miércoles, 26 de noviembre de 2014

Llamados a servir

A los cristianos se nos conoce en la Biblia con diferentes nombres: creyentes, hermanos y santos, pero un título que pocas veces nos otorgan es “servidores de Cristo”. Sin embargo, eso es exactamente lo que el Señor nos pide que seamos. Después de que sus discípulos discutieron acerca de quién sería el más grande de todos ellos, el Señor Jesús les hizo un llamado a ser grandes en el reino siendo siervos de todos.
Cristo no es solo nuestro Salvador; es también nuestro Señor y Maestro, y debemos seguir su ejemplo. Así como Él sirvió a su Padre al interesarse por su pueblo, nosotros servimos a nuestro Dios atendiendo amorosamente las necesidades temporales, físicas y espirituales de quienes nos rodean.
El servicio es esencial para el crecimiento espiritual. Dios siempre está obrando en la vida del creyente, para hacerlo más como Cristo (Romanos 8.29), pero el egocentrismo es un gran obstáculo en este proceso. Servir a los demás es una de las herramientas que el Señor utiliza para sanarnos del egoísmo.
El servicio es necesario para lograr el propósito de Dios. Él ha designado tareas específicas para cada uno de nosotros, que debemos realizarlas en el curso de nuestra existencia (Efesios 2.10). Si solamente recibimos y nunca damos, nos perderemos de lo que Él ha dispuesto para nosotros.
No olvide nunca que usted tiene un llamado especial, que se lleva a cabo solo cuando se convierte en un servidor del Señor. Busque las oportunidades que el Señor le dará para servir a otros. Tome su lugar al lado de Cristo, quien fue el siervo más grande de todos.

Cosas que inspiran, cosas que intrigan y cosas que deberían ser vistas. ¡Compártelas!
Un joven vive cada día haciendo cosas buenas para los demás sin pedir nada a cambio.
Es testigo de la felicidad. Alcanza una comprensión más profunda. 
Se siente su amor. Recibe lo que el dinero no puede comprar. Un mundo más hermoso.

Encuentra tu punto fuerte

"TODAS ESTAS COSAS LAS HACE UNO Y EL MISMO ESPÍRITU, REPARTIENDO A CADA UNO EN PARTICULAR COMO ÉL QUIERE" (1 Corintios 12:11)
Todos tenemos el mismo valor a los ojos de Dios pero no tenemos los mismos talentos. "Cualquier persona es capaz de hacer alguna cosa mejor que las siguientes diez mil personas", texto escrito en el libro "Descubre tus puntos fuertes".
Marcus Buckingham y Donald O. Clifton, autores de este libro, lo apoyan con una pormenorizada investigación, y denominan a esta área tu punto fuerte; animan a la gente a que lo encuentre y que le saque el máximo rendimiento, no importa lo consciente que sea de sus capacidades, cómo se sienta consigo mismo o si ha tenido algún éxito anteriormente. Tú tienes talento y Dios te pide que lo desarrolles, pero solo puedes cultivar el que tienes, no el que quieras.
encuentra talentoCuando se trata de tu carácter, nunca debes dejar de trabajar en las áreas más débiles, pero cuando se trata de cumplir con la misión que el Señor te ha dado, tienes que reconocer tu "punto fuerte" y ponerte manos a la obra. El Dr. John Maxwell, célebre consejero de líderes, escribió: "He observado que la gente puede aumentar su capacidad en un área determinada, valorada en dos puntos en una escala de uno a diez. Por ejemplo, si tu talento natural en una cierta área es cuatro, a base de trabajo duro podrías aumentarlo hasta seis. En otras palabras, puedes subir desde un poco por debajo de la media hasta un poco por encima. Pero supongamos que descubres un área en la que eres un siete, entonces tienes el potencial de convertirte en un nueve, tal vez incluso en un diez si se trata de tu zona fuerte y trabajas muy duro. Esto te ayudará a pasar de ser uno entre diez mil a uno entre cien mil, pero solo si haces todas las cosas necesarias para potenciar tu talento al  máximo". Así que, ¡descubre tu punto fuerte!


