viernes, 29 de junio de 2018

Unidad en la Iglesia

Efesios 4:1-6
Dios nos ha escogido para ser los representantes de Cristo en la tierra, y Pablo nos desafía a tener vidas dignas del llamado que hemos recibido, el maravilloso privilegio de ser llamados propiedad de Cristo.
La gente observa nuestras vidas (Efesios 4:1)
Efesios 4:1 “Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados“.
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La vocación con que fuimos llamados (para lo que lo ha llamado Dios, tal cual es su don), ¿siente que Dios lo ha llamado para llevar una forma de vida diferente a la del mundo?
1 Pedro 2:9 “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable“.
Pablo dice que somos parte de un solo cuerpo y, por otra parte, la Biblia habla que Dios ha dado diferentes dones a la Iglesia (1 Corintios 12). Pablo compara el cuerpo de Cristo con un cuerpo humano, en el que cada parte tiene una función especial que es necesaria al cuerpo en su totalidad.
Las partes son diferentes en su propósito, pero a pesar de sus diferencias deben laborar juntas. Dos errores son comunes en el cuerpo de creyentes. (1) Sentirse demasiado orgulloso de sus habilidades, y (2) pensar que no tiene nada que aportar u ofrecer al cuerpo de creyentes. Pero la Iglesia está compuesta por muchas personas con una variedad de dones y habilidades.
Nadie logrará ser perfecto aquí en la tierra (Efesios 4:2)
Efesios 4:2 “con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor“.
Pablo recomienda a los creyentes que debemos aceptarnos y amarnos los unos a los otros a pesar de nuestras faltas. Cuando veamos errores en otros creyentes, deberemos actuar con paciencia y amabilidad.
Efesios 4:3 “solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz“.
Guardar la unidad es una de las funciones importantes del Espíritu Santo. Hechos 1:14 “Todos estos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos“.
Ahora bien, Dios sabía que esto no siempre es posible porque una persona sola no puede mantener la unidad. Pablo no pide que los cristianos hagan la unidad, porque solo Dios puede establecer ese vínculo; pero los creyentes sí tienen la responsabilidad de tratar de mantenerla. Esta es la unidad del Espíritu.

Fuera De nuestro alcance

“¡Está fuera de mi alcance!” pensó para él. “No hay nada más que pueda hacer”.
Es definitivo, tan absolutaente... Escuché decir esas palabras una vez cuando fui despedido de un empleo que amaba. La mirada de mi rostro rogaba una explicación.

Otra vez...
  • “¿Por qué?” pregunté. “¿No puede usted hacer nada al respecto?”
  • “Está fuera de mi alcance”, "no está en mis manos", contestó él.
Escuché esas palabras cuando mi madre estaba muriendo de cáncer. Yo tenía solo 21 años, lo suficientemente joven para creer, a ciencia cierta, que los médicos sanan y las madres pueden hacernos sentir mejor con un beso. “Está fuera de mis manos”, dijo él.

Resultado de imagen de Fuera De nuestro alcanceRecordando las manos

Con aquello, sabíamos que todo había acabado. Manos que había estrechado al aceptar el empleo, y que de repente no me podían mantener allí. Manos de las que había dependido para vendarme una herida, inyectarme gentilmente un antibiótico, firmarme una excusa para faltar un día a clase… y que no podían hacer mejorar a mi madre.
Manos que me cuidaron, que secaron mis lágrimas, acariciaron mi rostro, me guiaron al otro lado de la calle y me dieron la bienvenida a casa, no estarían más allí. 
Hoy hablé con un amigo sobre un proyecto en el que trabajaba, sueño que he tenido en mi corazón durante años y cuánto significaría para mí en este momento si lo pudiera implementar. Me dijo: “Has hecho todo lo que podías, Bob, está fuera de tus manos”.
Se fue y me senté solo con mis sueños. Miré mis manos y me di cuenta de que habían envejecido conmigo. Arrugadas, secas, lastimadas y con cicatrices, aunque no me han fallado todavía. Porque... “mientras tenga fe, este sueño no está fuera de mis manos”, me dije. Tras eso, levanté mis manos, junté mis palmas y dije una oración.

Amando

Es reconfortante sentirnos amados por alguien o por algunos, lo que nos da un sentimiento de seguridad que nos produce una sensación de equilibrio emocional, que, a su vez, nos da aliento para vivir de una manera exitosa en nuestro tránsito por esta tierra. Pero lo doloroso en estos casos, es que a nuestro alrededor existe un sin número de personas que por muchas razones deberían amarnos, pero de los cuales nunca recibimos esas muestras de amor, aunque conocen que éste es un elixir maravilloso que todo humano necesita.
Resultado de imagen de AmandoVivimos alarmados por lo que está aconteciendo en el mundo, y cuya causa principal es el desamor que existe como consecuencia lógica de vivir separados de Dios. Pero aunque esto nos duele, no nos alarma su acontecer, porque es consecuencia natural del pecado, y que además se encuentra recogido en las páginas de la biblia cuando nos dice: por haberse multiplicado la maldad el amor de muchos se enfriará” (Mateo 24:12).
Llegados a este punto, deberíamos hacernos una pregunta: ¿existe esa maldad en la Iglesia? Si no es así, aquellas personas que comparten la vida cristiana con nosotros, ya sea en el ministerio o como simples miembros del cuerpo de Cristo, ¿por qué hablan tanto del amor de Dios, pero no lo muestran?
No disfrutar de que otros me demuestren amor sería como negar el poder transformador de las escrituras, cuando expresan que el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu santo que nos fue dado. Dios nos ama aun sin merecerlo.
El ser favorecidos con el amor de Dios no depende de ningún mérito de parte del receptor. No por ser vosotros el más numeroso de todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos, sino porque Jehová os amó y quiso guardar el juramento que hizo a vuestros padres; por eso os ha sacado Jehová con mano poderosa, y os ha rescatado de la servidumbre, de manos del faraón, rey de Egipto. Deuteronomio 7:7-8).