martes, 26 de agosto de 2014

Para tomar decisiones

La oxitocina, llamada informalmente por algunos como la “molécula del amor”, es una hormona relacionada estrechamente con los patrones sexuales, con la conducta maternal y los afectos paternales. Pero también está muy relacionada con situaciones cotidianas como la elección de amistades, tomar decisiones, nivel de alegría en algunas situaciones, etc.
Esta pequeña molécula actúa en fracción de segundos. Primeramente, es sintetizada por células nerviosas en el núcleo del hipotálamo, en nuestro cerebro, de donde es transportada por su proteína, a lo largo de las fibras nerviosas y luego por todo el torrente sanguíneo, actuando como un suero que causa una sensación de comodidad y agrado en todo el organismo.
Cuando tomamos decisiones, el hipotálamo libera esta hormona al percibir que todos los factores parecen favorables, lógicos y razonables. Aunque parece ser una mezcla química perfecta, no siempre resulta favorable.
Por ejemplo: Supongamos que un empleador ofrece un trabajo en el que hay dos formas de remuneración; una de ellas consiste en el pago inmediato de 100.000 dólares por un contrato de 20 meses, la segunda en un pago de 2 dólares multiplicados cada mes por el mismo lapso de tiempo.
¿Cuál parece más atractiva al cerebro?…
La primera opción parece la más adecuada, pero si aceptamos la segunda, en el primer mes recibiríamos un salario líquido de 2 dólares, en el segundo 4, en el tercero 8, el cuarto 16 y así sucesivamente hasta que llegamos al final del contrato (20 meses) recibiendo 1.048.576 dólares.
Aunque la segunda opción parecía la menos atractiva, al final llegó a ser la más conveniente.

Una vida de paz

Filipenses 4:6-7 “Por nada estéis angustiados, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.”
Tu casa te ofrece protección. Así que, cuando surja una tormenta, buscarás refugio en la seguridad de esas cuatro paredes. El mismo principio se aplica a las tormentas de la vida; si hemos construido una casa sólida sobre el cimiento de la fe, tenemos entonces refugio hacia donde correr cuando se formen nubes oscuras y la ansiedad amenace con abrumarnos.
Supongamos que tengo un problema que me inquieta. Tengo un nudo en el estómago. Mis amigos y mi familia tratan de ser comprensivos, pero se están cansando de que continuamente descargue mi problema sobre ellos. Estoy tan centrado en el asunto, que me hace sentir que llevo una gran carga sobre mis hombros. Pero Dios me (nos) ofrece una alternativa liberadora y nos dice: “Echa sobre Mí tu carga, y Yo te sustentaré” (Salmo 55:22). Él no va a hacer desaparecer los males de nuestra vida, pero sí nos protege del peso de la preocupación al tomar la situación en sus manos.

Amanecer y Ocaso - Reflexiones

Algunas de las lecciones más profundas de la vida pueden recibirse en los lugares menos esperados, si nos tomamos un tiempo para mirar a nuestro alrededor y ver con nuestros corazones, tanto como con nuestros ojos.
Un día, mientras viajábamos hasta el trabajo en Bandera, Texas, presencié uno de los más espectaculares amaneceres de mi vida. Una de las ventajas de mi viaje diario era la rara oportunidad de ver al sol al salir y al ponerse, y en el esplendor de las colinas de Texas. En esa particular mañana, me tomé tiempo para detenerme en la cima de una colina y observar el cambio de colores, mientras el gran cuerpo celeste se asomaba sobre el horizonte y florecía en toda su gloria, imposibilitándome mirar directamente sus cegadores rayos. El recuerdo de aquel amanecer me acompañó todo el día.
Al dirigirme a casa esa tarde, yo mismo anticipaba la puesta del sol. ¡No fui decepcionado! No solo observé aquel ocaso, lo experimenté. Tuve una vista panorámica mediante mis espejos retrovisor y laterales, además de mi vista en dirección al noroeste. ¡Qué vista tan hermosa, impresionante! Detuve el coche para sacarle ventaja a la espectacular puesta del sol. Estando sentado, observando los siempre cambiantes colores, me di cuenta de que lágrimas de puro gozo corrían por mis mejillas. Sin embargo, lo mejor estaba todavía por venir en la forma de luminiscencia. Mientras los brillantes y vibrantes colores del ocaso comenzaban a desvanecerse hacia los más hermosos colores apastelados, mezclándose y combinándose en cada color imaginable, me di cuenta de que Dios me había concedido uno de los más grandes regalos de toda mi vida: una vista de la vida de comienzo a fin y más allá.

La Voz del Pastor

Cuentan que durante la Primera Guerra Mundial, en las regiones del Oriente, un grupo de soldados intentaba llevarse como botín, un pequeño rebaño de ovejas que pertenecía a un pastor de Palestina.
El pastor se hallaba dormitando bajo el sofocante calor del sol del medio día y, de repente, se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo. No había ninguna esperanza de que él solo pudiera impedir el robo, pero de improviso le vino una idea. Se puso de pie al otro lado del barranco y con las manos puestas alrededor de la boca, hizo una llamada peculiar suya, con la cual acostumbraba a recoger las ovejas para llevarlas al aprisco.
Tan pronto como su voz llegó al otro lado del barranco, las ovejas se detuvieron en el acto, levantando la cabeza. El pastor siguió llamándolas, y ellas dieron media vuelta y se lanzaron barranco abajo en dirección al pastor, sin que los soldados consiguieran pararlas en su carrera.
Al poco tiempo, las ovejas se habían reunido alrededor del pastor, el cual, apresuradamente, se las llevó a un lugar seguro.
En ocasiones nos dejamos deslumbrar por las cosas que nos ofrece el mundo. Queriendo formar parte de un grupo, seguimos a nuestros amigos o familiares, vamos detrás de promesas de riquezas, éxito y cientos de cosas más y empezamos, poco a poco, a alejarnos del Pastor.
Pero Dios, en su misericordia infinita, vuelve a llamarnos con su dulce voz tratando de alejarnos del peligro, y depende de cada uno de nosotros el escuchar su voz, saber reconocerla y cambiar nuestra dirección.

Un día perdido o bien empleado

Podemos mirar cada día como ganado o perdido.
Si te sientas al caer de la tarde,
cuentas las acciones que has hecho,
y al contarlas encuentras
un sacrificio o una palabra
que alivió el corazón de quien la escuchó,
o una mirada de bondad llena
que lo bañó como un rayo de sol vivificante,
entonces, ¡podrás contar
COMO BIEN EMPLEADO ESE DÍA!

Pero si pasas las horas de otro día,
no has aliviado ningún corazón con un detalle,
si en todas esas horas no dejaste ni una huella,
ni bañaste de luz un rostro triste,
ni recuerdas una acción pequeña
que levanta un alma y nada cuesta,
entonces…
¡CUENTA COMO PERDIDO ESE DÍA!
Filipenses 4:6

Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios.
1 Pedro 5:7
echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de vosotros.