Cómo triunfar en las Pruebas

La adversidad, la aflicción y la decepción son por lo general, los medios que Dios emplea para aumentar nuestra fe y agrandar nuestra comprensión de su soberanía. Y en esta vida nunca dejaremos de tener tribulaciones porque vivimos en un mundo caído en el mal.
Para los creyentes del primer siglo la vida no fue diferente. La iglesia en su nacimiento tuvo mucha adversidad; pero creció y rehusó desanimarse aunque las circunstancias eran adversas. Nada ni nadie, ni siquiera un emperador romano fuera de sí, podían detener su crecimiento. La razón era que los creyentes de la iglesia primitiva tenían “una esperanza viva” (1 Pedro 1:3).
Comprendían muy bien quiénes eran, espiritualmente hablando, y a quién servían. No tenían su corazón puesto en las cosas que estaban sucediendo, sino en el Señor Jesucristo, “el autor y consumador de la fe” (Hebreos 12:2). El mundo los rechazó y parecían gente sin hogar, pero Dios los recibió como hijos amados y herederos de su reino. ¿Cómo llegó la adversidad hasta ellos? Una vez que Cristo fue crucificado, las autoridades romanas y judías dieron un suspiro de alivio, porque creyeron que habían terminado con un bando político más. Pero cuando la noticia de la resurrección de Cristo empezó a difundirse por toda Jerusalén, los líderes religiosos y gubernamentales se afanaron en destruir la Iglesia. Su objetivo era evitar que el cristianismo se propagara. Los creyentes sufrieron, entonces, persecución y muchos dieron su vida por la fe.
Nerón culpaba a los cristianos de cualquier disturbio que había. Por último, ordenó que fueran expulsados de Jerusalén, lo cual hizo que se esparcieran por todo el norte de Asia Menor. Eran creyentes sin hogar que, al igual que el Israel de antaño, fueron esparcidos por todo el mundo.
La primera epístola de Pedro tenía el propósito de infundirles esperanza y ánimo en medio de una situación desesperante, y es como si estuviera hablándonos a nosotros. No pasó por alto la situación tan difícil en que se encontraban esos creyentes. Comprendió su aflicción e hizo todo lo posible para que comprendieran el fin de su fe, que era la salvación de sus almas (1 Pedro 1:9).
Aquellos creyentes no lo sabían, pero Dios los estaba poniendo en una situación por medio de la cual iban a cumplir la Gran Comisión. El Señor les había ordenado que llevaran el Evangelio por todo el mundo. Pero se habían quedado en su ambiente conocido: Jerusalén y el templo. 
Lo conocido nos hace sentir seguros, pero Dios rara vez deja que nos quedemos en esa clase de ambiente por mucho tiempo. Su plan es aumentar nuestra fe y hacernos madurar para poder manifestar su poder, su gracia y su amor a otros. Pero la adversidad invade nuestro estado emocional con sentimientos de inseguridad y temor. Si en los momentos difíciles y tensos no tenemos nuestro corazón puesto en el Señor Jesucristo, es muy posible que tengamos que afrontar una tormenta espiritual.
Incluso después de que el Espíritu Santo descendió, la iglesia del primer siglo se quedó en Jerusalén. Mas el Evangelio se fue propagando como resultado de la persecución que sobrevino a la iglesia. Dios no causó la persecución de su pueblo, sino que se valió de la adversidad para fortalecer el corazón de los creyentes, y propagar el testimonio de su amor eterno y perdón para el mundo perdido. Cuando aquellos creyentes salieron de Jerusalén, su amor por Jesucristo y su Evangelio iba con ellos.
Dios ha prometido dar gloria en lugar de ceniza (Isaías 61:3). Él toma nuestras aflicciones y las convierte en bendiciones.
La manera en que afrontamos las pruebas de la vida muestra el nivel de nuestra fe. El apóstol Pedro escribe: “En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo” (1 Pedro 1:6-7).
Posiblemente, Dios nunca nos explique todas las razones de nuestras aflicciones, pero ha prometido hacer que todas las cosas nos ayuden para bien y sean para su gloria (Romanos 8:28). Por eso podemos confiar en Él, sabiendo que sus pensamientos son mayores que nuestros pensamientos y que tiene un propósito, inclusive para nuestras aflicciones.
Dios tiene una vida llena de bendiciones para cada uno de nosotros. Pero no todas ellas vendrán como resultado de enfrentarnos a las aflicciones con la actitud correcta. El gozo y la esperanza también son resultados naturales de la vida abundante. ¿Cómo debe usted prepararse para las pruebas que le vendrán? Hay cinco pasos:

