viernes, 27 de junio de 2014

El placer de servir

Toda la naturaleza es un anhelo de servicio. Sirve la nube, sirve el viento, sirve el surco. 
Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú; donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú; donde haya un esfuerzo que todos esquivan, acéptalo tú. 
Sé el que aparta la piedra del camino, el odio entre los corazones y las dificultades del problema. Hay una alegría en ser sano y en ser justo, pero hay, sobre todo, la hermosa, la inmensa alegría de servir. 
Qué triste sería el mundo si todo estuviera hecho, si no hubiera un rosal que plantar, una tarea que emprender. Que no te llamen solamente para los trabajos fáciles ¡Es muy bello hacer lo que otros eluden! Pero no caigas en el error de que solo se hace méritos con los grandes trabajos; hay pequeños servicios que son buenos servicios: ordenar una mesa, ordenar unos libros, peinar una niña. Aquel que critica, es el que destruye, sé tú el que sirve. 

Servir no es tarea de seres inferiores. Dios, que da el fruto y la luz, sirve. Podría llamarse así: Dios, “El que Sirve”. Y tiene sus ojos fijos en nuestras manos y nos pregunta cada día: ¿Tú serviste hoy? ¿A quién? ¿Al árbol, a tu amigo, a tu madre?

¡Vamos!…, vamos servir en aquello para lo que Dios nos llama. Pero no podremos servir con debilidad espiritual ni con un liderazgo inútil. 
• ¿Tienes claro el propósito de Dios para tu vida? 
• ¿Qué motiva tu servicio? 
• Si analizas tu ministerio ¿logras determinar si eres servido o estás sirviendo?


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