domingo, 16 de agosto de 2020

Yo me quedo con mi Cristo

Juan 6:65-71 «Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre. 66 Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. 67 Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? 68 Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. 69 Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. 70 Jesús les respondió: ¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo? 71 Hablaba de Judas Iscariote, hijo de Simón; porque éste era el que le iba a entregar, y era uno de los doce.«
Comentar RD: "YO ME QUEDO"“YO ME QUEDO CON JESUCRISTO”. Esa fue la decisión que tomó el apóstol Pedro. Esa misma decisión es la que debemos tomar los seres humanos; pero lamentablemente muchos se dejan distraer por las novedades que se ofrecen a diario, y se apartan del único que les puede dar la vida; por lo tanto yo también tomo la misma decisión de Pedro, “YO ME QUEDO CON JESUCRISTO”, porque:
1. Nadie puede darme la Vida Eterna y la Salvación de mi alma, solamente Cristo:
Juan 5:24 «De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.«
Hechos 4:12 «Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.«
1 Juan 5:11-12 «Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. 12 El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.«
A. Por lo tanto, sería absurdo que intentáramos buscar la salvación por otros medios.
B. En consecuencia, sería ilógico que pusiéramos nuestra esperanza en alguien más. Además de darme la Vida Eterna y la Salvación de mi alma,

2. Me da también la seguridad de la misma:

1 Juan 5:13 «Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.«
2 Timoteo 1:12 «Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día.«
A. Por lo tanto, tener dudas de mi salvación sería dudar de lo que Cristo dijo.
B. Sería algo así como, no darle crédito a lo que los apóstoles dijeron.

3. Es el único que me ofrece una verdadera nueva vida.

2 Corintios 5:17 «De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.«
Filemón 1:15-16 «Porque quizás para esto se apartó de ti por algún tiempo, para que le recibieses para siempre; 16 no ya como esclavo, sino como más que esclavo, como hermano amado, mayormente para mí, pero cuánto más para ti, tanto en la carne como en el Señor
A. Por lo tanto, otra forma de querer cambiar de vida, nos resulta vana.
B. Los cambios no los decimos, la gente los observa en nosotros.
C. Usted y yo somos esa prueba.
D. Los que hemos conocido a Cristo, ya no somos iguales.
E. Los que hemos conocido a Cristo jamás seremos como fuimos.
Por eso me quedo con Cristo; aunque las cosas evolucionen. Por eso prefiero a Cristo; aunque aparezcan nuevas ofertas. Porque lo que me era imposible de hacer, a través de Él ¡se ha hecho posible!
¿A quién iremos? Solo tienes palabras de vida eterna.


La avaricia

Lucas 12.15 “Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”.
La avariciaEste pecado (enfermedad) consiste en el afán desmedido por adquirir y atesorar riquezas materiales, con el único objetivo de ser reconocido por la sociedad. Jesús ya lo menciona en este libro, y añade que la vida del hombre no consiste en la abundancia de bienes, ya que eso únicamente es pasajero o temporal, que puede permanecer o incrementarse, o bien desaparecer de un momento a otro, porque toda la riqueza del hombre no consiste en ella, sino en lo que posee en su interior. 
El libro de Proverbios 28.22 bien lo dice: “Se apresura a ser rico el avaro, y no se da cuenta que le ha de venir pobreza”. Los afanes en general no llevan a ningún lado, ya que se apuesta muchas veces a ganar y en la mayoría de los casos se pierde; este tipo de “vida” es en suma demasiado estresante, ya que la persona tiene la mente y la mirada puestas solamente en ver la forma de incrementar los bienes que posee (su entorno no cuenta, o no tiene ninguna importancia ya que su mente se encuentra embotada en su obsesión), porque si no lo logra puede producir en él una frustración, que puede provocar una crisis en su estado emocional y en su organismo en general, que en su gran mayoría conllevan a la muerte. Aunque es bien cierto que todos en la vida anhelamos llevar una vida cómoda, segura, y que procuramos darles a nuestros hijos lo mejor (sobre todo si se proviene de una familia humilde, con carencias, donde se hubo de sacrificar muchas cosas para lograr una meta o sueño), para que no tengan que pasar por todas las vicisitudes por las cuales pasamos; sin embargo, esto no significa que se tenga que vivir inmerso en este deseo malsano de la avaricia, intentando a toda costa poseer cada día más y más, dejando de lado todo (incluyendo a la familia), perdiéndose lo mejor que Dios nos ha dado… ¡el gusto por vivir, hermano! 

Ojos eternos

No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven, pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas. 2 Corintios 4:18
Ojos eternos; esto es lo que mi amiga Madeline pide en oración que tengan sus hijos y nietos. Su familia atravesó un período difícil que terminó con la muerte de su hija. Ante esa horrorosa pérdida, Madeline anhela que su familia no pierda la visión, consumida por el dolor de este mundo, sino que vea cada vez más allá, a la esperanza en nuestro Dios amoroso.

Pablo y sus colaboradores experimentaron un gran sufrimiento a manos de sus perseguidores e incluso de creyentes que trataban de desacreditarlos. No obstante, tenían sus ojos fijos en la eternidad. Con valentía, el apóstol admitía que «no (miraban) las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas» (2 Corintios 4:18).
Aunque hacían la obra de Dios, estaban atribulados en todo, pero no angustiados; en apuros, pero no desesperados; perseguidos, pero no desamparados; derribados, pero no destruidos. (vv. 8-9). ¿No podría Dios haberlos librado de todo eso? Pero en lugar de desanimarse, Pablo edificó su esperanza en el «eterno peso de gloria» (v. 17). Sabía que el poder de Dios obraba en él y estaba seguro de que «el que resucitó al Señor Jesús, a nosotros también nos resucitará» (v. 14).
Cuando sentimos que nuestro mundo se tambalea, fijemos nuestros ojos en Dios, la Roca eterna que nunca será destruida.
Dios, que pueda ver la seguridad que tengo en ti.