Dejemos de Correr

Base Texto Bíblico: Jonás 1:1-17
Esta semana le pedía a nuestro Padre que me hiciera comprender el mensaje del libro de Jonás. Muchas personas encuentran esta parte de la palabra de Dios difícil de creer, pero todo cristiano fiel sabe que para Dios no existe lo imposible.
Así que, este estudio bíblico examinará qué le paso a Jonás, para descubrir si en este acontecimiento histórico existe una lección que todo cristiano deba aprender, si la experiencia de Jonás es aplicable a nuestra vida. 
Lo que aconteció con Jonás es algo que no cabe en nuestra mente, y exactamente por esto, muchas personas, incluyendo a cristianos, encuentran lo que aconteció aquí difícil de creer. Pero cuando analizamos en profundidad, lo que le sucedió a Jonás, nos damos cuenta que no es muy diferente a lo que le sucede a muchos cristianos en la actualidad.
Dios llamó a Jonás para que fuera a la ciudad llamada Nínive y les predicara Su palabra. Cuando leemos esto rápidamente, lo único que vemos es que Dios lo llamó a predicar en una ciudad grande, pero cuando lo examinamos más detenidamente, vemos que fue algo mucho más que eso. A través de diversos estudios bíblicos e históricos, aprendemos que la ciudad de Nínive era la capital del imperio Asirio. Este imperio era grande y pervertido, y era el más temido por el pueblo Judío, debido a las atrocidades que había cometido. Y, desde su niñez, Jonás había sido enseñado a odiar a los asirios y su autoridad. Jonás les odiaba de tal forma, que no quería que recibieran la gracia de Dios. 
Después de recibir el llamado de Dios, Jonás hizo algo que muchos de nosotros, casi siempre hacemos al recibir el llamado, corrió. No solo corrió, sino que lo hizo en dirección opuesta a donde Dios le había llamado. La ciudad de Nínive estaba al este de donde se encontraba Jonás, pero él se fue en dirección oeste a Jope. Jonás corrió porque él no podía perdonar de corazón a esas personas, debido a lo que habían hecho en el pasado. Esto no es muy diferente a lo que nos pasa a muchos hoy en día. Hermanos, todos fuimos llamados a llevar el evangelio a otros lugares, pero muchas veces, nuestro propio temor, prejuicios y odio nos detienen de hacer la voluntad de Dios. Todos fuimos llamados a dejar nuestras ciudades y a entrar en Nínive; fuimos llamados a predicar la Palabra de Dios. Esto es algo que ha sido predicado en cualquier iglesia cristiana del mundo, y es lo que nos enseña el Señor como encontramos en Mateo 28:18-20 que nos dice: “…Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. 19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén…”

El Miedo en la Biblia … - un salmo para aprender

El miedo en la Biblia, ¿quién te ayudará?
“A las montañas levanto mis ojos; ¿de dónde ha de venir mi ayuda? Mi ayuda proviene del Señor, creador del cielo y de la tierra.” Salmo 121:1-2 (NVI)
Un sabio colocó una viga de madera en el suelo y les dijo a sus alumnos que debían atravesarla de lado a lado sin tocar el suelo. Todos lo lograron fácilmente y hasta lo repitieron jugando. Esa noche les advirtió que al día siguiente, esa misma viga sería colocada encima de un estanque, en cuya agua vertería un ácido muy fuerte que quemaba la piel, de forma que quien cayera al agua sufriría horribles quemaduras.
Espiritu de poder - TemorEsa noche los alumnos no durmieron pensando en la peligrosa prueba. Llegada la hora matutina, el sabio les dijo que debían atravesar el estanque caminando sobre la viga. Temblando de inseguridad, comenzaron a cruzar y la mayoría cayó al estanque con ácido. De inmediato, a estos los sacaron, comenzaron a sentir ardores y a algunos les salieron sarpullidos.
El sabio no les dejó sufrir mucho, no pasó mucho tiempo, cuando sonriendo les dijo: La piscina carece de ácidos, solamente le eché tinta verde. Esta pequeña historia nos muestra que el miedo hace estragos en el organismo y en nuestras vidas.
De ahí la importancia de eliminar de nuestro interior, miedos, creencias limitadoras y bloqueos. Debemos llenarnos de una confianza absoluta, libre de cualquier duda, porque nuestro estado de ánimo y nuestra actitud son importantes ante cualquier reto, ante cualquier experiencia. El salmista tenía recelo, incluso cierto miedo, a subir las altas montañas que rodeaban Jerusalén para llegar al templo de Dios. Constituían una muralla natural que impedía el paso. Y ese miedo le paralizaba, y le alejaba de su objetivo de tener comunión con Dios. Hasta que encontró en Dios su sostén, confianza y fortaleza para superar sus miedos y alcanzar intimidad con su Señor.