jueves, 13 de marzo de 2014

¿Qué dice la Biblia acerca de la confirmación cristiana?

La confirmación es un sacramento o rito realizado en algunas "denominaciones" (católica, por ej.), para señalar la madurez espiritual de la persona. En algunas tradiciones, generalmente en la católica y la anglicana, el sacramento de la confirmación es el ritual por el que un joven se convierte en miembro oficial de la Iglesia. Esto a veces incluye el otorgamiento de un "nombre de confirmación," generalmente el nombre de un santo, que a menudo es utilizado como un segundo nombre. Los que practican la confirmación creen que corrobora la iniciación del bautizado, como un verdadero miembro de la iglesia, con una aceptación madura y personal de la fe. Los católicos y los anglicanos reconocen la confirmación como uno de los siete sacramentos.

Sin embargo, la Biblia no dice nada en relación a este ritual. De hecho, la idea de que una persona pueda "confirmarle" a otra que está en la fe, es negada en la Escritura. Cada individuo debe determinar el estado de su propia alma basándose en varios criterios. Primero, nuestra salvación es confirmada por el Espíritu Santo, el cual vive en nuestros corazones. "El Espíritu Santo mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios" (Romanos 8:16). Cuando aceptamos a Cristo como Señor y Salvador, el Espíritu Santo toma residencia en nuestros corazones, nos da la certeza de que está presente y que le pertenecemos, y también nos enseña y explica cosas espirituales (1 Corintios 2:13-14), con lo cual confirma que somos nuevas creaciones en Cristo (2 Corintios 5:17).

Comience a orar con el Espíritu

Desde hoy métase con Dios y comience a orar en el Espíritu
Cuando progresamos en nuestra intimidad con Dios, también avanzamos en el proceso de orar y tener comunicación con Él. Es un nivel al que todos deseamos llegar. ¿Se consigue de forma rápida? Hay dos posibles respuestas: La primera que sí es posible conseguirlo rápidamente, y la segunda, que esa posibilidad está ligada al grado de dependencia que desarrollemos de nuestro amado Padre celestial.

El apóstol Pablo, uno de los más grandes discipuladores y apóstoles de todos los tiempos, lo describe en la carta que dirige a los creyentes de Corinto: “¿Qué pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento.” (1 Corintios 14:15 )
Hay dos componentes en esta instrucción: El primero, orar en el espíritu, o sea, tener un diálogo directo con Dios, y el segundo, que orar en ese grado de intimidad con el Señor, no nos exime de ser conscientes de lo que decimos.
Comience a orar en el Espíritu

El escritor y evangelista del siglo pasado, R. A. Torrey, escribió: La verdadera oración es la oración en Espíritu, es decir, la oración que el Espíritu inspira y dirige. Cuando vamos ante la Presencia de Dios, debemos reconocer “nuestra absoluta debilidad”, nuestra plena ignorancia de qué es lo que debemos pedir, o de cómo orar; y reconociendo conscientemente nuestra total incapacidad para orar bien, debemos buscar ayuda en el Espíritu Santo, entregarnos a Él por completo para que dirija nuestras oraciones, guíe nuestros deseos y nos lleve a expresarlos.”

Parece complejo pero es sencillo. Hasta el momento hemos orado en un nivel básico, pero es necesario superar las dificultades de la tarea, con la confianza consecuente de una intimidad con nuestro Supremo Hacedor. Y esa intimidad no se alcanza con unos cuantos minutos de oración, sino con la Permanencia en ella, y en Él.

¿Qué ocurre cuando oramos en el Espíritu?

Es una pregunta frecuente cuando abordamos el tema de la oración, y la respuesta es una oración conforme a la voluntad de Dios, voluntad que el Espíritu Santo nos ayuda a conocer. 
Torrey escribe de nuevo sobre el tema: “Cuando oramos en el Espíritu, oramos por cosas correctas y de la manera correcta. Habrá gozo y poder en nuestra oración.”

Esta intimidad con el Señor nos lleva a pedir con confianza, con la certeza de que Dios nos escucha y que nuestro clamor tendrá respuesta. Aparte de su trascendencia, también es maravillosa porque tomamos conciencia de un Dios que es Padre, que nos ama y se preocupa de nuestras necesidades.
Es un nivel en el que comenzamos, sí, pero que después nos lleva a nuevos niveles, hasta el punto que el apóstol Pablo escribe a los creyentes de Éfeso: “Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos.” (Efesios 6:18).

