viernes, 30 de noviembre de 2012

Jesús, "Mi Refugio" - Vídeo

Unos pioneros estaban cruzando las praderas del viejo Oeste en la búsqueda de tierras para cultivar. Viajaban en carretas cubiertas con lonas, tiradas por bueyes y su progreso era muy lento. 

Un día, con horror, vieron en la distancia una nube de humo extendiéndose por kilómetros, llenando todo el horizonte. Era evidente que un incendio avanzaba rápidamente hacia ellos desde el Oeste consumiendo el pasto seco de la pradera. Habían atravesado un río el día anterior pero no había tiempo para regresar allí antes de la llegada de las llamas. ¿Qué hacer? Mientras estaban paralizados de miedo, un hombre se hizo cargo, mandándoles a prender fuego al pasto que había tras ellos. Una vez que se había quemado un buen espacio, todos se refugiaron en el terreno quemado.
Mientras el terrible incendio se extendía velozmente, una niñita clamó con terror:
-¿Está seguro que no seremos consumidos por el fuego? El líder respondió: 
-Mi hija, las llamas no nos pueden alcanzar aquí porque estamos parados donde el fuego ya pasó. Estamos a salvo. Y así fue.

¡Qué ilustración de la seguridad que podemos encontrar en Cristo! El fuego del juicio de Dios pasó sobre Él y así se ha convertido en nuestro refugio. Estamos seguros para siempre porque estamos parados en el refugio donde el fuego ya ha pasado.



Corazón Valiente - Reflexiones


En 1926, el rey Eduardo I de Inglaterra organizó un gran ejército y cruzó la frontera de su nación para entrar a Escocia. Eduardo era un líder muy diestro y un guerrero temible.
Era un hombre alto y fuerte que había ganado su primera batalla cuando acababa de cumplir los veinticinco años. En los años siguientes, se convirtió en un veterano experto en pelear en las Cruzadas.
A los cincuenta y siete años obtuvo una importante victoria en Gales, a cuyo pueblo derrotaría y cuya tierra anexaría.
En ese conflicto su propósito había sido muy claro: contrarrestar la impetuosa temeridad de los galeses, castigar su soberbia y luchar contra ellos hasta su exterminio.
Durante un tiempo, Eduardo intentó manipular el destino de Escocia. Se las arregló para hacerse amo del territorio y luego poner allí a un rey débil de carácter, un hombre al que el pueblo escocés llamaba "Toom Tabard", que quiere decir "capa vacía". Luego le hostigó hasta que hizo que se rebelara y le dio a la monarquía inglesa una razón para invadir el país. El pueblo escocés fue humillado.
Eduardo saqueó el castillo de Berwick y masacró a sus habitantes. Otros castillos se rindieron rápidamente. El rey escocés fue despojado del poder y muchos creyeron que el destino de los escoceses sería el mismo que el de los galeses. Pero llegaron a esa conclusión sin tener en cuenta los esfuerzos de un hombre: Sir William Wallace, a quien todavía se le honra como héroe nacional de Escocia pese a haber transcurrido más de setecientos años.
Si usted vio la película Braveheart (Corazón valiente), entonces tiene una imagen de un William Wallace luchador y decidido que valoraba la libertad por encima de cualquier cosa. Se esperaba que su hermano mayor, Malcolm, en su calidad de primogénito, siguiera los pasos de su padre como guerrero. A William, como a muchos de los segundos hijos de aquellos tiempos, se le preparó para el clero y le enseñaron diferentes valores, incluyendo la libertad.
Pero su indignación hacia los ingleses opresivos aumentó después de que mataran a su padre en una emboscada y que obligaran a su madre a vivir en el exilio. Tomó las armas cuando, a los diecinueve años de edad, un grupo de ingleses trató de intimidarle. A comienzos de sus veinte años, ya era un guerrero extremadamente hábil.
Durante los tiempos de William Wallace y Eduardo I, generalmente las guerras eran dirigidas por soldados adiestrados, profesionales, y a veces por mercenarios. Mientras más grande y experimentado era el ejército, mayor era su poder. Cuando Eduardo se enfrentó al pequeño ejército de Gales, estos no tenían ninguna posibilidad de sobrevivir. Lo mismo ocurría con los escoceses. Pero Wallace tenía una capacidad inusual. Reunió a la gente escocesa común, les convenció del valor de la causa de la libertad, les inspiró y equipó para pelear contra la maquinaria profesional de Inglaterra.
Finalmente, William Wallace no pudo derrotar a los ingleses y conseguir la independencia para su nación. Le ejecutaron brutalmente cuando tenía treinta y tres años. (La forma en que le trataron fue peor de lo que se ve en la película Braveheart.) Pero su legado de hombre valiente que valoraba a los demás, perduró.
Al año siguiente, inspirado en el ejemplo de Wallace, el noble Robert Bruce reclamó el trono de Escocia y reclutó no sólo a los aldeanos, sino además a la nobleza. Y en 1314, Escocia finalmente ganó su tan ansiada independencia.
Se necesita sólo un valiente para romper con el patrón de la opresión y la angustia. Sin embargo, ese único valiente tendrá que pagar un precio muy alto, pero la cosecha más tarde será muy fructífera. La Biblia habla de un Corazón Súper Valiente: Jesús de Nazareth; dio toda su vida para rescatarte de la opresión del pecado. Hoy eres libre o puedes ser libre, pero el precio que Él pagó fue muy grande.
Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios. 1 Corintios 6:20
Por precio fuisteis comprados; no os hagáis esclavos de los hombres. 1 Corintios 7:23

