jueves, 11 de diciembre de 2014

Estar en paz con todos

Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. Romanos 12:18
En un viaje reciente, un auxiliar de vuelo me preguntó si volaba con mucha frecuencia. Cuando le contesté que sí, dijo: ¿No ha observado que últimamente, la gente en los aviones está volviéndose cada vez más agresiva? Le confesé que estaba de acuerdo. Empezamos a hablar de cuáles podrían ser las causas; cosas como las crecientes medidas de seguridad aeroportuarias, los costes elevados, la disminución en los servicios y una insatisfacción generalizada respecto a los viajes. Confirmando la certeza de lo que decíamos, nuestra conversación se vio interrumpida por un pasajero que no quería sentarse en el lugar que le habían asignado, porque le gustaba más el de otro.
Los seguidores de Cristo se pueden enfrentar a críticas, enojos y agresividades, pero aún así, deben intentar ser pacificadores. Pablo le escribió a la iglesia de Roma planteándole este desafío: Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres (Romanos 12:18). ¿Qué significa esto?, que debemos controlar lo que está a nuestro alcance. No podemos controlar las actitudes de los demás, pero sí nuestras reacciones.
Cuando nos vemos rodeados de ira y de actitudes hostiles, podemos exhibir el corazón del Príncipe de la paz, respondiendo de una manera bondadosa y pacífica. De este modo, demostraremos la actitud de nuestro Salvador.
El mundo necesita una paz que supere todo malentendido.

La Sencillez de La Fe - Reflexiones

La vida debería ser una celebración pero son pocos los creyentes que la disfrutan y menos aún los que la celebran. Hay gente que ama verdaderamente a Jesucristo y va camino al cielo, pero muy pocos disfrutan planeando el viaje. Durante muchos años fui una de estos… y  creía que también así era Marta. 
Marta estaba ocupada haciendo lo que yo acostumbraba hacer: correr de un lado a otro, para impresionar a Dios y a todos. Pero yo complicaba mi relación con el Señor porque solo me preocupaba de mi enfoque legalista de la justicia. Buscaba muchas cosas: respuesta a mis dificultades, prosperidad, sanidad, éxito en mi ministerio, cambios en mi familia.... Solo me sentía bien cuando estaba haciendo algo. Y me incomodaba la gente como María, que sabía disfrutar sin esmerarse tanto. Pensaba que esa gente debería hacer lo que yo hacía.
Mi problema era que tenía todo de Marta y nada de María. Amaba a Jesús, pero no había aprendido acerca de la vida sencilla que Él deseaba que yo viviera. Descubrí que la respuesta tenía su raíz en la fe, en ver lo que significaba sentarse a los pies de Jesús, escuchar sus palabras, y confiar en Dios con toda mi alma y corazón.

Va llegando la Navidad

Nos acercamos a la navidad, dulces sentimientos de paz, alegría, bondad, de mucho amor se ciernen sobre nuestros corazones. Qué alegría cuando las familias se van juntando alrededor de las chimeneas, ven arbolitos de navidad,... la alegría se puede ver reflejada en sus miradas, sobre todo en la mirada de nuestros mayores que esperan con gran ansia y alegría estas alegres fechas. Recordamos tristemente a todas aquellas personas queridas que por desgracia, ya no están a nuestro lado, ¡cómo se les hecha de menos!; son días de alegría, también de tristeza por esos recuerdos, pero también hay que acordarse de todas esas personas que están solas y que solas pasan estas fechas.
Da un poco rabia que sea solo en estos momentos cuando las familias se juntan, cuando se tienen estos bonitos sentimientos en el corazón, ojalá fuera así todo el año, pero es muy difícil. 
Pero bueno, demos gracias a Dios porque estos sentimientos por lo menos existan, aunque sea por pocos días, porque sin ellos no sería igual la navidad, sería una fecha más en el calendario. Gracias a Dios que no es así.
Qué bonito cuando estamos cenando y nuestros abuelos nos cuentan aquellas historias que, aunque fantásticas, son tan reales como la vida misma. ¡Cuántos momentos hemos pasado así, viendo cómo la nieve cae fuera, lenta pero a la vez bonita y brillante a la luz de la luna; qué momentos inolvidables esos que seguramente, contaremos también a nuestros nietos cuando seamos mayores. Es deseable que estos días de paz y alegría no se terminen nunca y todos, aunque por poco tiempo, seamos felices.

El amor al prójimo

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Toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Gálatas 5:14.
"La juventud quiere amistad y amor". Bajo este título, a principios del año 2000, la prensa informó que un notable científico pedagogo, había llegado a la conclusión de que la juventud del nuevo milenio desea amistad, amor y amabilidad. El científico llama a esto tener una actitud vital positiva, característica de la juventud, pero en seguida, admite que "no se llega a esto sin un cambio de mentalidad".
Él constataba que hoy en día, muchos jóvenes apenas entienden lo que significa exactamente, la responsabilidad social, y se interesan poco por la fidelidad y el amor al prójimo. Ahí está la clave de la cuestión: querer amor no basta cuando uno lo quiere solo para sí mismo. El verdadero amor es el que se da. Y sobre esta base, crece una relación estable que va mucho más lejos que lo que el científico llama "responsabilidad social".
Jesucristo viene a nuestro encuentro con esta clase de amor; un amor tan grande que lo llevó hasta morir en la cruz del Gólgota por todo aquel que en Él cree. En consecuencia, los que en Él creen reciben el perdón de sus pecados y la paz con Dios. En el Salmo 109:4-5 el Espíritu profético describe así los sentimientos del Señor: “En pago de mi amor me han sido adversarios… Me devuelven mal por bien, y odio por amor”.
Quien acepta ese amor y confiesa sus pecados a Jesús le pertenece y puede decir: “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero” (1 Juan 4:19). Este vínculo de amor abraza a todos aquellos que le pertenecen, y están unidos a Él en una unión indisoluble y eterna.

Mil Noventa Y Cinco Besos De Amor

El hombre, de sesenta y cinco años de edad, se inclinó sobre su esposa. Ella estaba dormida, dormida profundamente. La besó suavemente en su mejilla y le dijo: Pronto te sentirás bien, querida.
Al otro día le dio el mismo beso y le dijo las mismas palabras. Así hizo día tras día, durante mil noventa y cinco días, todo el tiempo que la esposa estuvo en coma.
Eran José Brasher y su esposa Bárbara. Ella, en una Navidad, había sufrido la rotura de una arteria cerebral y estuvo en coma tres años. Al cabo de tantos besos y de tantos días, Bárbara abrió los ojos y dijo: ¡Feliz Navidad, amor mío! De ahí que concluyera: "Dios, y los besos de mis esposo, me trajeron de vuelta."
Esta es una verdadera historia de amor. Es más, es una historia de amor, de fe y de esperanza, las tres grandes virtudes cristianas. Bárbara sufrió un coma que duró tres años. Cada día su esposo la visitó en el hospital, y cada día de esos tres años él depositó un beso en su mejilla y una oración en su oído. Y finalmente, el amor, la fe y la esperanza dieron resultado. Fue así como Bárbara quedó perfectamente bien.