Gracias por tu único y perfecto sacrificio en la cruz, allí nos diste vida; derramaste tu preciosa sangre por toda la humanidad; muchos lloran, sufren, se entristecen, se acongojan por tu sacrificio, porque allí tuviste que sufrir, padecer y dejar tu vida por la humanidad. Pero la cruz es el gozo de tu iglesia amada, tu cruz nos sacó de nuestras tristezas, nos libró del pecado y de la muerte; es la paz, la alegría, la vida y la felicidad de tu pueblo santo.
Cuando reconocemos el sacrificio de Cristo para darnos vida, entendemos que hay un camino verdadero que transitar, que ese camino es el camino de la salvación, es el camino de la cruz, el camino en el que vamos abandonando nuestra vana humanidad, donde dejamos atrás el pecado que nos asedia y transitamos hacia la salvación y vida eterna.
En la Biblia leemos en: Hebreos 12:1-2 “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio y se sentó a la diestra del trono de Dios”.
En este mensaje Dios nos habla del dador de la vida, Jesucristo, quien nos dejó ejemplo claro de fe y virtud en su ministerio, animando a su pueblo a no decaer y desfallecer a causa de las aflicciones presentes, y dándonos la seguridad de que podemos soportar toda aflicción, puestos los ojos en Él y no en las adversidades de la vida que son pasajeras.
Romanos 8:18 “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse”.
Hay muchas hermanos en Cristo que se preguntan ¿Hasta cuando tendré que soportar esta cruz?; ¿hasta cuando tendré que sufrir el oprobio, la humillación, el dolor, la aflicción? ¿Será que Dios desvió su mirada de mí? Amado, en este día le digo que Dios nunca lo dejó, que Dios estuvo y estará siempre a su lado, que Dios es quien le está dando las fuerzas para seguir adelante y la sabiduría para soportarlo.
El Señor Jesús le dará la victoria. Nada de lo que está pasando está fuera de la voluntad de Dios; es lo que Él está usando para su crecimiento y su madurez espiritual. Mas cuando pase la tormenta de las aflicciones y el problema se disipe, comprenderá que todo fue un plan de Dios para su bendición.
Dios le hace vivir cada experiencia con un propósito, glorificar su vida; Él no es un Dios injusto, no es un Dios de castigo, tampoco es indiferente, y conoce su vida desde el principio hasta el final de sus días, para la eternidad junto a Él.
Las prédicas y mensajes cristianos nos enseñan que Jesús tuvo que pasar por el Calvario para clavar allí en la cruz todos nuestros pecados, nuestras debilidades y flaquezas, para darnos libertad, y en esa libertad quiere que ande su pueblo santo, viviendo en triunfo y en victoria; Colosenses 3:1-4 “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, y no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria”.
Las prédicas y mensajes cristianos nos enseñan que Jesús tuvo que pasar primero por la cruz para después resucitar en gloria. Jesús tuvo la satisfacción, que había de experimentar, de ver el fruto de su aflicción; ver la satisfacción de cada uno de nosotros, coherederos suyos, que peleamos la buena batalla de la fe, establecida en que sabemos que no somos nosotros los causantes de obtener la victoria sobre nuestras adversidades y aflicciones, sino que es Jesús, quién ganó la victoria en la cruz y nos la entregó a nosotros, 1 Timoteo 1:12 “Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos” .
Si los hijos de Dios no pasan por la cruz primero, no pueden recibir la gloria de Dios sobre sus vidas. La cruz es amor, el amor a Dios, a sus semejantes, a su palabra, a su obra; sin amor no se podrá soportar la cruz, sin amor no se podrán negar a sí mismos, sin amor no podrán entregar completamente sus vidas a Cristo y su obra.
Las prédicas y mensajes cristianos nos enseñan que la cruz es muerte, lágrimas, dolor y aflicción; si alguien cree que no va a sufrir está errado. Cuando Jesús dice: “Toma tu cruz y sígueme”, nos está diciendo: Miren que no es fácil el camino, pero podrán transitarlo tomados de mi mano, puestos sus ojos en Mí; sepan que van a ser perseguidos por causa de mi Nombre; cuiden su salvación porque serán tentados por el enemigo como Yo fui tentado; miren que en el mundo tendrán dolor y aflicción, pero confiad, Yo he vencido al mundo.
Jesús nos dice: Yo les daré las fuerzas para soportar, les daré la fuerza del búfalo y la unción del águila, volarán sobre las tormentas y las aflicciones de la vida, saldrán victoriosos en cada prueba y sufrimientos que tengan que afrontar. Isaías 40:29-31 “El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas, correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”.
Las prédicas y mensajes cristianos nos enseñan que Jesús en la cruz del Calvario dejó su vida, entregándola para la salvación de toda la humanidad. Cuando los verdaderos hijos de Dios llegan a la cruz del Calvario es para rendir sus vidas por completo a Dios, allí mueren sus emociones, viven por la palabra y las promesas de Dios, allí son crucificados en la cruz juntamente con Cristo, para resucitar en gloria; Gálatas 2:20 “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí, y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”.
Gálatas 6:14 “Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo ha sido crucificado para mí, y yo para el mundo”.