domingo, 19 de julio de 2015

¿Por qué me llamaste anoche?

Un amigo me llamó por la noche y me alegró mucho su llamada. Lo primero que me preguntó fue: ¿Cómo estas?
Y sin saber por qué, le contesté:
¿Quieres que hablemos? Me respondió que sí, y dijo:
¿Puedo ir a tu casa?, y le dije que sí.
Colgó el teléfono y en menos de quince minutos ya estaba tocando a mi puerta.
Yo empecé y hablé durante horas y horas, de todo, de mi trabajo, de mi familia,... y él atento siempre, me escuchó.
Se nos hizo de día, yo estaba totalmente cansado mentalmente, me había hecho mucho bien su compañía, sobre todo que me escuchara y me apoyara, que me hiciera ver mis errores, me sentía muy a gusto,... y cuando él notó que yo ya me encontraba mejor, me dijo:
Bueno, pues me retiro, tengo que ir a trabajar.
Yo me sorprendí y le dije: ¿pero por qué no me habías dicho que tenías que ir a trabajar?, ¡mira la hora que es, no dormiste nada!, te quité tu tiempo toda la noche.
Él sonrió y me dijo: no hay problema, para eso estamos los amigos.
Me sentía cada vez más feliz y orgulloso de tener un amigo así. Lo acompañé a la puerta de mi casa… y cuando él caminaba hacia su automóvil le grité desde lejos:
¡Oye amigo!, a todo esto, ¿por qué llamaste anoche tan tarde?
El regresó y me dijo en voz baja, "es que te quería dar una noticia"…y le pregunté: ¿qué pasó?
Y me dijo…fui al doctor y me dijo que mis días están contados, tengo un tumor cerebral, no se puede operar, y solo me queda esperar... el día en que tenga que partir de este mundo.
Yo me quedé mudo…él me sonrió y me dijo: que tengas un buen día amigo… se dio la vuelta y se fue…
Pasó un buen rato hasta que asimilé totalmente la situación y me pregunté una y otra vez, ¿por qué cuando él me preguntó cómo estás, me olvidé de él y solo hablé de mi? ¿Cómo tuvo la fuerza de sonreírme, de darme ánimos, de decirme todo lo que me dijo, estando él en esa situación?… Es increíble… 
Desde entonces mi vida ha cambiado, suelo ser mas crítico con mis problemas, y suelo disfrutar más de las cosas buenas de la vida. Ahora aprovecho más el tiempo con la gente que quiero, por ejemplo él, procuro disfrutar más el tiempo, y hablamos, sigo disfrutando de sus chistes, de su locura, de su seriedad, de su sabiduría, de su temple, de mi amigo…
“No hay amor más grande que dar la vida por los amigos”. Juan 15.13
ASÍ QUE RECUERDEN NO HACER NUNCA SENTIRSE MAL A UN AMIGO, AL CONTRARIO, HAZLE SENTIR QUE ES LO MÁS IMPORTANTE PARA TI, Y PASE LO QUE PASE, ESTARÁS ALLÍ ..PARA AYUDARLE Y COMPRENDERLE. EL AMOR Y LA AMISTAD ESTÁN POR DELANTE…
!Oh!, vosotros mis amigos, tened compasión de mí, tened compasión de mí! Porque la mano de Dios me ha tocado. Job 19:21.
En todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de angustia. Proverbios 17:17.

Un puente hacia la vida

La historia del diluvio y de cómo un hombre construyó una barca en la que subieron él y su familia para ponerse a salvo de las aguas, de cómo subieron animales para preservar la continuidad biológica de las distintas especies, trasciende los tiempos, las culturas.
A pesar de su lejanía en la antigüedad hoy permanece, más vigente que nunca, la epopeya de quien le tocó vivir en épocas tumultuosas, caóticas, como los días de Lot y de las tristemente célebres Sodoma y Gomorra. Un personaje que surge con singular vigor marcando el más agudo contraste con los pares de tu tiempo. Personaje llamado Noé.
Difícilmente, Noé en sus días y con su fe puesta en su Señor, construyendo el Arca pudo vislumbrar el formidable significado que tendría la embarcación, más allá de cualquier circunstancia, para las generaciones que habrían de venir en el futuro.
La historia de Noé es apasionante. Construir una embarcación en medio del desierto debió ser una misión además de muy difícil, no carente de las risas y burlas de los demás. Solo a un loco podría ocurrírsele construir una barcaza en medio del desierto. Sin embargo, Noé cumplió su misión con un grado de detalle y precisión sorprendente. Hoy en día, ingenieros y expertos armadores de barcos no dejan de asombrarse ante la sencilla pero eficiente ingeniería de la barca, de la que según parece, en la actualidad aún se conservarían restos de la misma en la cima del monte Ararat, en la frontera entre Turquía y Rusia.

