miércoles, 24 de enero de 2018

Escalando las montañas de la vida

Son las cosas sencillas de la vida las que me agradan, pero no siempre fue así, no siempre fue fácil. Hubo un tiempo en mi vida en el que todo se veía oscuro. Fue un tiempo en el que mis hijos eran la única fuente de luz en mi vida.
Estaba desilusionada conmigo misma por descender a un nivel tan profundo de mi mente, y el creciente resentimiento interno que sentía solo hacía más deprimente cada día.
Resultado de imagen de Escalando las montañas de la vidaEscapando de mi propia realidad, tomé refugio en las historias que escribía creando y  creando otras nuevas, y durmiendo como un personaje, imaginado, con una vida muchísimo mejor que la mía. Estaba atrapada dentro de las fronteras que yo misma había creado, impidiéndole a ciertos sentimientos, exceptuando la conmiseración propia y la desilusión, residir y crecer libremente.
Puede sonar un poco dramático para aquellos que, suficientemente afortunados, nunca han experimentado la desesperación interior.
Desafortunadamente, la mayoría de la gente se identifica con lo muy difícil que puede ser escalar el pico de la depresión, especialmente si han estado residiendo al pie de la montaña por algún tiempo. Pero con cada minuto, con cada hora y con cada día que permanecemos quietos, tenemos una tendencia mayor a sentirnos acomodados a esos límites.
La montaña entonces, viene a ser parte de nuestro escenario habitual, y la jornada que deberíamos viajar para llegar a nuestro destino es pospuesta o, peor aún, no conquistada nunca.

¿Cómo se le ocurre?

Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús (Filipenses 4:19).
Resultado de imagen de el Señor proveeráCuando un turista perdió su teléfono móvil en la playa, pensó que no lo volvería a ver. Sin embargo, a la semana siguiente, un pescador lo llamó. Había encontrado el teléfono que, tras secarse, seguía funcionando, ¡en un bacalao de unos once kilos!
La vida está llena de historias insólitas, y en la Biblia encontramos varias. Un día, un recaudador de impuestos se acercó a Pedro y le preguntó: «¿Su maestro no paga el impuesto del templo?» (Mateo 17:24 NVI). Jesús convirtió esta situación en un momento aleccionador al explicarle a Pedro su rol como Rey. Los hijos de un rey no pagaban impuestos, y el Señor dejó claro que ni Él ni sus hijos debían impuestos al templo (versos 25-26). Pero, «para no ofenderles» (verso 27), le dijo a Pedro que fuera a pescar (esta es la parte insólita de la historia). Pedro encontró una moneda en el primer pez que pescó.
¿Cómo se le ocurre intervenir así a Jesús? Mejor dicho: Nadie mejor que Jesús para intervenir, ya que Él es el verdadero Rey… aunque muchos no lo reconozcan así. Pero cuando aceptamos a Jesús como Salvador, nos convertimos en hijos de Dios.
La vida será exigente con nosotros, pero el Señor proveerá lo que necesitemos. «Cuando pescamos para nuestro Padre, dependemos de su provisión».
Señor, gracias por proveer todo lo necesario.
¡Somos hijos del Rey!

