domingo, 26 de mayo de 2013

Carta de un necesitado - Ánimo en mensaje - Vídeo

¡Señor, cuánto te necesito! Puedo notar fácilmente lo lejos que me encuentro de ti y lo triste que me siento. Yo no desearía estar así y a veces he intentado buscarte, sin embargo el cansancio o la rutina me hace desistir de mis intentos.

El otro día noté lo necesitado que estaba; cuando alguien me habló de una forma incorrecta, respondí de la forma que menos esperaba hacerlo. Mi vocabulario está cambiando y esa es señal de que me estoy alejando de ti.
El otro día reaccioné de una forma inadecuada a algo tan sencillo de tratar, dejé que mis impulsos gobernaran mis acciones y me di cuenta, que ya no soy tan manso como solía ser cuando pasaba tiempo a solas contigo y mi carácter mejoraba; sin embargo, ahora me he dejado dominar por mis impulsos y ellos me hacen reaccionar, no como tu hijo sino como un total desconocido.

¡Ay Señor! ¡Cuánto te necesito! A veces he orado y no te he sentido, sé que estás siempre allí, sin embargo mi mente me hace pensar que no merezco tu presencia y muchos menos que inclines tu oído para escuchar mi oración.

He tratado de leer tu Palabra y ya no siento el mismo gusto que antes sentía. A veces creo que lo sé todo, que no hay nada que deba aprender o que alguien me pueda enseñar, ¡Ay Dios! ¡Cuánto te necesito! He perdido mi humildad, he dejado de ser como un niño para convertirme en un “adulto” sabelotodo.

Te sirvo Señor, sin embargo siento que no lo hago con la misma intención de antes. Recuerdo que tiempo atrás oraba antes de cada servicio, recuerdo cómo me preparaba, tan minuciosamente..., recuerdo lo importante que era para mí hacer el trabajo que me habías encomendado, sin embargo me miro hoy en día y me doy cuenta que lo hago sólo por hacerlo, que todo se ha convertido en una rutina y he dejado escapar aquella pasión que un día existió en mi corazón por hacer tu obra.

9 minutos para meditar - Crecimiento personal-Espiritual-PowerPoint

Meditar es saludable. Cada día necesitamos meditar en las maravillas de Dios, en lo que estamos viviendo, en cómo lo estamos haciendo, en cuántos nos necesitan. Toma 9 minutos para meditar en las cosas sencillas de la vida.
1.  Desecha cualquier cosa que no sea útil, bonita o divertida.
Pero evita las cuestiones necias e insensatas, sabiendo que engendran contiendas.
2 Timoteo 2:23.
2.   La envidia es una pérdida de tiempo. Tú ya tienes todo lo que necesitas.
No tenga tu corazón envidia de los pecadores, antes persevera en el temor del SEÑOR todo tiempo;  Proverbios 22:17.
3.   Lo mejor está aún por venir.
Antes, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oreja oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que ha Dios preparado para aquellos que le aman. 1 Corintios 2:9.
4.  No importa cómo te sientas, levántate, vístete y asiste.
Levántate, resplandece; que ha venido tu luz, y la gloria del Señor ha nacido sobre ti. Isaías 60:1.
5.  Ten sexo maravilloso con tu cónyuge, siempre con plenitud de tu ser.
No os privéis el uno del otro, excepto de común acuerdo y por cierto tiempo, para dedicaros a la oración; volved después a juntaros a fin de que Satanás no os tiente por causa de vuestra falta de dominio propio. 1 Corintios 7:5.
6.  Expresa el amor a tus seres queridos.
Hijos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.  1 Juan 3:18.
Sed afectuosos unos con otros con amor fraternal; con honra, daos preferencia unos a otros;  Romanos 12:10.

Quiero hacer tu voluntad, ¡oh Dios! - Devocional - Vídeo

Nadie dijo que hacer la voluntad de Dios fuese fácil, y sin embargo, su voluntad es la que debemos llevar a cabo.
A veces nos encontramos en un momento en el que debemos elegir, entre hacer lo que nosotros creemos que tenemos que hacer, o hacer lo que Dios quiere que hagamos. Obviamente, cada una de las decisiones que tomemos darán como resultados cosas buenas o malas, dependiendo de la voluntad que elijamos. Si elegimos hacer nuestra voluntad antes que la de Dios, lo más seguro es que nos irá mal, en cambio si elegimos hacer la voluntad de Dios antes que la nuestra, tendremos la seguridad de que nos irá bien.
El salmista David comprendió lo que significaba hacer la voluntad de Dios, por esa razón escribió estas palabras en el siguiente salmo:

“Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios. Que tu buen Espíritu me lleve hacia delante con pasos firmes.” 

