Cita bíblica: Génesis 45.1-8. José se da a conocer a sus hermanos
Todos hemos leído sobre la vida de José el hijo de Jacob, un personaje que en la historia del pueblo de Israel juega un papel muy importante. Quien siendo aún un jovencito fue vendido a unos mercaderes, para que estos a su vez lo vendieran a Potifar, trabajador de Faraón. José había sido elegido por Dios para que lo sirviera, pero para que eso sucediera era necesario que quebrantara su orgullo y vanidad; él sentía que era el privilegiado de su padre, y en muchas ocasiones humilló a sus hermanos porque sabía que tenía un gran don que Dios le había otorgado.
Lo que paso con él no fue ninguna casualidad, ya que Dios había dispuesto que lo sirviera, pero aún no estaba preparado para asumir esa responsabilidad, y tampoco sabía de qué manera Dios lo usaría para su propósito. Por ello fue enviado a la “escuela de Dios”, es decir, al desierto (a las pruebas) para que fuera fortalecido, así como para que adquiriera experiencia en todas las circunstancias que habría de pasar. Este proceso no fue nada fácil, por el contrario tuvo que pasar momentos angustiosos, desesperantes, de añoranza y sobre todo de coraje contra aquellos (sus hermanos), que lo habían vendido sin importarles la suerte que correría; ¿esta circunstancia fue accidental? ¡NO! De ninguna manera, todo esto formaba parte de los planes de Dios; su plan era que tanto José como toda su familia pasara por todo esto para que se cumpliera el propósito y la voluntad del Señor (voluntad buena, agradable y perfecta). Quizá, en su momento, tanto José como su padre y sus hermanos no entendieron por qué razón Dios estaba permitiendo que así se dieran las cosas, sabedores que ellos eran herederos de la bendición del padre Abraham.