sábado, 8 de junio de 2019

¿Cómo puedo vencer la tentación?

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Las Escrituras nos dicen que todos afrontamos tentaciones. 1 Corintios 10:13 dice, “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana." Puede que esto nos proporcione un poco de aliento cuando a menudo sentimos que el mundo está imponiéndose solo sobre nosotros, y que otros son inmunes a las tentaciones. Sin embargo, se nos dice que Cristo también fue tentado: "Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado." (Hebreos 4:15).

¿De dónde, entonces, vienen las tentaciones? En primer lugar, no vienen de Dios, aunque Él las permite. Santiago 1:13 dice, "Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie.” 

En el primer capítulo de Job, vemos que Dios permitió a Satanás tentar a Job, pero con restricciones. Satanás anda en la tierra como león, buscando a gente para devorar (1 Pedro 5:8). El versículo 9 nos dice resistirlo, sabiendo que otros cristianos también están experimentando sus ataques. Estos pasajes nos dicen que las tentaciones vienen de Satanás. Vemos en Santiago 1:14 que somos tentados cuando somos "llevados y seducidos por nuestra propia lujuria". Nos permitimos tener ciertos pensamientos, ir a lugares donde no deberíamos ir y tomar decisiones basadas en nuestros deseos que nos llevan a la tentación.

Entonces, ¿cómo resistir las tentaciones? Veamos, en primer lugar, el ejemplo de Jesús cuando fue tentado en el desierto por Satanás, en Mateo 4:1-11. Cada una de las tentaciones de Satanás fue recibida con la misma respuesta: "Escrito está", seguida por las Escrituras. Si el Hijo de Dios usaba la Palabra de Dios para poner fin a las tentaciones, lo cual sabemos que funciona, ¿por qué, después de tres fallidos esfuerzos, "el diablo entonces lo dejó"? (verso 11). ¿Cuánto más necesitamos usarla nosotros para resistir nuestras propias tentaciones? Todos nuestros esfuerzos para resistirlas serán débiles e ineficaces, a menos que sean impulsados por el Espíritu Santo a través de la constante lectura, estudio y meditación de la Palabra. De esta manera, seremos transformados “por medio de la renovación de nuestro entendimiento." (Romanos 12:2). No hay otra arma útil contra la tentación excepto la "espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios" (Efesios 6:17). 

Mas primero, Colosenses 3:2 dice: "Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.” Si nuestras mentes están llenas de los últimos programas de televisión, la música y todo lo que la cultura mundana tiene para ofrecer, seremos bombardeados con mensajes e imágenes que inevitablemente conducen a deseos pecaminosos. Pero si nuestras mentes están llenas de la majestad y santidad de Dios, del amor y la compasión de Cristo y el brillo de ambos reflejado en Su Palabra perfecta, encontraremos que nuestro interés en las lujurias de este mundo disminuirá y desaparecerá. Pero sin la influencia de la Palabra en nuestras mentes, estamos abiertos a cualquier cosa que Satanás quiera usar para atacarnos.

El amor cubre y protege

“El odio despierta rencillas, pero el amor cubre todas las faltas”.
(Proverbios 10:12)
Sentir odio es triste porque este sentimiento corrompe el alma, amarga el corazón y destruye lo bueno. El odio provoca rencillas, discusiones, guerras, separaciones, peleas. Es muy diferente el amor. Porque al amar, entregas. Y cuando entregas, recibes y sientes cosas bellas dentro de tu ser que se transmiten hacia afuera.
El odio expone, saca lo peor de las personas, mientras que el amor cubre, protege, cuida y preserva. Cubrir es tapar, envolver, dejar de concentrarse en los errores y faltas de una persona, para en cambio, sobresalir lo bueno y mejor que posee.
Resulta que a veces, cuando nos enfocamos en lo bueno de las personas y se lo hacemos saber, esas personas terminan cambiando para bien. Porque es posible que ni ellos mismos hayan podido descubrir lo bueno que tienen, y cuando uno se lo hace saber, muchas veces, descubre un diamante en bruto que con el tiempo se irá perfeccionando.
Amar es siempre una buena opción, mientras que odiar solo destruye. El amor edifica y supera dificultades. Amor es cielo; odio es infierno. Amar es paz; odiar es guerra. El amor se multiplica, mientras que el odio separa y divide.

Dios te ama, y su amor se refleja en nosotros. Si podemos amar es porque Él está en nosotros.

¿Sabes quién eres?

Óseas 4:6 “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento…”
La ignorancia es muy mal enemigo (el peor) del creyente. El desconocimiento de saber quién eres en Cristo Jesús, hace que el enemigo tome parte en tu vida y no estés en plenitud de vida como hijo de Dios. Si conoces tu identidad, también conocerás al autor de tu vida, y por consiguiente serás poseedor de todas las riquezas en Cristo Jesús.
La ignorancia y la falta de conocimiento de Dios, de su palabra, de su poder, de las promesas que Él te ha dejado, del poder en el nombre de Jesús, del poder de la sangre de Cristo vertida en la cruz del calvario, del desconocimiento del poder del Espíritu Santo en tu vida, todo esto hace que no recibas todas sus promesas, riquezas y bendiciones, aquellas que Dios te ha otorgado al hacerte hijo de Dios (Juan 1:12), heredero y coheredero con Cristo Jesús.
Romanos 8:17 Y si hijos también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados”.
Resultado de imagen de ¿Sabes quién eres en Cristo?La palabra de Dios, que es la Biblia, es el manual de instrucciones que Dios nos ha dejado para que meditemos en ella y la pongamos por obra. Su palabra nos hará prosperar en todos nuestros caminos.
Josué 1:8 “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien”.
En este versículo te aclara Dios como te puedes apropiar de todas las promesas, cumpliendo su palabra. No te será fácil, pero tampoco imposible y dice el Señor (1 Juan 5:3) que guardes sus mandamientos y sus mandamientos no son gravosos; porque has nacido de Dios y has vencido al mundo; la victoria que ha vencido al mundo es tu fe en Cristo Jesús.
Sin el conocimiento de este manual de instrucciones, ¿como podrás usar todo lo que Dios te ha dejado y otorgado a través del perfecto sacrificio de Cristo en la Cruz del calvario?
Tu vida debe ser una vida de glorias y victorias, y lo será cuando entiendas el lugar que tienes en Cristo Jesús. Eres un hijo de Dios, y si hijo, también heredero de todas las riquezas en gloria en Cristo Jesús (Gálatas 4:7).
Un hijo disfruta de todas las riquezas y posesiones que hereda de sus padres, un extraño no tiene parte en la herencia; solo un hijo es poseedor de toda ella. Así es un genuino hijo de Dios cuando conoce lo que ha heredado, que todo le pertenece y puede disfrutarlo libremente en su plenitud.
Dios te dice hoy: Hijo, todas mis cosas son tuyas (Lucas 15:31). ¿Por qué no tomas el lugar que te corresponde y comienzas a disfrutar de la herencia recibida?
Puede haber varios motivos por los cuales un hijo de Dios no puede disfrutar de todas las riquezas en gloria en Cristo Jesús, pero el mayor obstáculo es la ignorancia y el desconocimiento de no saber quién es en Cristo Jesús, con relación al mundo natural y espiritual.