viernes, 16 de marzo de 2018

Vence con el bien el mal

Un aborigen ya muy anciano, que se hallaba instruyendo a su nieto acerca del peregrinaje en esta vida le dijo: -¿sabes?, una gran batalla se lleva a cabo dentro de mí. Es una batalla entre dos fieras.
Resultado de imagen de vence con el bien el mal bibliaUna es mala, y es el odio, la envida, la ira, el resentimiento, la vanagloria, el orgullo, la vanidad, la codicia.... Y la otra fiera es buena, y es el amor, la bondad, la paz, la esperanza, la humildad, la confianza.... Es una lucha sin tregua alguna, y también se lleva a cabo en tu interior, y en el interior de cada ser humano de este mundo.
En medio de su meditación, el niño pregunta al anciano:
-¿Quién vencerá?
-Pues el que tú escojas alimentar-, replicó el anciano.

“...No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal…” Romanos 12:17-21

El Dios vivo

Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios? Salmo 42:2
¡Dios, Dios mío eres tú! ¡De madrugada te buscaré! Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela en tierra seca y árida donde no hay aguas, Salmo 63:1
Tener “sed de Dios”. ¡Qué intensa necesidad; qué sorprendente expresión! Es la necesidad que hay en lo más profundo del corazón de cada uno de nosotros. Pero, ¿de qué Dios tenemos sed? ¡Del Dios vivo! Éste no es solo un Dios que existe, sino el Dios que da la vida, que habla y escucha; es el Dios que actúa en la historia de los hombres y en nuestra propia historia. No es un dios lejano que no se interesa en los hombres, sino un Dios muy cercano que se revela por fe.
Orar a Dios como al Dios viviente es reconocer que tiene el poder de liberarnos del miedo y del mal. También es tomar conciencia de que Él conoce todo lo que hacemos e incluso lo que pensamos. ¡No podemos esconderle nada!
Pensar en el Dios vivo puede atemorizar al que no está en regla con Él e incluso aterrorizarlo. ¡Pero qué fuente de paz y de confianza para el que va a Dios por medio de la fe! Dios se revela de una manera... tan real, tan profunda, que la expresión “Dios viviente” viene a los labios del creyente cuando expresa su ardiente deseo de comunión con su Dios (Salmos 42 y 84).
Cuando por la fe experimentamos la presencia de Dios, nos inclinamos con respeto y amor, cautivados por su grandeza.
“Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía” (Salmo 42:1).
“Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios del Señor; mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo” (Salmo 84:2).

¿Qué tipo de vasija eres?

¡Qué aflicción espera a los que discuten con su Creador! ¿Acaso discute la olla de barro con su hacedor? ¿Reprocha el barro al que le da forma diciéndole: ¡Detente, lo estás haciendo mal!?
Isaías 45:9 (Nueva Traducción Viviente)
Dios como alfarero es quien elige las herramientas para moldearnos, y dichas herramientas por lo general no son agradables cuando se tratan de comprender en la carne. No así con el Espíritu de Dios, quien ve lo eterno. Cuando una persona es sometida por Dios a procesos para desprender de él/ella las características que no caben en Su obra, es como si un alfarero diera forma a la vasija que diseñó. Y en dicho proceso algunos de los creyentes se desaniman, incluso hasta dicen enojarse con Dios por lo que les está pasando, cuando en realidad Dios solamente está desprendiendo los pedazos de barro que no son parte de la obra maestra que Él diseñó.
Dios es el Creador del Universo, por Su palabra son sostenidas las galaxias. Él afirmó las estrellas, determinó el numero de especies que vivirían en la tierra, y por Su aliento todo ser es sustentado. No se discute quién es el más sabio ni el más poderoso porque no existe con quien compararlo. Él es la sabiduría y el poder, por lo tanto Él sabe lo que es mejor para cada uno de Sus hijos, Él conoce la forma real de cada una de Sus vasijas. Cuando un creyente se resiste a convertirse en la persona que en realidad es en Cristo, se encuentra peleando con su Hacedor, con Aquel que está moldeándolo.
Un creyente no debe concebir en su corazón que Dios está haciendo mal las cosas, que el Todopoderoso se ha equivocado al escoger el camino y circunstancias que un creyente vive, pues es como si una vasija de barro discutiera con su hacedor.
Por el contrario, un creyente debe mostrar buena disposición para ser transformado en la vasija que Dios concibió en Su corazón antes de la creación. Así como humedecer el barro con agua facilita que el alfarero dé forma a su obra, el creyente debe ser expuesto frecuentemente al poder y vida de la palabra de Dios para ser formado sin dolor y con facilidad por el Señor.

¿Qué tipo de vasija quieres ser? ¿De las que se resisten a su alfarero o de las que tienen puesta su mirada en la obra maestra del Creador?