Eran las tres de la tarde y Jacinto, que ya había alcanzado la mitad de su carrera en la universidad, se había enamorado de una joven que era divorciada, incluso Jacinto le había propuesto matrimonio a pesar de que tenía cuatro hijitos. Jacinto, que se esforzaba sobremanera para terminar ingeniería, le expuso a doña Moncha los planes que tenía, y le preguntó a ella: – Doña Moncha, ¿qué le parece la muchacha, verdad que es bonita? ¿Qué le parece para mí?

Esas fueron las únicas palabras que profirió aquella sabia señora llamada Doña Moncha.
Jacinto se fue de allí muy alegre, pero unas palabras pasaban siempre por su mente: “Solo que debe trabajar el doble.”
Finalmente Jacinto comprendió que él, aún joven, tenía derecho a tener su propia historia y no empezar ya con un largo peregrinar de experiencias ajenas sobre esta materia; pues se puso a pensar en Don Manuel que era divorciado y tenía hijos y se casó de nuevo con Doña Cosme, que también tenía sus hijos; en eso estaban en igualdad, pero veía los problemas que tuvo don Manuel con el antiguo esposo de Doña Cosme, como cuando éste le decía a don Manuel: mire, ninguno de ellos es suyo, son mis hijos.
Finalmente Jacinto comprendió que él, aún joven, tenía derecho a tener su propia historia y no empezar ya con un largo peregrinar de experiencias ajenas sobre esta materia; pues se puso a pensar en Don Manuel que era divorciado y tenía hijos y se casó de nuevo con Doña Cosme, que también tenía sus hijos; en eso estaban en igualdad, pero veía los problemas que tuvo don Manuel con el antiguo esposo de Doña Cosme, como cuando éste le decía a don Manuel: mire, ninguno de ellos es suyo, son mis hijos.
Don Manuel tuvo que soportar muchos años esos problemas por su propio gusto. Pero para Jacinto todo eso era nuevo. Finalmente, las palabras de la viejita sabia, sin malos deseos en ello, hicieron efecto.
La señora divorciada al saber del cambio de planes de Jacinto, se molestó y le preguntó: ¿y tú ahora, qué mosca te picó? Si estábamos de lo mejor... Mira cómo se van a poner los niños de tristes de no verte, si tú eres el que los llenas de vida y eres alguien tan especial.
Jacinto estaba en un momento de dudas pensando en si de verdad amaba a esta joven divorciada o solo era un sentimiento.