención y aprende más. “Proverbios 18:15 (TLA)

La mejor manera de adorar a Dios

Una enseñanza que posiblemente nos impacte cuando recibimos a Jesús en el corazón, es la importancia que tiene la adoración una vez estamos en su presencia. No es imaginable lo que supone entrar en la presencia de Dios alabándole, expresándole cuánto lo amamos, demostrándole cuánto dependemos de Él. Mirando hacia atrás en el tiempo cuando no lo conocíamos, podemos ver de inmediato, la diferencia que existe entre lo que antes teníamos sin Él, que no era más que una simple religión, a lo que ahora tenemos, una relación verdaderamente llena de experiencias transformadoras.
El Espíritu Santo nos lleva a comprender que existen diversas formas de adorar al Señor. Pero ante todo, nos hace entender que adorar a Dios no es una cuestión de métodos, pues adorar a Dios no es una elección, es un acto de obediencia, de reconocimiento y de respeto hacia Él en todo momento:
1.      Adoro a Dios cuando todo lo que soy lo dispongo ante Él: Es triste saber que aún existen personas que no saben quiénes son, de dónde vienen y hacia dónde van, cuando basta solo con reconocer a Dios a través de su Hijo Jesucristo, quien dio su vida por todos nosotros para darnos la vida. 
Pero lo que genera aún mayor desconsuelo, es ver como la mayoría de las personas a las que se les preguntan si creen en Dios, automáticamente su respuesta es sí, pero luego la realidad es otra; ni siquiera están seguros de qué son, es más, muchos no reconocen a Jesús como su Salvador. Entonces, ¿cómo es posible que se atrevan a decir que sí creen en Dios? 
Dicen creer en Él pero nunca leen su palabra y prefieren dejarse llevar por enseñanzas tradicionales, metódicas o religiosas, que han adoptado de la sociedad como “doctrina santa”, cuando ésta nada tiene que ver con la doctrina que Jesús nos dejó como herencia en su legado, en “la palabra de Dios, la Biblia, el Antiguo y el Nuevo Testamento”. Si no leen la palabra de Dios, ¿cómo pueden estar seguros de que están cumpliendo su Voluntad y que realmente es a Él a quien están adorando?. 
Antes de nada, no se trata solo de leer la palabra de Dios, pues quien lea la palabra de Dios sin la dirección del Espíritu Santo no está consiguiendo gran cosa, ya que todas las interpretaciones serían meramente humanas, y el Señor no nos dejó la palabra de Dios para alimentar la razón del hombre, sino para alimentar el Espíritu.
Toda la Palabra trata de Dios, Él es la razón de nuestra existencia, de nuestra adoración, entonces... ¿cómo vamos a adorar a Dios, si no lo conocemos?, ¿acaso tú puedes amar a alguien que no conoces?, es imposible. Existen muchas personas adorando algo o a alguien que creen que es Dios, pero no es así, no son conscientes de que cualquier adoración que no se ofrece al Señor, es ofrecida al enemigo, “Satanás”. La adoración no es una simple intención, la adoración se debe hacer con verdadera conciencia espiritual, porque es un momento sublime en el que estás agradando al Señor; entonces, ¿por qué no cerciorase a quién se le está adorando realmente? Si eres uno de los que quiere descubrir la verdad, es fácil, entrégale tu vida a Jesucristo, dile que te dé su Espíritu Santo y que sea Él quien te ayude a descubrir sus más preciados misterios.
La primera manera de adorar a Dios, es amándolo con todo nuestro ser, pero para poder amarlo tenemos que reconocer quién es Él; una vez tengamos esta maravillosa revelación, lo podremos adorar con todo lo que somos, con todo lo que tenemos, con todo lo que nos rodea, todo es de Él, vivimos por y para Él; la adoración a Dios es el propósito de nuestra existencia.
“Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento” Marcos 12:30 (Reina Valera 1960).
2.      Adoro a Dios cuando me amo a mí mismo: Aún teniendo a Jesús en sus vidas, existen cristianos que se menosprecian a sí mismos. Pero Dios nos hizo, somos suyos, somos hechos a su imagen y semejanza, somos redimidos por Cristo Jesús, somos justos por su gracia, somos real sacerdocio, pueblo adquirido por Dios. Cuando dudamos de lo que somos, cuando nos rechazamos a nosotros mismos, estamos blasfemando la obra que Dios hizo de nosotros, estamos blasfemando su Santo Nombre.
“Fue así como Dios creó al ser humano tal y como es Dios. Lo creó a su semejanza. Creó al hombre y a la mujer”. Génesis 1:27 (Traducción Lenguaje Actual).
Una de las maneras en que adoramos a Dios, es primeramente, reconociendo que somos obras perfectas hechas por Él mismo, que somos el reflejo de lo que es Él, y por ello debemos sentirnos felices y orgullosos del linaje que llevamos, pues no pertenecemos a cualquier raza, somos nada más y nada menos que linaje escogido por Dios, somos coherederos con Cristo Jesús, somos obra hecha por Él. Entonces, es hora de que comprendamos nuestra situación, es hora de que le demos valor al título que tenemos como “hijos de Dios”.
3.      Adoro a Dios cuando amo a los demás: Sí, somos hechos a semejanza de Dios, y cuando fuimos adoptados como hijos suyos mediante Jesucristo, nos debimos haber investido de su Espíritu Santo, quien nos ayudará a dejar atrás lo que éramos sin Él. “Con respecto a la vida que antes llevaban, se les enseñó que debían quitarse el ropaje de la vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos engañosos; ser renovados en la actitud de su mente; y ponerse el ropaje de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios, en verdadera justicia y santidad”. Efesios 4:22-24 (Nueva Versión Internacional).