El valor de su vida

Texto base: Mateo 13:45-46
La vida, además de su complejidad, supone afrontar un reto constante que nos ayuda a ser maduros y a entender que las cosas no son del todo sencillas. Pero nosotros tenemos la esperanza de que Jesús es quien nos guía, puesto que Él es nuestro camino (Juan 14:6).
Ante todo debemos tener claro lo valiosos que somos a pesar de que el panorama en nuestra vida pueda verse gris.
Jesús nos da una parábola sencilla y hermosa del valor que tenemos y de todo lo que poseemos por ser llamados hijos de Dios, al aceptarlo a Él como salvador (Juan 1:12).
¿Y por qué somos tan valiosos?
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Jesús dice que el reino de Dios es como un mercader que buscaba buenas perlas. Mateo 13;45 ¿Considera que usted escogió a Jesús en su vida o que Él le escogió a usted? Vamos a ver: Usted fue elegido; porque usted ha decidido recibir el regalo de ser hijo de Dios, pero en cierta medida esta parábola muestra con claridad, el deseo de Jesús por adquirirlo a usted como posesión suya.
El mercader en la parábola representa a Jesús. De esta manera entenderemos por qué nos busca.
La primera razón: Un mercader de Joyas se preocupa por tener las mejores adquisiciones, porque en su búsqueda puede invertir toda su vida. ¡Toda su vida buscando una joya!, Jesús, ciertamente, dio más que su tiempo, ya que Él es nuestro buen pastor (Juan 10:11).
La segunda razón: El mercader arriesga su vida y su patrimonio por proteger su tesoro. En el versículo 46 del texto base nos indica que él al encontrar una perla muy valiosa vendió todo lo que tenía y la compró. Siendo tan valiosa, hay peligro de que este mercader sea asaltado por el ladrón para obtenerla (Juan 10:10); y con cuidado la lleva por donde no corra peligro de perderla. Así es Jesús con nosotros; Él nos lleva por lugares donde no corramos el riesgo de perdernos, pero esto depende de nuestro amor y obediencia, ya que Jesús vino a darnos vida y vida en abundancia.

¿Qué significa Somos Más que Vencedores?

Después de leer todo el capítulo 8 del libro de Romanos, y al llegar a los versos 37 al 39: "Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro... podemos ver un claro testimonio de que los que vivimos el evangelio de nuestro Señor no tenemos una vida fácil en este mundo, y por eso exclamó el escritor a los Hebreos, extranjeros y peregrinos somos en esta tierra. (11:13). Sin embargo, detengámonos un momento en esa expresión: "Somos Más que Vencedores".

¿Por qué Somos Más que Vencedores?, ¿Qué significa esto?

Naturalmente, cualquiera podría pensar que la expresión: "Somos Más que Vencedores", se trataría de una promesa de victoria tras victoria, sin que veamos la caída. Que se trata de un continuo ejercicio de ganar, ganar y ganar.... Pero la realidad es que esto no es así. Necesitamos encontrarnos en nuestro camino como peregrinos, en debilidades, errores, enfermedades, engaños, decepciones, depresiones, ansiedades, tristezas, entre otras. Entonces, cabe hacerse otra pregunta, ¿Hay algo más que ser vencedor?, Si ya llegamos al premio final ¿Qué más se puede hacer? Quizá alguno pensará que mantenerse en la victoria es ser más que vencedor, que ganar una vez se puede lograr pero mantenerse constantemente no es nada fácil, y por ello es que somos más que vencedores... Simplemente, no es este el significado del verso.

¿Cuál es entonces? Vamos a ver: Leamos el capítulo nuevamente; el Apóstol habla de condenaciones, pecado y muerte, debilidades, nuestra vida carnal, enemistades, desagradar a Dios, esclavitud; y continúa hablando de nuestra vida cambiada por el Hijo de Dios, que nos libera de la corrupción que está en nuestros cuerpos, y que así como Él entregó todo por nosotros, así debemos nosotros participar en ello. Después continúa hablándonos de que seremos acusados, condenados, atribulados, angustiados, perseguidos, padeceremos hambre, desnudez, pobreza, peligros, seremos mutilados, atormentados, torturados (30- 36). Entonces, esto no tiene nada que ver con victorias, de victorias tras victorias, ¿no? ¡Claro que no!

Continúa diciendo, en el verso 38, que nada nos separará del amor de Cristo, ni la muerte, ni ángeles, ni potestades, ni lo presente, ni algo alto o profundo, oscuro o solo. Por eso aclara completamente en el verso 37, ante todas estas cosas somos más que vencedores. Aunque parece que estamos perdiendo, nosotros ya hemos obtenido la victoria por la obra en la Cruz del Calvario.