domingo, 29 de marzo de 2015

La Piedra

1ª Pedro 2:4 “Acérquense, pues, al Señor, la piedra viva que los hombres desecharon, pero que para Dios es una piedra escogida y de mucho valor.”

Las construcciones de la antigüedad tenían en un ángulo, una piedra principal que era el lugar de inicio del resto de la construcción. Si esa piedra estaba mal colocada, todo el edificio estaba en peligro de derrumbe.
La Palabra de Dios habla de Cristo como nuestra Roca Firme, la Piedra Viva, la Principal Piedra Angular, dando a entender que si en la edificación de nuestras vidas lo tenemos a El como el cimiento principal, todo lo que construyamos contará con la bendición de Dios.
Lamentablemente, vemos cada día a personas que en la piedra angular de sus vidas, tienen cualquier otra cosa menos la presencia viva de Jesucristo.
Por eso vemos cómo se derrumban sus vidas bajo el pecado, la corrupción, la maldad y la maldición. Toda persona tiene la posibilidad de tener esta piedra angular o el mejor fundamento, que es Cristo. Él está disponible para que le demos la bienvenida a nuestras vidas, a fin de que Él sea el mejor fundamento.
No existe mayor seguridad en la vida, que caminar teniendo a Cristo como la Roca. Nada de lo que el mundo propone es seguro, todo se hace más inseguro cada día. La única manera de hallar la verdadera seguridad y estabilidad se encuentra en la persona de Cristo. Cualquiera que lo tenga como fundamento de su vida lo experimentará. 
¿Es Cristo realmente, la Roca Firme de tu vida?
Te entrego en este día, Jesús, mis “arenas movedizas” para que las cambies por ti, que eres la Roca Firme. Ayúdame a vivir con tu seguridad. En el Nombre de tu Hijo amado. Amén.

Señor, cámbiame la vida

El que te salvó te dice: “por aquí quiero que camines”. Él es el que te ama, y te dice: “Sal de la aldea, del apego, del dolor, de la vieja mentalidad, de los pecados, de la crítica”. “Sal de la aldea y vuelve al hogar, que estaré en ese hogar. Te bendeciré, te honraré y te levantaré”.
“¡Señor, cámbiame la vida!”, dijo un hombre mientras andaba en la ruta vital. Dios se le aparece. y el hombre se quedó sorprendido porque le respondió muy rápido la oración. Señor, yo te pedí que me cambiases la vida ¿y tan rápido apareciste? Se produce un diálogo; 
-¿Qué quieres que haga? 
-“Que me cambies la vida”.
-“Bueno, dame todo lo que tengas en tu billetera”.
-“Tengo 20 dólares”.
-“Dame los $20. ¿Estás seguro que no tienes más dinero”?
-“No, no tengo más, y era todo lo que tenía para darle de comer a mi familia”.
Señor cambiame la vida-¡Ah!, ¿tienes familia?, entonces dame también tu familia.
-“Bueno Señor, te doy toda mi familia pero ahora voy a estar solo en mi casa”.
-“¡Ah!, ¿tienes casa?, entonces también dame la casa.”
- “Bueno Señor, pero entonces voy a tener que dormir en el coche”.
-“¡ah!, ¿tienes coche?, dámelo también”.
El hombre reflexiona y dice: bueno Señor, te pedí que me cambiaras la vida, te di todo el dinero, mi familia, la casa y el coche. Ahora no me queda nada.
Entonces el Señor le dice: ahora que no tienes nada, y que todo es mío, toma el dinero porque ahora es mío y lo vas a administrar como yo lo administraría, vas a invertir en lo que yo invertiría y vas a ofrendar como yo ofrendaría. Toma la familia, porque ahora es mía y la vas a cuidar como yo la cuidaría, y vas a hacer por ellos lo que yo haría; también toma la casa, porque tú me la diste y ahora es mía, la vas a utilizar como yo la utilizaría, la vas a limpiar como yo la limpiaría, vas a vivir en ella como yo viviría, y va a entrar la gente que yo permitiría que entrara. Y toma el coche que es mío, y lo vas a cuidar como yo lo cuidaría, lo vas a mantener y vas a llevar en él a las personas que yo llevaría.
Ahora que entiendes que todo lo que tenías ya no es tuyo, que es mío, yo te lo devuelvo todo para que lo uses como yo lo haría.

Una canción de amor



Aún recuerdo los días de ayer
cuando el frío me envolvía,
cubierto de dolor y hastío.
Imágenes sombrías que alimentaban mi agonía,
la incertidumbre al ignorar la razón de mi existir.
Mi corazón agonizante sin tu amor.
Mi alma seca en el desierto por ti esperaba.

Aún recuerdo aquel día,
cuando tus huellas teñidas de sangre me llevaron hacia ti.
Cuando en tus brazos mi ser cobró vida
y tu gracia me envolvió.

Aún recuerdo aquel día,
cuando tus palabras irrumpieron en medio de mi silencio.
Cuando tu mirada apacible abrazó mi corazón,
mis preguntas se desvanecieron en el mar de tu amor.