Salmos 143:10 (Nueva Traducción Viviente)
En primer lugar, David le dice a Dios: “Enséñame a hacer tu voluntad”; eso quiere decir que hacer la voluntad de Dios significa aprender, no es fácil, se requiere un proceso. Muchos de nosotros hemos entrado en ese proceso, y al no hacer la voluntad de Dios sino la nuestra, hemos aprendido que dejar de hacer lo que Dios quiere para hacer lo que nosotros queremos, es incorrecto y nos trae consecuencias negativas.

El Capitán - Reflexiones

El mar estaba muy picado desde hacía varios días.
La visibilidad era muy precaria. El capitán del enorme acorazado recomendó a su tripulación permanecer alerta.
- Por favor, infórmeme inmediatamente de cualquier novedad, ordenó con seguridad el capitán a su segundo.
Tan pronto oscureció, uno de los marinos anunció:
- Atención, una luz está brillando hacia el norte.
- ¿Se está moviendo o está quieta?, preguntó el capitán.
 –¡Se está moviendo!, respondió el segundo.
El capitán llamó al encargado de las señales y le dijo:
- Avísele a esa embarcación que si sigue en esa dirección, está en grave riesgo de estrellarse contra nosotros. Aconséjele que vire 20 grados hacia el este.
Como no hubo respuesta y la luz seguía acercándose, el capitán decidió encargarse personalmente de la situación.
- Atención, atención. Habla el capitán de este acorazado. Le advertimos una vez más, ¡cambie de curso o nos estrellaremos contra ustedes!.
¡Háganlo ahora!, insistió el capitán con firmeza.
Entonces, una voz tranquila y segura le respondió:
Aquí habla el marinero Pérez. Acorazado, cambie usted su rumbo 20 grados hacia el este.
Al oír esto el capitán, ya salido de sus casillas y casi gritando, dijo:
- Por última vez marinero. Este es un barco de guerra, vire inmediatamente 20 grados hacia el este.
Y la respuesta que recibió fue:
Yo soy el encargado del faro y es usted el que debe cambiar el rumbo. Si no lo hace, tendrá un accidente fatal.
A veces queremos que los demás cambien y hasta les amenazamos. Pero es más fácil que tú cambies. Tú diriges tu barco. Ve a donde tú quieras, y como todo buen capitán, sé flexible a la hora de dirigir. Escucha lo que los demás tengan que decir. Puedes evitar un desastre.
Proverbios 11:2 “Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra: Mas con los humildes es la sabiduría”
Salmos 37:11 “Pero los mansos heredarán la tierra, Y se recrearán con abundancia de paz”
Mateo 11:29 “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas”
Isaías 57:15 “Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados”.

Solidaridad - Reflexión de amistad - Vídeo

Les voy a contar algo que trata de la solidaridad: 

Una chica debía afrontar un tratamiento de quimioterapia. Tenía 15 años y estaba en el secundario.

Como era de esperar, el tratamiento tendría sus consecuencias y una de ellas sería la pérdida de cabello. Para esta chica, esa situación estaba clara y era consciente de que no había otra salida.

Lo único que le pidió a sus padres es que cuando llegase ese día, no la llevaran al colegio ni nada parecido. Quería enfrentarse sola con la reacción de todo el mundo. Y ese día llegó. Nuestra amiga perdió el cabello y debió salir a la calle para dirigirse al colegio. 

Al llegar, como todos los días, vio que sus amigas no estaban en la puerta ni en el patio. Entonces subió las escaleras para dirigirse al aula. Al abrir la puerta, se encontró con un escenario que jamás podría haber imaginado. Todas sus amigas se habían rapado." 


Tuve la fortuna de escuchar esta historia en vivo mientras conducía, y el final me dejó, como a muchos otros oyentes, absolutamente sensibilizado. Cuánta comprensión, solidaridad, amor, ausencia de ego y sentimiento de amistad.

Quizás el gran salto como sociedad, lo demos cuando en lugar de pasar sobre la cabeza de los demás, nos rapemos la propia, ¿no?