Diezmos y Ofrendas

Muchas personas cuando hablan del tema, dicen que vivimos bajo la gracia y que ahora ya no es obligatorio diezmar, y también muchas sectas dicen lo mismo, dicen que lo que se debe dar es la ofrenda. La verdad es que sobre este tema hay mucho que hablar pero poco que entender, pues Dios ya estableció en su palabra que todo hombre entregue los diezmos y ofrendas al sacerdote, se los da por heredad.
Dejando a un lado las herencias generacionales que se trasfieren de una generación a otra, cuando hablamos de pecados heredados de generación a generación, les decimos a los hermanos que se arrepientan de esos pecados ocultos que no conocemos de nuestros ancestros. Entonces, cuánto más no haremos para Dios; paguemos los diezmos generacionales heredados de nuestros antepasados. Recordemos que ya somos israelitas no por nacimiento sino por herencia, comprados con la sangre de Jesucristo. Recordemos también, que todas las leyes de Dios están vigentes hoy en día; Jesús mismo enseñó, que toda la ley la enseñaba fundamentalmente en dos mandamientos, amarás al señor tu Dios sobre todas las cosas, y amarás a tu prójimo como a ti mismo.
diezmos y ofrendasNúmeros 18:21 “Ten en cuenta que Yo he dado a los hijos de Leví todos los diezmos en Israel por heredada cambio de su ministerio en el cual sirven, el ministerio de la tienda de reunión. Claramente, Dios dice que les ha dado por herencia los diezmos a los que le sirven en el ministerio del sacerdocio (pastores), a los que se dedican a trabajar pastoreando al pueblo de Dios.
Números 18:24 “Porque el diezmo de los Israelitasel cual ofrecen como ofrenda al SEÑORYo lo he dado a los Levitas por heredadpor tantoen cuanto a ellos he dicho‘Entre los Israelitas no tendrán heredad. Dios certifica los diezmos de los israelitas, (tú ya eres israelita, comprado por la sangre de Jesucristo); Dios dice claramente: Yo se lo he dado a los levitas, tú cumple lo que la palabra de Dios enseña, tú da tu ofrenda a Dios, y deja que Dios se lo dé al que él quiere; en este caso dice: Yo lo he dado a los Levitas por heredad, y tú deja que los pastores le den cuenta a Dios de lo que Él les ha dado por herencia a todos ellos, cumple con tu Dios porque Él es el que te ha bendecido con todo lo que tienes.