Aún recuerdo aquel día,
en el que ya no quedaron palabras,
y rendido a tus pies mis lágrimas brotaron,
 cuando tu gracia envolvió mi humanidad,
y tu sonrisa revivió mis sueños.

Aún recuerdo aquel día,
cuando tus labios pronunciaron mi nombre
y me dibujaste en tu mano, Salvador.

Aún recuerdo aquel día,
cuando recostado en tu pecho
escuché los latidos de tu corazón.

Aún recuerdo aquel día
en el que mi alma entonó una canción para ti.

Esperaré aquel día
cuando entre nubes te pueda encontrar,
y la dulzura de tus ojos pueda contemplar,
cuando mi alma en libertad pueda volar
y un cántico nuevo pueda entonar.

Entre tanto,
mientras tu aliento en mi ser repose,
escucharás cada mañana
una canción de amor para ti.

Exploradores

Una vez, un grupo de tres hombres se perdió en la montaña, y tenían solo una fruta para alimentar a los tres, quienes casi desfallecían de hambre. Se les apareció entonces Dios, y les dijo que probaría su sabiduría y que dependiendo de lo que demostraran les salvaría.
Les preguntó qué podían pedirle para arreglar aquel problema y que todos se alimentaran.
El primero dijo: “Pues que aparezca más comida.” Dios contestó que era una respuesta sin sabiduría, pues no se debe pedir a Dios que aparezca mágicamente la solución a los problemas, sino trabajar con lo que se tiene y para lo que se quiere.
Entonces dijo el segundo: “Pues haz que la fruta sea más grande para que sea suficiente.” A lo que Dios contestó que no, que la solución no es pedir siempre la multiplicación de lo que se tiene para arreglar el problema, pues el ser humano nunca queda satisfecho y por ende, nunca sería suficiente.
El tercero dijo entonces: “Mi buen Dios, aunque tenemos hambre y somos orgullosos, haznos pequeños a nosotros para que la fruta nos alcance.” Dios dijo: “Has contestado bien, pues cuando el hombre se hace humilde y se empequeñece delante de mis ojos, verá la prosperidad.”

¿Qué dice el sacramento católico de la Sagrada Eucaristía?

Para los católicos, la Sagrada Eucaristía, dentro de la Misa Católica, es considerada la más alta e importante forma de oración. De hecho, atender a la Misa es una obligación, bajo pena de pecado mortal, cada domingo y en otros ciertos días santos obligatorios. La Misa está dividida en dos secciones, la Liturgia de la Palabra y la Liturgia de la Eucaristía. La Liturgia de la Palabra consiste en dos lecturas (una del Antiguo y otra del Nuevo Testamento), el Salmo Responsorio, la lectura del Evangelio, la homilía (o sermón), e intercesiones generales (también llamadas peticiones).

El centro de la Misa está en su segunda parte, la Liturgia de la Sagrada Eucaristía. Durante este tiempo, los católicos comparten el cuerpo y la sangre de Jesús en la forma del pan y el vino distribuido a la congregación. De acuerdo con la Biblia, esto se hace en memoria de Cristo (1 Corintios 11:23-25Lucas 22:18-20 Mateo 26:26.28). Sin embargo, de acuerdo con el Catecismo de la Iglesia Católica, “La Eucaristía es un sacrificio porque representa el sacrificio de la cruz, porque es su memorial y porque aplica su fruto.” 

El sacrificio de Cristo y el sacrificio de la Sagrada Eucaristía son un solo sacrificio: “La víctima es una y la misma; ella misma ahora se ofrece a través del ministerio de los sacerdotes, entonces se ofrece a sí mismo en la cruz; solo la manera de ofrecerse es diferente.” “ Y puesto que en este sacrificio divino que es celebrado en la Misa, el mismo Cristo, quien se ofreció a sí mismo una vez de manera sangrienta en el altar de la cruz, es contenido y ofrecido en una manera incruenta... este sacrificio es verdaderamente propiciatorio.”


Pero ya en el libro de Malaquías, el profeta predice la eliminación del antiguo sistema de sacrificio y la institución de uno nuevo: “...Yo no tengo complacencia en vosotros, dice Jehová de los ejércitos, ni de vuestra mano aceptaré ofrenda. Porque desde donde el sol nace hasta donde se pone, es grande mi nombre entre las naciones; y en todo lugar se ofrece a mi nombre incienso y ofrenda limpia, porque grande es mi nombre entre las naciones, dice Jehová de los ejércitos.” (Malaquías 1:10-11). Esto significa que Dios será un día glorificado entre los gentiles, quienes harán ofrendas puras a Él en todos los lugares. Los católicos ven esto como la Eucaristía. Sin embargo, el apóstol Pablo muestra un enfoque diferente de ello: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.” (Romanos 12:1). Para el catolicismo la Eucaristía solo puede ser ofrecida en lugares especiales: en las iglesias consagradas y bendecidas de acuerdo a la Ley Canónica Católica. Pero la idea de ofrecer nuestros cuerpos como sacrificios vivos encaja perfectamente con el lenguaje de la profecía, la cual dice que los sacrificios serán ofrecidos “en todo lugar”.