Durante mis más de dos décadas y media de haberle entregado mi vida a Dios y vivir para Él, he escuchado repetidamente esta frase: “Cuando busco más de Dios, más problemas vienen a mi vida”, y termina la frase con una pregunta: “¿Por qué?”
Realmente no sabemos en qué momento de la historia, relacionamos la cantidad de problemas que nos vienen con el hecho de estar más cerca de Dios, es decir: ¿Cómo fue el hecho de comenzar a pensar que si me acerco más a Dios más problemas me vendrán?
Esto es una constante en muchas personas, que al verse en situaciones difíciles, reaccionan creyendo que sus problemas vienen por “querer estar más con Dios”, “buscar más de Dios”, “estar más consagrados a Dios”, etc.
Es preciso desvirtuar esta mentira que viene de un pensamiento lanzado por el enemigo, porque, ¿en qué cabeza puede caber la idea de que estando cerca de Dios más problemas nos vendrán? En pocas palabras y viéndolo de otro modo: “No te metas mucho con Dios porque te ira mal”, ¿es eso lo que creemos?, y no me digas que no, porque todo el que dice que: “entre más me meto con Dios, más problemas me vienen”, lo que está transmitiendo es que estar cerca de Dios no es bueno.
Comencemos por analizar el por qué de esa frase, por qué decimos o pensamos que entre más nos acercamos a Dios más problemas nos vienen:
Ese pensamiento, además de provenir de una artimaña del enemigo para hacernos pensar que no debemos acercarnos mucho a Dios, también es el resultado de NUESTRAS PROPIAS EXPECTATIVAS.
Es decir: cuando nos acercamos a Dios pensamos que nada nos puede pasar, que no vendrán problemas, que todo se solucionará rápidamente, pero la realidad es que NO siempre pasa eso, y es que el hecho de acércanos a Dios no nos da la total seguridad de que las cosas que estamos viviendo se solucionarán o que por alguna razón desaparecerán en un instante. El hecho de creer que TODO se solucionará nos hace estar a la expectativa de las cosas y más sensibles a detectar problemas, y es porque tenemos grandes expectativas, esperamos que pasen muchas cosas; pero ¿qué tal si no pasa nada?, ¿qué tal si todo sigue igual o peor?, ¿acaso es culpa de Dios? La mayoría de problemas que afrontamos son consecuencias de nuestras malas decisiones, son consecuencias de nuestros errores y, lamentablemente, nosotros terminamos echándole la culpa a Dios por lo que nos pasa, como si Él nos obligara a tomar ciertas decisiones equivocadas.
¿Qué le pasa a una persona que no está con Él, que no quiere estar cerca de Dios?, que simplemente no espera mucho en su vida, es decir, no espera que pasen grandes cosas. ¿Está afrontando problemas?, seguramente sí, y problemas muy grandes, pero como no espera grandes cosas para su vida, simplemente se acostumbra a esos problemas sin echarle la culpa a nadie. En cambio, un cristiano que busca a Dios quiere que todo se le resuelva, y al no recibir rápidamente las respuestas que busca, opta por pensar que ahora que se ha acercado a Dios, “más problemas le vienen”; y no es que le vengan más, sino que él está más sensible a los problemas y expectante a que desaparezcan cuanto antes.