¿Reviste importancia el orar en el Espíritu? Por supuesto que sí. Se menciona varias veces en las Escrituras, y Judas instruye: “Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo.” (Judas 20)

Las adversidades y el plan de Dios

No es fácil entender la adversidad pero Dios siempre tiene un plan.

"Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados"Romanos 8:28

Seguro que más de una vez te haz preguntado ¿por qué me toca vivir tantas adversidades?"

Es una pregunta difícil de responder, y la mayoría de las veces nadie nos puede ayudar con una respuesta medianamente acertada. Vamos a ver si lo entendemos: comparemos la forma en que Dios usa nuestras adversidades con un hombre paseando a un perro. Si el perro enreda su correa alrededor de un poste y trata de seguir caminando hacia adelante, no lo logrará porque se verá tirado de la correa hacia atrás. Tanto el perro como el dueño buscan el mismo objetivo, que es moverse hacia adelante, pero el amo debe resistir al perro que tira de la misma correa y en la misma dirección, haciéndolo en sentido opuesto. Aunque el hombre comparte el mismo deseo que el animal, entiende mejor que éste en qué dirección se debe ir; entonces, su voluntad acciona de forma opuesta a la de la voluntad del perro. De esta manera es como El Señor usa nuestras adversidades.


A nadie le gusta ser corregido por Dios (tirado), pero cuando entendemos que hay un propósito superior escondido tras cada adversidad, entonces podemos superarla con esperanza, expectativas y firmeza, porque sabemos que las circunstancias negativas son necesarias para nuestro bien.

El Amor y La Presión - Reflexiones

Llegar a casa y recibir el abrazo del hombre o la mujer que uno ama, reduce la presión arterial ocasionada por una jornada laboral estresante, tal como señala un estudio de investigación realizado por la Universidad de Toronto y dado a conocer durante una reunión de la Asociación Estadounidense del Corazón, que monitoreó a 216 hombres y mujeres a lo largo de un año.
Todos tenían entre 40 y 65 años y habían estado viviendo en pareja durante los últimos seis meses. En el estudio se comprobó la presión sanguínea de los participantes a lo largo de 24 horas, durante un día laboral completo.
También se estudió el nivel de estrés que cada uno afrontaba en su trabajo. Y a través de otra prueba se evaluó la “cohesión marital” de los mismos.
El estudio demostró que aquellos que tenían trabajos exigentes, pero también tenían atención conyugal, vieron decaer levemente su nivel de tensión arterial. Mientras que aquellos con trabajos estresantes, que no contaban con apoyo en casa, padecieron un progresivo y esperado aumento de presión.
Los científicos, a cargo del estudio, señalaron que estos resultados son verdaderamente demostrativos de esa condición, teniendo en cuenta, además, que la presión sanguínea suele subir de forma normal con el paso de los años.

Ayuno Cristiano - ¿Qué dice la Biblia?

La Escritura no ordena que los cristianos ayunen. No es algo que Dios requiera o demande de los cristianos. Pero al mismo tiempo, la Biblia presenta el ayuno como algo bueno, beneficioso y esperado. El libro de Hechos registra el ayuno de creyentes antes de tomar decisiones importantes (Hechos 13:4; 14:23). 
El ayuno frecuentemente va ligado a la oración (Lucas 2:37; 5:33). Casi siempre creemos que el objetivo del mismo es la falta de alimento. En cambio, el propósito del ayuno debe ser apartar tus ojos de las cosas de este mundo y concentrarte en Dios, relacionarte con Él. Es una manera de demostrar a Dios, y a ti mismo, que tomas en serio tu relación con Él. Te ayuda a obtener una nueva perspectiva y una renovada confianza en Dios.

Aunque para la Escritura el ayuno sea literalmente la abstención de alimentos, existen otras maneras de ayunar. Cualquier cosa que se pueda dejar, aunque sea temporalmente, a fin de concentrarte más y mejor en Dios, puede ser considerada como un ayuno (1 Corintios 7:1-5). D
ebe estar limitado a un tiempo determinado, especialmente cuando es de comida, porque los largos períodos de tiempo sin comer son dañinos para el cuerpo. 

La intención al ayunar no es castigar al cuerpo sino enfocarse en Dios. Tampoco debe ser considerado como un “método de dieta”. No ayunes para perder peso, sino para que tengas una relación más profunda con Dios.