lunes, 3 de agosto de 2015

¿Cómo edificas tu vida?

“Tienes la oportunidad entre elegir una buena actitud que te abrirá puertas o una mala actitud que te las cerrará. Tú eliges.”
Un viejo carpintero llegaba a la edad de jubilación, y contó a su jefe sus planes de que quería dejar la construcción, vivir una vida más relajada con su mujer y disfrutar de su familia.
Echaría de menos el total de su salario pero necesitaba jubilarse. La familia sobreviviría. El contratista lamentaba ver irse a su buen trabajador, y le preguntó si podría construir una última casa como un favor personal. El carpintero asintió, pero poco a poco era fácil ver que su corazón no estaba centrado en su trabajo. Trabajaba mal y usaba materiales de calidad inferior. Desafortunada manera de acabar su carrera.
Cuando el carpintero acabó su trabajo vino el contratista para inspeccionar la casa. El contratista dio la llave de la puerta principal al carpintero y dijo; 
-Ésta es tu casa, mi regalo para ti.
¡Qué sorpresa! ¡Qué pena! ¡Ojalá hubiera sabido que construía su propia casa porque la hubiera hecho muy diferente! Ahora tenía que vivir en el hogar que no había construido bien.

Tan cerca de ti

Te he amado desde el principio y esperado como los centinelas a la mañana.
Sé que está muy cerca tu venida, me lo dice el corazón, me lo grita la naturaleza.
Estoy tan cerca de recibir lo que me has prometido, que estoy emocionada.
Así como la novia espera el día de su boda: radiante, engalanada, risueña y llena de ilusiones, así es como me siento.
A veces la espera me ha fatigado y el desierto me ha deshidratado emocionalmente, pero tu agua me ha reavivado.
Escalando la montaña he resbalado y muchas veces, pensado que voy a caer sin lograr subirla y que moriré en el intento. Sin embargo, tu mano se ha extendido y me ha ayudado a llegar a la cima.
Has marcado la senda y guiado mis pasos para que no me pierda.
Has provocado que ame tu verdad y tus palabras, tus mandamientos están inscritos en mi corazón.
¡A qué otro lugar puedo yo acudir, si Tú eres mi salvación, si eres todo lo que necesito!
No existe lugar en el mundo o fuera de él que sea más seguro que estar escondido y protegido bajo la cubierta de tus alas.
En tus manos hay seguridad y en tu corazón completo descanso.
¡Te amo, esa es la única verdad en la que a diario pienso y que mi alma siente!

El único camino eres tú, condúceme por la senda y no permitas que me aleje.

La amistad: Una ayuda para la santidad

En toda la creación de Dios, solo una cosa no tuvo su aprobación inicial. Contempló a Adán, quien era el único ser de su clase, y dijo: “No es bueno que el hombre esté solo” (Génesis 2.18). El Señor nos creó para que tengamos una relación emocional, mental y física, de modo que podamos compartir nuestra vida con otros.
Jesús explicó esto a sus discípulos, diciéndoles que debían amarse unos a otros como Él les había amado. En una amistad que honra a Dios, dos personas se edifican mutuamente y se incentivan una a la otra a tener un carácter centrado en Dios. Sin embargo, muchas no logran entablar y mantener relaciones que estimulen su fe (Proverbios 27.17). En vez de esto, lo que hacen es hablar de trivialidades como el clima, los malos jefes y la política. Lamentablemente, también los creyentes rehuyen la conversación profunda en cuanto al pecado, la transparencia de conducta y la vida conforme a los principios bíblicos.
Las relaciones sólidas comienzan cuando las personas deciden arriesgar su orgullo y su seguridad para amar como lo hizo el Señor Jesús. Reconocen que una de las razones por las que tenemos amigos, es motivarnos unos a otros hacia una vida de santidad. En la amistad, en la que hay confianza y humildad, dos personas se confiesan sus faltas, se amonestan amablemente y comparten sus cargas.
Los muros que construimos para mantener alejadas a las personas son, con frecuencia, defensas contra Dios, pues no las queremos muy cerca de nuestros asuntos personales. Pero a medida que los creyentes aprendemos a compartir con franqueza nuestros asuntos con hermanos en Cristo, desarrollamos la capacidad de ser más sinceros con Dios.

¿Existe Dios? ¿Hay evidencia de la existencia de Dios?

¿Existe Dios? Interesante la atención a este debate. Las últimas encuestas nos dicen que sobre el 90% de la gente en el mundo de hoy, cree en la existencia de Dios o en algún poder más alto. Aunque la responsabilidad está en aquellos que creyendo que Dios existe, deben tener la seguridad de que en realidad lo es, la mayor responsabilidad está sobre los que no creen.
Pero la existencia de Dios no puede ser probada ni desmentida. Hasta la Biblia dice que deberíamos aceptar por fe el hecho de que Dios existe, “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6). Si Dios deseara probarlo con certeza absoluta, simplemente podría aparecer, y probar a todo el mundo que Él existe. Pero si lo hiciera, no habría necesidad de fe. “Jesús le dijo: porque me has visto, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron” (Juan 20:29).

Sin embargo, esto no significa que no haya evidencias de la existencia de Dios. La Biblia declara, “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje, ni palabras, ni es oída su voz. Por toda la tierra salió su voz, y hasta el extremo del mundo sus palabras” (Salmos 19:1-4). Al mirar las estrellas, al entender la inmensidad del universo, al observar las maravillas de la naturaleza, al ver la belleza de la puesta del sol, vemos que todas ellas apuntan hacia un Creador, Dios. Si esto no fuera suficiente, también hay evidencia de Dios en nuestros propios corazones. Eclesiastés 3:11 nos dice, “…y ha puesto eternidad en el corazón de los hombres…” Hay algo en lo profundo de nuestro ser, que reconoce que hay algo más allá de esta vida y alguien más allá de este mundo.
Intelectualmente podemos negar este conocimiento, pero la presencia de Dios en nosotros y a través de nosotros, todavía está ahí. A pesar de todo esto, la Biblia nos advierte que todavía hay algunos que niegan la existencia de Dios, “Dice el necio en su corazón: No hay Dios” (Salmos 14:1). Debido a que alrededor del 98% de la gente a través de la historia, en todas las culturas, en todas las civilizaciones, en todos los continentes, creen en la existencia de algún tipo de Dios, debe haber algo (o alguien) que causa esta creencia.