El nuevo nacimiento es por Cristo y para Cristo

Existen diferentes condiciones que actualmente, la iglesia ha aceptado como una especie de prueba que demuestra que las personas se han arrepentido de sus pecados, se han vuelto a Dios y han alcanzado la salvación.
Por ejemplo:
  1. Algunas personas pueden considerar que el hecho de haber realizado una oración de arrepentimiento en algún momento de la vida, ha sido suficiente para creerse salvos y nacidos de nuevo, cuando realmente, no existe ningún fruto que dé testimonio de su nueva vida. Vida que solo se puede vivir en Cristo Jesús.
  2. Otros pueden pensar en la errónea idea de que el bautismo practicado por aspersión o inmersión es la garantía de la salvación. De esta forma, muchas personas toman a la ligera el verdadero arrepentimiento que Dios espera de cada uno de nosotros, haciendo de esta experiencia sobrenatural, un simple acto de remordimiento que en cualquier momento pierde su efecto, y tarde o temprano, se deja en el olvido, para al final terminar en los mismos pecados y camino de perdición de antes, o quizá peor.
  3. En otros casos, puede ser posible que mucho activismo espiritual o ministerial (oración, ayuno, estudio de la palabra, predicación del Evangelio, etc.) se tome como una de las principales demostraciones de una auténtica conversión, negando totalmente la gracia que es otorgada gratuita e inmerecidamente por medio de Jesucristo el Hijo de Dios.
Estos son solo tres de los principales argumentos que usan algunas personas, como prueba de su salvación y su nueva vida en Cristo; sin embargo, ninguno se puede tomar como una prueba fehaciente de ello. Si así fuera, estaríamos negando la gracia y la fe que Dios nos ha regalado para salvación y vida eterna en Jesucristo, Señor nuestro, y estaríamos afirmando que la salvación y el nuevo nacimiento son por las obras que hacemos, una total herejía.
Así que, tengamos en cuenta lo siguiente:
  1. La oración no es la que nos da la salvación y el nuevo nacimiento; el Espíritu Santo, regalo de Dios concedido en Cristo Jesús por fe y por gracia, es la garantía de nuestra salvación y conversión. “Y ahora ustedes, los gentiles, también han oído la verdad, la Buena Noticia de que Dios los salva. Además, cuando creyeron en Cristo, Dios los identificó como suyos al darles el Espíritu Santo, el cual había prometido tiempo atrás. El Espíritu es la garantía que tenemos de parte de Dios de que nos dará la herencia que nos prometió y de que nos ha comprado para que seamos su pueblo. Dios hizo todo esto para que nosotros le diéramos gloria y alabanza”. Efesios 1:13-14 (Nueva Traducción Viviente).
  1. Ninguna obra, sacrificio, ritual o ceremonia nacida del esfuerzo humano, puede lavarnos, limpiarnos y liberarnos de nuestros pecados. Jesucristo es el único que tiene el poder de quitarnos esa carga. “Pedro contestó: Cada uno de ustedes debe arrepentirse de sus pecados y volver a Dios, y ser bautizado en el nombre de Jesucristo para el perdón de sus pecados. Entonces recibirán el regalo del Espíritu Santo. Esta promesa es para ustedes, para sus hijos y para los que están lejos, es decir, para todos los que han sido llamados por el Señor nuestro Dios”. Hechos 2:38-39 (Nueva Traducción Viviente). “Jesús le contestó: Te digo la verdad, nadie puede entrar en el reino de Dios si no nace de agua y del Espíritu. Juan 3:5 (Nueva Traducción Viviente). Estos versículos no hacen referencia al bautismo que debe realizarse por inmersión como lo indica la palabra de Dios, sino al bautismo en el Espíritu, el cual solo puede ejercer Dios por medio de Jesucristo.
Juan el Bautista dijo: Yo bautizo con agua a los que se arrepienten de sus pecados y vuelven a Dios, pero pronto viene alguien que es superior a mí, tan superior que ni siquiera soy digno de ser su esclavo y llevarle las sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego”. Mateo 3:11 (Nueva Traducción Viviente).

Jesús dijo: “El ser humano solo puede reproducir la vida humana, pero la vida espiritual nace del Espíritu Santo”. Juan 3:6 (Nueva Traducción Viviente).
“Luego Jesús fue de Galilea al río Jordán para que Juan lo bautizara, pero Juan intentó convencerlo de que no lo hiciera. Yo soy el que necesita que tú me bautices, dijo Juan, entonces, ¿por qué vienes tú a mí? Pero Jesús le dijo: Así debe hacerse, porque tenemos que cumplir con todo lo que Dios exige. Entonces Juan aceptó bautizarlo”. Mateo 3:13-15 (Nueva Traducción Viviente). El bautismo por inmersión no salva a nadie, no nos limpia ni nos libera de nuestros pecados; el bautismo por inmersión es un acto de obediencia que hacemos por amor a Jesucristo, un testimonio ante el mundo de que pertenecemos a Cristo, una proclamación de la fe que profesamos en Él, nuestro Salvador y Redentor.
“Dios decidió de antemano adoptarnos como miembros de su familia al acercarnos a sí mismo por medio de Jesucristo. Eso es precisamente lo que Él quería hacer, y le dio gran gusto hacerlo. De manera que alabamos a Dios por la abundante gracia que derramó sobre nosotros, los que pertenecemos a su Hijo amado. Dios es tan rico en gracia y bondad que compró nuestra libertad con la sangre de su Hijo y perdonó nuestros pecados”. Efesios 1:5-7 (Nueva Traducción Viviente).
  1. Podemos orar, ayunar, predicar el Evangelio y muchas cosas más; sin embargo, si hacemos todo esto separados de Cristo, controlados por la carne y no por el Espíritu, ningún sentido tiene, no tendrá ningún beneficio ni para nosotros ni para aquellos que reciben lo que, supuestamente, hacemos en nombre del Señor. No podemos hacer nada separados de Cristo, todo lo que hacemos es por Él y para Él, es Él quien nos usa y es Él quien obra en cada persona conforme su poder y autoridad. Jamás podríamos cambiar nuestro corazón y mucho menos cambiar el de otra persona; esta es una obra poderosa y sobrenatural que solo Dios hace a través de su Hijo Jesús.