miércoles, 23 de abril de 2014

Dios Quiere que tú Tengas Éxito - Crecimiento personal-espiritual

Si no sabes hacia dónde vas, nunca sabrás cuando llegarás”
Éxito es una palabra que causa controversias en algunas personas, algunos lo anhelan y sin embargo, se resisten a lograrlo porque piensan que no han nacido para ganar. Se han vuelto conformistas y derrotistas con frases como “Nunca lo voy a lograr”, “Soy incapaz...”, “Nadie me entiende”, “Quién se va a fijar en mí”, “No tengo dinero”, entre otras.
Pero el éxito no es suerte o magia del destino. Dios le diseñó a usted para que sea exitoso y, por supuesto, hay pasos que cumplir para que esto ocurra. Jesús fue exitoso en su ministerio, en su obra; el hecho más grande es que Él resucitó, venció a la muerte y pide al Padre por nosotros, para que tengamos éxito en la tierra.
Pero no confunda éxito con fama, dinero, poder, porque hay mucha gente que tiene eso pero no son felices. El éxito es más que eso, tiene que ver con que al final de tu vida amaste a Dios, a tú cónyuge, a tus hijos, que dejaste un legado y disfrutaste la vida al máximo. Una pregunta que te puede ayudar es: ¿Cómo seré recordado después que muera?La gente exitosa es aquella que ha aprendido a aplicar, consistentemente, las leyes de Dios en sus vidas, y que ha descubierto su potencial para bendecir a otros, mientras él también se beneficia.
Uno de los pasos para el éxito es la fijación de metas. Las metas son importantes, le llevan al lugar donde quiere llegar. En un estudio que realizó la Universidad de Harvard a sus estudiantes, encontraron que sólo el 3% de las personas tenían metas por escrito, acompañadas de un plan de acción; al cabo de diez años, se contactó nuevamente con estas personas, y el resultado fue que eran exitosas en lo que hacían.
Si muchos no se fijan metas, es porque no han aceptado aún la responsabilidad personal de sus vidas, y todavía le temen al fracaso o al éxito.

Central telefonica del Cielo

¿Qué sucedería si Dios instalara un contestador telefónico automático en el Cielo?
Imagínate orando y escuchando el siguiente mensaje:
“Gracias por llamar a la Casa de mi Padre”
Por favor selecciona una de estas opciones:
* Presiona 1 para peticiones.
* Presiona 2 para acciones de gracias.

* Presiona 3 para quejas.
* Presiona 4 para cualquier otro asunto.
Imagínate que Dios usara esta conocida excusa:
“De momento todos nuestros ángeles están ocupados atendiendo a otros clientes. Por favor manténgase orando en la línea, su llamada será atendida en el orden que fue recibida”
¿Te imaginas obteniendo este tipo de respuestas, cuando llamases a Dios en tu oración?:
_ Si deseas hablar con Gabriel, presiona 5.
_Con Miguel, presiona 6.
_Con cualquier otro ángel, presiona 7.
_ Si deseas que el Rey David te cante un Salmo, presiona 8.
_ Si deseas obtener respuestas a preguntas necias sobre los dinosaurios, La Edad de la Tierra, dónde está el Arca de Noé, por favor, espérate a llegar al Cielo.
¿Te imaginas lo siguiente en tu oración?: Nuestra computadora señala que ya llamaste hoy. Por favor despeja la línea para otros que también quieren orar… O bien: Nuestras oficinas están cerradas por Semana Santa. Por favor, vuelve a llamar el lunes.
Gracias a Dios que esto no sucede…
Gracias a Dios que le puedes llamar en oración cuantas veces necesites…
Gracias a Dios que a la primera llamada, Él siempre te contesta…
Gracias a Dios porque la línea de Jesús nunca está ocupada…
Gracias a Dios que Él nos responde y nos conoce por nuestro nombre…
Gracias a Dios que Él conoce nuestras necesidades antes de que se las manifestemos…
Gracias a Dios porque de nosotros depende llamarle en oración…
Gracias a Dios por leer este mensaje…

¿Enseña la Biblia realmente que las personas están predestinadas a ir al cielo o al infierno?

