lunes, 20 de mayo de 2013

Tu vista al cielo - Devocional - Vídeo

Es difícil eso, o al menos eso parece, y tampoco imagines que es imposible, porque a tu lado está un Dios que es capaz de hacer lo que tú ni siquiera imaginas.
A veces el panorama parece que nos intimida; aquello que se ha convertido en el mayor problema que hemos vivido los últimos tiempos, nos está robando la paz, el sueño, ése que tal pareciera que se nos ha ido, y nuestra mente tiene un sólo pensamiento: ese problema que nos acecha.
Recuerda lo que ya sabes, levanta tu vista al cielo por un momento y date cuenta que en esos cielos interminables hay un Dios infinito, capaz de hacer cualquier cosa, capaz de cambiar cualquier panorama, capaz de sanar cualquier enfermedad si así fuese su voluntad.
Deja de ver todo lo terrenal y enfócate en lo espiritual, el problema ya estaba allí y si ya no está en tus manos la solución, no tienes por qué seguir viendo lo terrenal; es hora de dirigir tu vista al cielo, es hora de que deposites tu confianza en el único que nunca falla.

Terminemos Lo Que Empezamos - Crecimiento personal-espiritual - Vídeo

Tengo tantas cosas en mi archivo de “Asuntos Pendientes”... No es un gabinete en mi oficina, sino un montón de "cosas" que mantengo en mi mente. Esas cosas que comencé durante los casi 62 años de mi vida se me están acumulando.
Algunas, debo admitir, eran sueños y planes tontos que pudieron tener un inicio, pero que estaban destinados a acabar pronto sin llegar a ser completados. Pero otros siguen mirándome esperando que les dé vida nuevamente.
Hoy encontré un mensaje, en una bolsa que llevaba conmigo a una estación de radio cada sábado por la mañana, cuando hacía mi programa en vivo “Línea del Éxito”. Cuánto desearía hoy estar detrás del micrófono, compartiendo las miles de historias que llegaban a mi vida en esa época. Hoy decidí desempolvar una y compartirla con ustedes.
Tal vez, como yo, Ud. también tiene muchos asuntos inconclusos en su vida, esperando que los redescubra antes de que sea demasiado tarde.
Bueno, empiezo la historia:
“A las siete menos diez de una oscura y fría noche, en Ciudad de México en 1968, John Stephen Akwari, de Tanzania, ingresó cojeando dolorosamente al Estadio Olímpico. Era el último hombre en terminar el maratón.
El ganador ya había sido coronado y la ceremonia de la victoria hacía rato que había terminado.  Así que el estadio estaba casi vacío cuando Akwari, solo, con su pierna ensangrentada y vendada, luchó para dar la última vuelta hacia la meta. El respetable productor de documentales, Bud Greenspan, observó a la distancia. Entonces, intrigado, Bud se dirigió hacia Akwari y le preguntó por qué continuaba la penosa lucha hacia la meta.
El joven de Tanzania contestó suavemente: “Mi país no me envió a cinco mil millas a comenzar una carrera; me enviaron a cinco mil millas a terminarla”.

Ver con el Corazón - Motivacional - Vídeo


David era un chico muy entusiasta y responsable, y aunque había participado en el equipo de fútbol con singular compromiso, no había ascendido al primer equipo. Al principio fue objeto de burlas por parte de sus compañeros, pero con el tiempo, la ironía se convirtió en admiración por su lealtad mostrada al grupo, su entrega incondicional y su sincero reconocimiento para sus compañeros, pues siempre distinguía alguna singular característica en cada uno de ellos.

El entrenador apreciaba el espíritu que David constantemente inyectaba al grupo. Incluso aunque no le diera la oportunidad de jugar, parecía que ya era un activo fijo de los reservas.

De vez en cuando, a David y a su padre se les veía del brazo, charlando por el campo de prácticas. Sorprendían por el interés y el entusiasmo con que se comunicaban, simulando una escena de franca camaradería; el entrenador no conocía al papá de David, pero imaginaba que eran entrañables amigos.

