martes, 28 de agosto de 2018

Un Hijo

Roy Popkin cuenta la historia real de un anciano que perdió el conocimiento en una calle de Brooklyn y lo llevaron de emergencia a un hospital.
Después de hacer algunas indagaciones, una enfermera del lugar pareció localizar al hijo del anciano, un marino que trabajaba en otra ciudad.
Imagen relacionadaCuando el marino llegó al hospital, la enfermera le dijo al anciano:
“Su hijo está aquí”. El pobre anciano, sedado por tanta medicina, levantó su brazo tembloroso. El marino tomó su mano y la tuvo entre las suyas durante varias horas.
De vez en cuando, la enfermera le sugería al marino que se tomara un descanso, pero él rehusaba.
Cerca de la madrugada, el anciano falleció. Cuando murió, el marino le preguntó a la enfermera: ¿Quién era ese hombre?
La enfermera le dijo: ¿no era su padre?
No, dijo el marino, “pero vi que se estaba muriendo y en ese momento él necesitaba un hijo desesperadamente, y por eso me quedé”.
¿Cuando fue la ultima vez que hice algo extraordinario simplemente porque una persona me necesitaba?
Lucas 22,27
Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve.

“Carpe diem”

Según Wikipedia, "Carpe diem" es una locución latina que literalmente significa “aprovecha el día”, o «aprovecha el momento, no lo malgastes». La traducción, no tan literal pero más comprensible para el parlante moderno, sería “Aprovecha el día y no confíes solo en el mañana”. También se puede entender como “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”, o también como “vive cada momento de tu vida como si fuese el último”.
Imagen relacionadaEs interesante esta frase porque deberíamos aprovechar y disfrutar cada día de nuestras vidas como si fuera el primero y también el último. Esperándolo con energía, alegría, ganas de aprender y vivir. Y no queriendo que se acabe porque ha sido demasiado bueno para dejarlo pasar u olvidar. Disfrutando de todas las cosas, desde las más sencillas hasta las más sofisticadas.
Debemos disfrutar con la gente que amamos, decir más las palabras “te quiero”, ser más agradecidos y agradables. También deberíamos intentar sonreír más, restando las tristezas y multiplicando las alegrías. Abrazando y besando más, discutiendo menos y siendo más positivos.
Viendo cada día como uno que nos ofrece la oportunidad de amar, corregir errores y vivir con intensidad. Acercándonos más a Dios con entusiasmo, en intimidad y siendo Él nuestro primer gran amor. Hablándole sin miedos y construyendo sueños.

Motivación y actitud al ayunar

“Nuestra motivación al ayunar”


1. Josafat se vio motivado a proclamar ayuno por causa de la gran amenaza que enfrentaba. (2 Crónicas 20:3)

2. Esdras publicó ayuno para que el Señor le brindara dirección. “El camino derecho…” (Esdras 8:21)
3. Ester proclamó ayuno para que el Señor le diera gracia delante del Rey. (Ester 4:16)
4. David se puso a orar y ayunar ante la presión del enemigo. (Salmo 35:13)
5. El Rey de Nínive proclamó ayuno para buscar la misericordia de Dios. (Jonás 3:5)
6. Nuestro Señor Jesús ayunó para que Dios lo respaldara en su vida y ministerio. (Lucas 4:1)

Existen muchas razones por las cuales ayunar. Lo importante es que el ayuno nos impulse a buscar más a Dios cada día.

¡El ayuno prepara nuestra alma para ser sensibles a la voz de Dios!

El amor es mejor que los sacrificios

Nunca imaginamos el impacto que puede tener la palabra profética, cuando la pronunciamos y procuramos obedecerla con todas nuestras fuerzas, para vivir la vida que Dios quiere que vivamos.
Dios tiene lo mejor para nosotros; Él nos quiere mostrar el camino más excelente y es el del Amor.
El amor es lo más valioso e importante que Dios nos ha regalado y sin él, todo lo que pensemos, digamos, sintamos o hagamos, no tiene valor. Sin amor nada somos.
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Sin amor lo más valioso del hombre se reduce a nada; sus logros más grandes se reducen a cero. Podemos verlo de esta forma. Puedes escribir una lista de ceros. El primer cero representa la Sabiduría; el segundo la ciencia; el tercero el discernimiento de espíritus, el cuarto la profecía; el quinto el hablar en lenguas; el sexto la interpretación de lenguas; el séptimo la fe; el octavo los milagros y el noveno las sanidades; todos estos ceros siguen sin ser nada más que ceros. No equivalen a nada.
Pero si colocas un número uno a la izquierda de esa fila de ceros, entonces cada uno de los ceros adquiere un valor. El amor es el elemento que necesita ser añadido a cada uno de los dones del Espíritu. Sin el amor, cualquier don resulta inútil, no tiene ningún valor. Tener dones y no tener amor es no tener nada.
1 Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe. 2 Y si tuviera profecía, y entendiera todos los misterios y todo conocimiento, y si tuviera toda la fe, de tal manera que trasladara los montes, y no tengo amor, nada soy. 3 Y si repartiera todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregara mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.
13 Ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor. 1 Corintios 13. 1-3,13