lunes, 18 de mayo de 2020

Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer

Filipenses 2:13 - porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.

Los cristianos deben ocuparse en su salvación con temor y temblor (Filipenses 2:12). ¿Cómo lo lograrán?, obedeciendo las motivaciones que vienen de parte de Dios al corazón de cada creyente.

Filipenses 2:13 porque Dios es el que en vosotros produce así el ...
El creyente debe esforzarse en su vida espiritual, y aunque le pareciese muy difícil o imposible lograr lo que Dios pide, piense que no está solo, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer. Dios mismo es quien produce o motiva al creyente para que haga la voluntad del Señor. Dios mismo se encarga de transformar la vida del creyente. Pablo lo sabía y ya lo había dicho: estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo; Filipenses 1:6.

Es especial saber y experimentar el trabajo de Dios en la vida del creyente. Dios produce el deseo y el poder para hacer las cosas, por su buena voluntad. Dios nunca guiará a sus hijos por caminos equivocados; nos dirige por sus caminos, y sus caminos son rectos y santos.

Observen esta maravillosa verdad: Dios está obrando magníficamente dentro de nosotros para que hagamos lo que a Él le agrada. Es decir, que cuando estamos ocupados en nuestra salvación, trabajando y esforzándonos en nuestra vida espiritual, Dios toca nuestro corazón y nos lleva a la acción para hacer lo que Él quiere.

Lamentablemente, muchas veces estamos demasiado ocupados en nuestra propia agenda, estamos trabajando en nuestros propios asuntos en vez de esforzarnos en la obra y motivación de Dios. Cuando vivimos así, estamos perdiendo en nuestra relación con Dios, dejamos de crecer espiritualmente, nos ponemos a hacer cosas para Dios que no son dirigidas por Él, y esto es un fracaso en la vida cristiana. Es mejor esforzarnos en las cosas de Dios, guiados por Dios. Cuando estamos involucrados en nuestra relación con Dios, el Señor nos motivará a hacer su voluntad.

El Señor quiere lo mejor para sus hijos, y como el buen Padre que es, está produciendo o trabajando en ti el querer como el hacer. Debes responder inmediatamente haciendo lo que te manda hacer, no lo ignores, elige obedecer a Dios, Él te motiva a hacer su voluntad.

No hagas tu corazón de piedra

corazon de piedraLa primera impresión que viene a la mente al pensar en un corazón de piedra es un corazón duro, sin sentimientos, que tiene muy pocas probabilidades de conmoverse, de sentir algo bueno; imposibilitado para amar, cerrado a creer, sin vida ni esperanza.
Cuando experimentamos cosas que nos lastiman, activamos un mecanismo de defensa, tal como ocurre cuando se forman las perlas; apenas entra un granito de arena en la ostra y ya formó una capa dura de nácar que la cubre. Igualmente, cuando somos lastimados o alguien daña nuestro corazón, además de sentir tristeza, viene un sentimiento de querer evitar a toda costa que alguien más pueda hacerlo de nuevo. Pero dejar que el corazón se cierre no siempre es la mejor manera de cuidarlo.
Cuando creer en algo te trajo resultados que no esperabas o sufriste algún rechazo, el corazón se duele y trata de protegerse levantando muros que, si no prestas atención, pueden llegar a medidas tan altas que después ni tú mismo puedes cruzar; se endurece, se niega a creer o confiar por temor a ser herido nuevamente.
En medio de una decepción, el peor error que puedes cometer es aislarte. Sentirte defraudado, traicionado y sobre todo usado, te hace creer que quizá como persona no vales lo suficiente para alguien más, baja tu autoestima y tu confianza en ti mismo a un grado en el que ni siquiera tú crees en ti. Pero debes saber que tu valor no lo determinan las personas que te fallan, ni tampoco las que te hacen halagos; tu valor lo puso Dios desde antes que llegaras al mundo, y fue un precio altísimo que nada ni nadie puede cambiar.

Lección de Vida

Un estudiante universitario salió un día a dar un paseo con un profesor, a quien los alumnos consideraban su amigo debido a su bondad para quienes seguían sus instrucciones.
Mientras caminaban, vieron en el camino un par de zapatos viejos, y supusieron que pertenecían a un anciano que trabajaba en el campo de al lado y que estaba acabando sus labores diarias.
Participación de los estudiantes a través del ciclo de vida de ...El alumno dijo al profesor: Hagámosle una broma; escondamos los zapatos y ocultémonos detrás de esos arbustos para ver su cara cuando no los encuentre.
Mi querido amigo -le dijo el profesor-, no debemos divertirnos nunca a costa de los pobres. Tú eres rico y puedes darle una alegría a este hombre. Coloca una moneda en cada zapato y luego nos ocultaremos para ver cómo reacciona cuando las encuentre.
Eso hizo, y ambos se ocultaron entre los arbustos cercanos. El hombre pobre terminó sus tareas, y cruzó el terreno en busca de sus zapatos y su abrigo.
Al ponerse el abrigo deslizó el pie en el zapato, pero al sentir algo adentro, se agachó para ver qué era y encontró la moneda. Pasmado, se preguntó qué podía haber pasado. Miró la moneda, le dio vuelta y la volvió a mirar.
Luego miró a su alrededor, para todos lados, pero no se veía a nadie. La guardó en el bolsillo y se puso el otro zapato; su sorpresa fue doble al encontrar la otra moneda.
Sus sentimientos lo sobrecogieron; cayó de rodillas y levantó la mirada al cielo, pronunciando un ferviente agradecimiento en voz alta, hablando de su esposa enferma y sin ayuda, y de sus hijos que no tenían pan y que debido a una mano desconocida no morirían de hambre.
El estudiante quedó profundamente afectado y se le llenaron los ojos de lágrimas.
Ahora- dijo el profesor- ¿no estás más complacido que si le hubieras hecho una broma?
El joven respondió: Usted me ha enseñado una lección que jamás olvidaré. Ahora entiendo algo que antes no entendía: es mejor dar que recibir.

En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: “Más bienaventurado es dar que recibir.”» Hechos 20:35