La meta de todo cristiano es ser parte del arrebatamiento. Ese momento glorioso en que Jesús toma a los que le pertenecen y los lleva al cielo para estar con Él eternamente.
¿Qué es el «arrebatamiento»?
Aunque la expresión «arrebatamiento» no se utiliza expresamente ni una sola vez en la Biblia, es el nombre que se ha dado a la ocasión en que Jesús descenderá del cielo a buscar a los que lo han amado sobre todo en esta tierra, y han sido sus fieles discípulos.
«Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.» 1 Tesalonicenses 4,16-18.
Los discípulos de Cristo que ya han muerto resucitarán primero, y los que aún viven en Cristo se unirán a ellos. Todos juntos serán arrebatados en cuerpos incorruptibles para encontrarse con Jesús en el aire.

¿Quiénes serán arrebatados?
Jesús dice a sus discípulos: «Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino.» Juan 14,3-4. Lo que significa que hay un camino por el cual podemos ir. Un camino que nos guía hacia Él; para estar junto a Él por toda la eternidad. Los que aman a Jesús saben adónde va el camino.
«Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va… en sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mancha delante del trono de Dios.» Apocalipsis 14, 4-5.
Estos son los que, por la gracia de Dios, han seguido las pisadas de Jesús. Han hecho lo correcto y bueno, y se han convertido en aquello a lo cual estaban llamados a ser: luz y sal en este mundo. (Mateo 5,13-16) Esto significa que ni injusticia, ni insatisfacción ni queja, ni ansiedad, ni desánimo, ni pereza, ni mundanidad, ni vanidad, etc., se ha encontrado en ellos.
Todos juntos son llamados «la esposa de Cristo». Han mantenido firme, sin fluctuar, lo que es correcto, bueno y verdadero en cada circunstancia, así como su esposo lo hizo en sus días en la tierra, de modo que son puros y dignos de ser «esposa». «Gocémonos, alegrémonos y démosle gloria; porque han legado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino representa las acciones justas de los santos.» Apocalipsis 19,7-8.