Fíjate en cómo Dios preparó a Moisés y comprenderás cómo nos prepara a nosotros:
(1) Él comienza con nuestro carácter, y después trabaja en nuestro llamado.
(2) Él nunca desaprovecha las experiencias pasadas.
Si Moisés no hubiera sido criado en el palacio del Faraón, éste le habría tomado por un pobre pastor, loco a causa de una fuerte insolación, y lo hubiera matado; pero su pasado lo preparó para su futuro. Debido a su entrenamiento en el desierto, pudo proteger y dirigir a Israel a través del desierto del Sinaí. El mero hecho de haber nacido en la esclavitud le proporcionó la comprensión y capacidad necesarias para aceptar tal tarea. Así que, no huyas de tu pasado; ¡aprende de él!
(3) Él te dará una “inversión” de tipo emocional en el trabajo que te ha llamado a realizar.
¡Qué irónico! Faraón había ordenado la muerte de todos los niños hebreos menores de dos años, y ¡caramba!, en su propio palacio estaba criando uno de ellos; uno que liberaría a Israel y acabaría con su reinado… Los israelitas no eran unos desconocidos, sino el mismo pueblo de Moisés, cuyos clamores se habían repetido en sus oídos durante cuarenta años, y ahora estaba dispuesto a morir por ellos. Esto es lo que se requiere para ser usado por Dios: una “inversión” emocional.