Al contrario de lo que nos muestran la cultura y los medios de comunicación, la belleza de una mujer no se encuentra en su apariencia externa. En todo momento estamos siendo bombardeadas con publicidad de productos que se supone nos harán más hermosas, ¡como si no lo fuéramos tal cual somos! Cremas para ocultar o eliminar las arrugas, peinados, joyas, prendas de vestir, tintes para teñir el cabello y ocultar el gris de las canas, etc,. Y por si fuera poco, nos recetan máscaras que tapan nuestras caras reales y nos hacen más atractivas.Pero esto realmente no importa en absoluto. Y no es que sea malo en sí mismo, pero nuestra actitud tras ello sí lo puede ser, ya que la necesidad de vernos más atractivas se puede convertir en algo imperioso u obsesivo. Si este es tu caso, puede ser que no estés conforme con lo que realmente eres.
El deseo de Dios es que nos preocupemos por nuestro interior, nuestro verdadero ser, el único lugar donde la belleza es real. Tener una cara bonita, una figura perfecta, y todos los atavíos que la acompañan, no significa nada a la luz de la eternidad, solo es reflejo de la cultura en que vivimos, cuando nosotras debemos desafiar a la cultura y a las modas que nos impone el mundo.
Después de tener a mi hija, me di cuenta de los tipos de juguetes que había disponibles para las niñas. Mucho tienen que ver con la belleza y "glamour", y entonces me tuve que preguntar a mí misma qué tipo de mensaje deseaba transmitirle.
