lunes, 13 de enero de 2020

Nacidos del Espíritu

Jesús nos dice en su Palabra, que ser como un niño es un requisito para entrar al Reino de Dios, y que los misterios del Reino solo son revelados a los niños. ¿Entiende que esto, lejos de ser una frase de cajón, es una necesidad de todo cristiano?
Esta aclaración viene a cuento porque leyendo un fragmento de Hechos 1, donde Jesús les decía a los discípulos que iban a ser bautizados por el Espíritu Santo, una curiosidad sana (más que sana necesaria) surge para entender, verdaderamente, qué significaba esta afirmación. Muchas veces nosotros solo estamos buscando el poder de Dios de hacer milagros para satisfacer nuestro ego y deseo de superioridad; pero no nos damos cuenta que la vida en el Espíritu Santo es mucho más que eso, y que el Poder solo es consecuencia de una vida de comunión con Él.
Desenterremos los maravillosos misterios que Dios tiene, para enseñarnos siendo "Nacidos del Espíritu":
1.     Un nuevo nacimiento:
Si es usted un cristiano que lleva muchos años conociendo el evangelio, seguramente habrá leído y estudiado muchísimas veces acerca de este tema. ¿Realmente sabe lo qué significa? ¿Ha nacido usted de nuevo? ¿Sabe lo que significa ser un hijo de Dios? ¿Vive usted de acuerdo a la carne o de acuerdo al Espíritu?
En el versículo 3 de Juan 3;1-15, Jesús le dice a Nicodemo, gran maestro de la ley que sabía mucho de la Biblia y de Dios, que tenía que nacer de nuevo para ver el Reino de Dios. Paradójicamente, Nicodemo no entendía a lo que Jesús se refería y pensaba que era una locura, ya que no puedes entrar por segunda vez al vientre de tu madre y nacer por segunda vez. Pero Jesús no se refería a esta clase de nacimiento, sino al nacimiento de agua y del Espíritu.
Bautizar significa sumergir o lavar. Y recordemos que Juan el bautista en su predicación, dijo que vendría alguien que bautizaría con Espíritu Santo y fuego. Los elementos agua y fuego son relacionados con las palabras Espíritu Santo y bautismo en muchas ocasiones ¿Qué relación tienen?
En el Antiguo Testamento, tanto el fuego como el agua eran representación del Espíritu Santo; recordemos, por ejemplo, el texto de Ezequiel de las aguas salutíferas o el fuego que alumbraba en el candelero de oro. Estos símbolos representan pureza, son símbolos de la obra que Dios hace en nuestros corazones para lavarnos y limpiarnos de toda maldad; el fuego representa la obra del Espíritu Santo, quemando aquellas cosas de nuestras vidas que no son agradables a Dios, aunque esto pueda doler por un tiempo; el agua representa la obra del Espíritu Santo, limpiando nuestras maldades y regenerando nuestro ser.
Esto es, precisamente, a lo que Jesús se refiere cuando habla de bautismo y de nuevo nacimiento, y también cuando nos ordena ser como niños; también es la razón por la cual dijo que más valía para nosotros, que se fuera para enviarnos al Consolador. Cuando dejamos que Dios actúe de esta forma en nuestras vidas, el resultado final es que volvemos a nacer, nos convertimos en nuevos seres regenerados por Dios, útiles para mostrar su amor al mundo; y plenamente libres para confiar en sus promesas y disfrutar de su amor; nos convertimos en nuevos seres que no viven en la carne sino en el Espíritu.
Te damos gracias Dios, por tu infinita bondad y misericordia, pues nos permites entender los grandes misterios de tu verdad; te pedimos que hagas esta obra en nuestras vidas, y depositamos toda nuestra fe en ti.

La joya más preciada, mi testimonio personal

Hechos 1:8 “pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”.
En el momento en que una persona recibe a Cristo en su corazón, el creyente percibe que tiene una joya sumamente útil y preciada, su testimonio personal. Dios le ha dejado en sus manos esta hermosa joya para que la utilice en llevar a otros a los pies de Cristo.
Es entonces cuando el creyente es testigo de algo que acaba de suceder en su vida (Hechos 5:32), y no tan solo su misma persona sino también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que lo obedecen. Pero ¿de qué es testigo el creyente?
Resultado de imagen de La joya más preciada, mi testimonio personalEn Hechos 1:22 se nos menciona el ser testigo de la resurrección de Cristo. Cuando le compartes a una persona que Cristo entró a tu corazón y que cambió tu vida, le estás diciendo que Cristo no está muerto, sino que está vivo y estás siendo testigo de su resurrección (Colosenses 3:1).
No hay nada más valioso que lo que Cristo ha hecho y ha transformado dentro de ti, por lo que tu testimonio personal es de gran valor, único y muy útil al Señor Jesús. El mundo te podrá rebatir cuando les hables de Cristo, de la creación, de la Biblia, pero callarán ante la experiencia real que tuviste cuando invitaste a recibir a Cristo.
Lo que expresa una persona que Cristo ha hecho en uno, ese momento, a eso se le llama testificar. Es importante tener cuidado en no permitir que ni el mundo, satanás o la antigua naturaleza carnal, robe tu testimonio personal de Cristo.

Señor de los… ¿clavos?

Dios es el que me ciñe de poder, y quien hace perfecto mi camino. Salmo 18;32.
Estaba entrando en mi coche, cuando el destello me llamó la atención: un clavo hundido en el costado de la rueda trasera. Traté de oír si el aire salía. Felizmente, el agujero estaba tapado; al menos, por el momento.
Mientras conducía hacia el taller de neumáticos, me pregunté: ¿Cuánto habrá estado allí ese clavo? ¿Días? ¿Semanas? ¿Cuánto tiempo estuve protegido del peligro, sin ni siquiera saber que existía?

A veces, podemos vivir suponiendo que tenemos todo bajo control. Pero ese clavo me recordó que no.
No obstante, cuando la vida parece fuera de control e inestable, tenemos un Dios en quien podemos confiar. En el Salmo 18, David lo alaba por su presencia sustentadora y por cuidarnos (versos 34-35), y confiesa: Dios es el que me reviste de poder y quien hace perfecto mi camino. Ensanchaste mis pasos debajo de mí, y mis pies no han resbalado (versos 32 y 36).

Personalmente, no soy de ir al combate como David; más bien, trato de evitar los riesgos innecesarios. Aun así, mi vida suele ser caótica, pero puedo descansar en saber que aunque Dios no promete evitarnos todas las dificultades, siempre sabe dónde estoy, adónde estoy yendo y con qué me encontraré. Él es el Señor de todo… aun de los "clavos" en nuestras vidas. 
Padre, te pido que recuerde siempre que conoces cada paso que tomo, y que confíe en tu ayuda para los posibles problemas que enfrente hoy.
¿Cuándo te protegió Dios de algo que ni siquiera sabías? ¿Cómo guardó tu camino y te ayudó a evitar el peligro?