“BIENAVENTURADOS LOS MANSOS, PORQUE RECIBIRÁN LA TIERRA POR HEREDAD” (Mateo 5:5)
Mansedumbre no es debilidad, es fortaleza equipada para el servicio. Jesús compara la mansedumbre con un semental fuerte y majestuoso que ha sido domado. No ha perdido nada de su vigor. Es sólo que aunque tuvo voluntad propia, ahora se somete a la voluntad de otro. El proceso de quebrantamiento se ha completado; todo lo que necesita ahora es un leve tirón en las riendas.

Es el mismo principio que Jesús aplica aquí. Ya sea que estés dando un paso hacia nuevos horizontes o que estés llevando a cabo fielmente lo que se requiere de ti, hazlo con confianza, sabiendo que estás respaldado e infundido por la fortaleza de Dios.
La mansedumbre dice:“Señor, recibo gozosamente lo que Tú me das y me someto a lo que Tú requieres. No sólo sabes lo que necesito, lo proveerás. Por lo tanto, todo mi ser te lo entrego a Ti”.