La Biblia no es fatalista. De principio a fin es un libro de esperanza y Dios ha dado a todo el mundo la capacidad de elegir. Nosotros no gobernamos a Dios; Él nos gobierna a nosotros.

Es verdad que versículos como Juan 6:44-45, Hechos 13:48 y Efesios 1:4-5 enseñan que, no podemos acudir a Dios a menos que Él primero nos atraiga a Sí mismo. Estos pasajes enseñan claramente que, los que escogen a Cristo, son personas destinadas de antemano a ser hijos eternos de Dios. Otros pasajes enseñan que, la voluntad humana es tan caída y cautiva del pecado, que sólo el Espíritu de Dios puede dar a la persona el deseo de conocer a Dios y ser liberada por Él.

Esta es una problemática difícil, y no sólo para la gente de fe. El principio del determinismo constituye, por un lado, una gran paradoja, que ha desafiado la explicación, no sólo de teólogos cristianos sino también de filósofos ateos. Ambos frentes han luchado con dos aspectos aparentemente irreconciliables de la experiencia humana: la libertad y el determinismo (teoría del origen-consecuencia de los fenómenos naturales).

La Biblia sostiene ambos lados en tensión, sin tratar de resolvernos el problema. Aunque enseña que Dios tiene el control de su universo, así mismo, las Escrituras dicen que igual de claro que Él ofrece salvación a todos, también los hace a todos responsables de la verdadera elección de aceptar o rechazar su
 oferta.

Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al pleno conocimiento de la verdad (1 Timoteo 2:3-4).
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en El, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El (Juan 3:16-17).

El mismo es la propiciación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero (1 Juan 2:2).
La Biblia no es fatalista. De principio a fin es un libro de esperanza y Dios ha dado a todo el mundo la capacidad de elegir. Sin embargo, en medio de nuestras opciones está la verdad: nosotros no gobernamos a Dios; Él nos gobierna a nosotros. No somos soberanos; Él sí. Somos responsables de escogerle a Él, pero estamos tan caídos en nuestro propio pecado, que cuando le escogemos, percibimos que Él nos lo ha permitido hacer misericordiosamente.

El bautismo de Jesús en el Río Jordán

¿Por qué Juan el Bautista no quería bautizar al Señor?

(Mateo 3:13-17), (Juan 1:29-34)
Juan había bautizado ya a muchas personas, que se habían arrepentido de sus pecados y que habían creído su mensaje de que el Mesías aparecería pronto. Cuando Jesús vino para ser bautizado, Juan se resistía a hacerlo, y no fue, exclusivamente, porque se hubiera dado cuenta de que era el Mesías. Debía haber estado indeciso porque cuando vio parado frente a él a Jesús, perfecto y sin pecado, sintió que su pecado era evidente. Por eso Juan le pidió a Jesús que le bautizara: "Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?" (Mateo 3:14). Esto nos revela que Jesús tenía una reputación de ser una persona muy santa, ya sabemos que Él nunca pecó.

Cuando Juan termina de bautizarle, vio al Espíritu Santo descender sobre Jesús en forma de paloma. Dios le había predicho a Juan que cuando eso sucediera, revelaría que era el Salvador. ¡Tenía frente a él a la persona más santa que había conocido, al Hijo de Dios! Durante treinta años Jesús había mantenido esto en secreto. A partir de entonces, Juan empezó a decirles a todos, que Jesús era el Hijo de Dios. ¡El secreto llegó a su fin!

Orando en todo tiempo

Efesios 6:18 orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos.

Pablo ha dicho que hay que colocarse toda la armadura de Dios, y dice que hay algo más que nunca debe faltar en la vida del cristiano: la oración.

El soldado cristiano nada puede hacer con sus propia fuerzas contra Satanás y sus huestes, por eso, mientras toma y se coloca cada pieza de la armadura de Dios y comienza a hacer uso de ella, debe orar en todo tiempo pidiendo la bendición y protección de Dios, e interceder por los demás santos del Señor.

Un soldado que nunca está en contacto con su jefe, por más que esté equipado y entrenado, no va a poder luchar adecuadamente. El cristiano tiene la bendición de la oración, que es el medio a través del cual se comunica con su Señor.