Cuando Cristo miraba a las multitudes, las veía con esta perspectiva: no como un conjunto de individuos donde cada uno tenía que cuidarse de sí mismo, sino como un grupo de personas que habían sido abandonadas por aquellos que debían velar por sus necesidades.
Jesús recorría todos los pueblos y aldeas enseñando en las sinagogas, anunciando las buenas nuevas del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia. Mateo 9:35

Al andar por lugares públicos de la ciudad, necesitaremos que Dios abra nuestros ojos para ver la verdadera condición de los que nos rodean.
Detengámonos un instante en la palabra "recorría". El término describe una de las actividades indispensables para tener y cultivar un corazón pastoral. No existe la función de pastor de escritorio o de oficina. La vocación pastoral se cultiva conociendo de primera mano la realidad del pueblo al cual se pretende ministrar. Podemos incorporar, a nuestra perspectiva ministerial, las observaciones de otros que conforman el cuerpo de Cristo, pero nada nos ayudará a evadir la responsabilidad de recorrer las calles y los barrios de nuestro lugar de ministerio. Porque solamente al caminar entre las multitudes, podremos conocer sus luchas, sus anhelos y sus tristezas.