A mitad de temporada, cuando la contienda estaba en su punto más crítico, llamó a todos la atención la ausencia de David. El entrenador telefoneó a su casa y David, entre sollozos, se disculpó pues su padre acababa de morir: "Entrenador, no podré asistir en un par de días, pero le prometo estar listo para el próximo sábado", y agregó: "me gustaría pedirle un favor, déjeme jugar ese partido, para mí es muy importante". El entrenador dudó un momento, pues pensaba alinear, ante ese rival en especial y al que nunca había logrado derrotar, a sus mejores muchachos, pero dadas las circunstancias, pensó que tal vez un par de minutos no tendrían consecuencias negativas, si jugaba David.

¡Llévenme al Cementerio! - Reflexiones

Un sabio maestro se encontró frente a un grupo de jóvenes que se declaraban en contra del matrimonio. Los muchachos argumentaban que el romanticismo constituye el verdadero sustento de las parejas y que es preferible acabar con la relación cuando ésta se apaga, en lugar de entrar en la hueca monotonía del matrimonio.
El maestro les escuchó con atención y después les relató un testimonio personal:
- Mis padres vivieron 55 años casados. Una mañana mi mamá bajaba las escaleras para prepararle a papá el desayuno, cuando sufrió un infarto y cayó. Mi padre la alcanzó, la levantó como pudo y casi a rastras, la subió a la camioneta. A toda velocidad, condujo hasta el hospital mientras su corazón se despedazaba en una profunda agonía. Cuando llegó, por desgracia, ella ya había fallecido.
Durante el sepelio, mi padre no habló, su mirada estaba perdida. Casi no lloró. Esa noche sus hijos nos reunimos con él. En un ambiente de dolor y nostalgia recordamos hermosas anécdotas. Él pidió a mi hermano teólogo que dijera alguna reflexión sobre la muerte y la eternidad. Entonces, mi hermano comenzó a hablar de la vida después de la muerte. Mi padre escuchaba con gran atención, cuando de pronto dijo: “llévenme al cementerio”.
“Papá”, respondimos: ¡Son las 11 de la noche! ¡No podemos ir al cementerio ahora! Él alzó la voz y con una mirada vidriosa dijo: “No discutan conmigo por favor, no discutan con el hombre que acaba de perder a la que fue su esposa durante 55 años”. Se produjo un momento de respetuoso silencio. No discutimos más. Fuimos al cementerio, pedimos permiso al velador y con una linterna, llegamos a la lápida.

El capítulo nuevo de tu vida lo va a leer mucha gente - Devocional - Vídeo

capitulo
Tus ojos miran al espejo y ven un pecador, un fracasado, un quebrantador de promesas. Pero por fe miras al espejo y te ves como el pródigo bien vestido, que lleva el anillo de gracia en el dedo y el beso del Padre en el rostro.


La gente fanfarrona siempre trata de juzgar a los demás.
Detectamos muy fácil los errores de los demás. En los otros vemos la acción: por ejemplo, “éste adulteró”, pero si lo hacemos nosotros, “es confusión”. En nosotros vemos las intenciones; cada vez que miramos la paja en el ojo ajeno es porque tenemos un problema dentro de nosotros. El hermano de David dijo: “¿qué venís a ver?”; el que juzga siempre se está confesando. Los que tienen la vida aburrida se entretienen contigo, es gente que le encanta descalificar. La gente así termina siendo humillada.
El capítulo viejo de tu vida lo escribieron los que te acusan.
El ejemplo de la mujer adúltera; “siempre hay alguien que te está chismeando”, Cuando Jesús ve que le traen a la mujer, para de enseñar, se inclina y empieza a escribir. Jesús sólo dice: “el que esté sin pecado que tire la primera piedra”, y los hombres se quedan con los cascotes en la mano, porque una acusación es una auto-confesión. Ellos tuvieron que soltar las piedras, Jesús estaba escribiendo, deja de escribir y le dice a la mujer: “¿Dónde están los que te condenaban?”
 “No están” le contesta ella. Él te va a limpiar de todos los que te querían apedrear, que te maltrataron con soberbia, que tomaron autoridad en tu vida. El hará doble justicia: el que te humilló será humillado, no sólo ellos serán humillados, ¡sino que tú serás levantado/a!