martes, 10 de noviembre de 2015

Recarga

“Devuélveme el gozo de tu salvación y espíritu noble me sustente” (Salmo 51:12).
La prueba de triatlón "Hombre de Hierro" es uno de los eventos de resistencia más extenuantes del mundo. Para competir en la carrera, un atleta necesita nadar 4 kilómetros, montar en bicicleta otros 200 y correr una maratón de 50.
Los mejores atletas del mundo suelen completar este monumental desafío en algo menos de nueve horas. Pero para el australiano Chris Legh su experiencia de Hombre de Hierro en 1997, resultó memorable por otras razones.
RecargaConocido como uno de los mejores competidores del deporte, no pudo tomar fluido o alimento alguno durante la duración de la carrera. Como resultado, se deshidrató, lo que causó que un buen número de sus órganos fallasen. A pocos metros de la meta, su cuerpo se desmoronó por completo.
Legh nunca terminó la carrera, y hubiese muerto sin atención médica inmediata. Afortunadamente, se recobró y ha ganado dos eventos de Hombre de Hierro desde entonces. Pero primero, tuvo que ser sanado.
Mientras experiencias como la de Legh nos muestran que, como humanos, tenemos límites físicos de nuestra Resistencia, lo mismo puede ser dicho sobre nuestras vidas espirituales. Afortunadamente, hay señales de advertencia que se nos muestran antes de que sea demasiado tarde. Cuando la gente no quiere leer su Biblia u orar, si decide dejar a los demás fuera de sus vidas, o si ir a la iglesia se vuelve solo un ritual, algo más profundo pudiera estar gestándose. Pudiera estar sufriendo de deshidratación espiritual.

La Soberanía de Dios

“…DE ÉL… SON TODAS LAS COSAS” (Romanos 11:36)

Reconocer el control soberano de Dios en todas las cosas no nos convierte en indefensos “peones de ajedrez”, ni nos libra de nuestras responsabilidades. No obstante:

(1) Nos quita la ansiedad.
Cuando descansas en el tierno carácter del Señor, puedes decir: “Ciertamente, el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida…” (Salmo 23:6). Este es un “ciertamente…” que no puedes conseguir de tu banquero, de tu agente de bolsa, de tu compañía de seguros ni de nadie más.

(2) Nos libera de tener que encontrar explicaciones.
Somos librados de la “tiranía” de tratar de tener todas las respuestas. Podemos decir entonces:“No lo sé, pero confío en Aquél que sí lo sabe”. El peligro de conocer un poco de teología es creer que podemos entender lo inescrutable. Hasta el gran apóstol Pablo “levantó los brazos” y dijo: ¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos!..” (Romanos 11:33b). No podemos explicar por qué Dios cierra unas puertas y abre otras, o cómo puede usar lo malo para bien. Pero lo hace, y por lo general, no nos da explicaciones;

(3) Nos guarda de tener orgullo.
Pablo escribió: “…de Él, por Él y para Él son todas las cosas” (Romanos 11:36). Si quieres que la soberanía del Señor sea temporal o limitada, tienes que quitar el “…todas las cosas” de este versículo, así como de Romanos 8:28: “Sabemos, además, que a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien…”. Si el Señor dice: “…todas las cosas…”, ¡Él quiere decir exactamente eso! Todo se reduce a una simple elección: o confiamos en Dios o “jugamos” a ser Dios, ¡y esta es una decisión muy fácil de tomar!

La rutina diaria

Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor… (Colosenses 3:23).
Inline image 1La escuela secundaria a la que asistí, exigía tomar clases de latín durante cuatro años. Ahora valoro haberlo hecho, pero en aquel entonces era una tarea pesada. Nuestra profesora creía en la importancia de la repetición. Solía decir: "la repetición es la madre del aprendizaje". Pero para nosotros, no tenía sentido.
Ahora me doy cuenta de que la mayor parte de la vida se trata de eso: repeticiones; cosas aburridas, monótonas y deslucidas que hacemos una y otra vez. El filósofo Kierkegaard afirmó: La repetición es tan común y necesaria como el pan. Y agregó: Es el pan que satisface con bendición.

“¿Quiénes son los 144,000?”

El libro de Apocalipsis siempre ha presentado desafíos para su interpretación. Está repleto de vívidas imágenes y simbolismos, los cuales la gente ha interpretado de manera diferente dependiendo de sus concepciones del libro como un todo. Hay cuatro posturas ante libro de Apocalipsis: 
1) Preterista (la cual ve todos o la mayoría de los eventos de Apocalipsis como ya ocurridos al final del primer siglo); 
2) Historicista (que ve Apocalipsis como un panorama de la historia de la Iglesia desde los tiempos apostólicos al presente); 
3) Idealista (la cual ve Apocalipsis como una representación de la lucha entre el bien y el mal); 
4) Futurista (ve Apocalipsis como la profecía de los eventos por venir). 
De estas cuatro, solo la postura futurista interpreta Apocalipsis con el mismo método histórico-gramatical que el resto de la Escritura. También es la que mejor se ajusta con la propia afirmación de Apocalipsis de ser un libro profético (Apocalipsis 1:3; 22:7, 10, 18, 19).
Así que la respuesta a la pregunta, “¿Quiénes son los 144,000?” dependerá de qué postura interpretativa elijas respecto al libro de Apocalipsis. Con la excepción de la postura futurista, todas las otras interpretan los 144,000 simbólicamente, como representativos de la iglesia; y exactamente, el número “144,000” como simbolismo de la totalidad; por ejemplo, el número completo de la iglesia. Aún así, cuando se toma el pasaje como tal: “Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel.” (Apocalipsis 7:4), no hay nada en el pasaje que interprete los 144,000 como otra cosa que no sea literalmente el número de 144,000 judíos, 12,000 tomados de cada tribu de los “hijos de Israel.” El Nuevo Testamento no ofrece ningún texto, bien definido, para sustituir a Israel con la Iglesia.

Estos judíos son “sellados,” lo cual significa que tienen la protección especial de Dios, de todos los juicios divinos y del anticristo, para llevar a cabo su misión durante el período de la Tribulación (en Apocalipsis 6:17, la gente se pregunta quién se sostendrá en pie ante la ira por manifestarse). El período de la Tribulación es un período aún futuro de siete años, en el cual Dios ejecutará un juicio divino contra aquellos que lo rechazaron, y consumará la salvación para la nación de Israel. Todo esto, de acuerdo a la revelación dada por Dios al profeta Daniel (Daniel 9:24-27). Los 144,000 judíos son una clase de “primicias” (Apocalipsis 14:4) del Israel redimido, lo cual fue previamente profetizado (Zacarías 12:10; Romanos 11:25-27), y su misión es evangelizar al mundo del post-Arrebatamiento, y proclamar el evangelio durante el período de la Tribulación. Como resultado de su ministerio, millones (“Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones, tribus, pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos.” ) vendrán a la fe en Cristo (Apocalipsis 7:9).