La Muerte de Sentido Común - Reflexiones

Hoy lamentamos la partida de un querido y viejo amigo, el Sr. Sentido Común.
El  Sr. Sentido Común había estado con nosotros muchos años. Nadie sabe lo viejo que era ya que su registro de nacimiento se perdió hace tiempo, en medio de las reglas burocráticas.
Siempre será recordado por haber cultivado lecciones tan valiosas como el saber cuándo entrar y resguardarse de la lluvia, el por qué el ave tempranera se lleva la lombriz y por qué la vida no siempre es justa.
Sentido Común vivió de acuerdo a políticas financieras sencillas y sólidas (no gastes más de lo que ganes) y estrategias fiables para la crianza de los hijos (los adultos y no los niños tienen el control).
Pero su salud comenzó a deteriorarse rápidamente, cuando se implementaron regulaciones bienintencionadas pero avasalladoras.
Informes de un niño de seis años acusado de acoso sexual por besar a una compañerita; adolescentes suspendidos en el colegio por usar enjuague bucal para echar a los compañeros después del almuerzo, y el despido de una maestra por regañar a un estudiante mal comportado, acabaron por empeorar su condición.
El  Sr. Sentido Común empeoró aún más cuando se requirió por los colegios, obtener el consentimiento paterno para administrarle una aspirina a un estudiante, pero no para informarles cuando una estudiante quedó embarazada y quería practicarse un aborto.
Finalmente, Sentido Común perdió su voluntad de vivir cuando los Diez Mandamientos fueron proscritos; cuando entonces, las iglesias se convirtieron en negocios, y a los criminales se les brindó mejor trato que a sus víctimas.
Sentido Común finalmente, entregó el espíritu cuando una mujer no se percató de que una taza de café humeante estaba caliente, derramó un poco en su regazo y a raíz de ello, le fue adjudicada una enorme suma de dinero por la Corte.
SENTIDO COMÚN había sido precedido en partir por sus padres, VERDAD y su esposa DISCRECIÓN; su hermana, RESPONSABILIDAD; y su hijo, RAZÓN. Le sobreviven sus dos hermanastros: MIS DERECHOS y PEPITO QUEJÓN.
Pocos asistieron a su funeral ya que muy pocos se dieron cuenta de su partida.

Cómo Identificar Tu Llamado

llama de fuego“¿QUIÉN ERES?…” (Juan 1:22)
Cuando le preguntaron a Juan el Bautista:“¿Quién eres?”, su respuesta fue: “Yo soy ‘la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor’…” (Juan 1:23). Después de seguir a Juan durante un tiempo, sus discípulos lo dejaron para seguir a Cristo. Pero eso no le importó, porque sabía cuál era su llamado. ¿Lo sabes tú? Podrás seguir “probando cosas” durante un tiempo, pero llegará el día en que tendrás que cerciorarte del llamamiento de Dios para tu vida y entregarte de lleno a ello. 
Se cree que Pablo no era un gran orador: “Me acerqué a ustedes… con timidez y temblor… mi mensaje y mi predicación fueron muy sencillos…” (1 Corintios 2:3-4 NTV)Pero lo que le faltaba como orador lo compensaba con creces como escritor. En efecto, escribió la palabra inspirada por Dios para que otros pudieran predicarla.

No fue un sueño

En aquel tiempo, el rey Herodes Agripa comenzó a perseguir a algunos creyentes de la Iglesia e incluso, mandó a matar a espada al apóstol Santiago. Cuando vio cuánto le agradó al pueblo judío esto, también arrestó a Pedro. Después lo metió en la cárcel y lo puso bajo la vigilancia de cuatro escuadrones de cuatro soldados cada uno. Herodes tenía pensado llevar a Pedro a juicio público después de la Pascua, pero mientras permanecía en la cárcel, la iglesia oraba fervientemente por él.
La noche antes de ser sometido a juicio, Pedro dormía sujetado con dos cadenas entre dos soldados. Otros hacían guardia junto a la puerta de la prisión. De repente, una luz intensa iluminó la celda y un ángel del Señor se puso frente a Pedro. El ángel lo golpeó en el costado para despertarlo y le dijo: “¡Rápido! ¡Levántate!”, y las cadenas cayeron de sus muñecas. Después, el ángel le dijo: “Vístete y ponte tus sandalias”. Pedro lo hizo, y el ángel le ordenó: “Ahora ponte tu abrigo y sígueme”.
Así es que, Pedro salió de la celda y siguió al ángel, pero pensaba que todo era una visión; no se daba cuenta de que en verdad eso estaba sucediendo. Pasaron el primer puesto de guardia, luego el segundo hasta llegar a la puerta de hierro que llevaba a la ciudad, la misma que se abrió por sí sola frente a ellos. La cruzaron y empezaron a caminar por la calle y de pronto, el ángel lo dejó.
Finalmente, Pedro se percató de que no era un sueño, era real. “¡De veras es cierto! -dijo-. ¡El Señor envió a su ángel y me salvó de Herodes y de lo que los líderes judíos tenían pensado hacerme!”