No te canses de orar - Devocional - vídeo

Muchas veces, desmotivados de tanto esperar la anhelada respuesta de Dios y tratando de comprender por qué, según nuestro parecer, tarda tanto en responder, bajamos la guardia y terminamos cansándonos de orar; y es que cuando queremos algo y hay que esperar, esos momentos se nos hacen eternos y llegamos a cometer muchos errores en nuestra desesperación, pero uno de ellos, el más importante y del que depende todo, es cuando dejamos de orar, puesto que cuando dejamos hacerlo, en cierta forma, estamos dándonos por vencidos.
La oración es la comunicación que podemos tener con Dios, es el medio que abre una línea directa entre Él y nosotros; imagina que sólo existe el teléfono como medio de comunicación entre tú y una persona especial para ti, un ser amado, un mejor amigo, alguien que sabe que le quieres y tú sabes que te quiere a ti; pero si no hablan y no hay una comunicación constante, se debilita y enfría esa bonita relación. Si uno de los dos comienza a cansarse de hablar, probablemente pronto terminarán por tomar cada uno su camino, porque el cansancio y el desinterés provocarán un alejamiento.
Algo similar sucede cuando nosotros nos cansamos de orar; a veces estamos tan dolidos por nuestra necesidad que sentimos que Dios, por algún motivo, no está escuchándonos y tomamos la decisión de no orar ya, porque estamos cansados de pedir y no recibir. La verdad es que a veces nos cansamos muy pronto de esperar, porque no nos interesa nada más que la solución rápida de nuestros problemas, y olvidamos que todas las cosas que Dios permite que sucedan son con un propósito, el de forjar carácter y provocar un crecimiento espiritual en nosotros.
La historia de Daniel menciona que cuando supo del decreto que firmó el rey Darío sobre no adorar a nadie más que a él,  Daniel fue a su casa a orar como siempre lo hacía,  3 VECES AL DIA, “Daniel lo supo, pero de todos modos se fue a su casa para orar a Dios. Daniel acostumbraba orar tres veces al día, así que entró en su cuarto, abrió la ventana y, mirando hacia Jerusalén, se arrodilló y comenzó a orar” Daniel 6:10 (Traducción en Lenguaje Actual). Daniel, a pesar de saber que estaba en peligro al hacerlo, era fiel a Dios en su oración, él mantenía una comunicación constante con el Señor que le hacia olvidarse de las situaciones a su alrededor.
La comunicación con Dios por medio de la oración te da la seguridad de saber que, pase lo que pase, todo estará bien; hablar con Dios te da la fuerza suficiente para soportar lo que sea con valentía y superar los obstáculos y situaciones que intentan acabar contigo, te mantiene dentro de un cerco que ni las dudas, ni los problemas, ni lo que diga la gente te pueden hacer daño.
La Biblia dice: “No se olviden de orar. Y siempre que oren a Dios, dejen que les dirija el Espíritu Santo. Manténganse en estado de alerta, y no se den por vencidos. En sus oraciones, pidan siempre por todos los que forman parte del pueblo de Dios”. Efesios 6:18 (Traducción en Lenguaje Actual),
Tal vez pienses que has orado mucho y no recibes la respuesta y te preguntas ¿por qué Dios no responde? Pero la verdadera cuestión sería analizar si has tenido en cuenta que el tiempo de Dios no es el mismo que el nuestro, y que sea cual sea la situación SIEMPRE RESPONDE. Siempre que tomemos la medida del tiempo según nuestra propia forma de ver las cosas, se nos hará que Dios tarda, sentirás que estas cansado de orar, porque tu espera está determinada según la apreciación humana y no según la confianza del corazón.
Es difícil continuar orando cuando pasa el tiempo y no se ve llegar la respuesta de Dios; duele y provoca que nuestra fe esté a prueba, pero es precisamente la fe lo que mantiene vivo el deseo de orar. Saber que Dios responde a todas y cada una de nuestras oraciones es un motivo muy grande para continuar haciéndolo; dejar de orar es bajar los brazos en señal de derrota y creo que a nadie nos gusta probar ese doloroso sentimiento.
Dios sabe lo que hace y el tiempo que se toma es sólo el que cree necesario u oportuno. Él nunca te tendrá esperando más de lo necesario; esas oraciones que haces en la noche, esas lágrimas que has derramado, esas fuerzas que has gastado, tienen todas una recompensa. Tal vez ha pasado el tiempo y para ti sea demasiado, pero hoy debes saber que la respuesta de Dios es un regalo con fecha de entrega ya planeada, que no hay nada que impida que llegue a tus manos porque Él ya ha determinado que lo recibas.

No te canses de orar, sé un hombre o una mujer valiente y, como Daniel, mantén tu oración y tu confianza más allá de lo que pueda suceder. Que las situaciones sólo hagan que tu relación con Dios se fortalezca y, si estás cansado de orar pidiendo, entonces prueba a orar agradeciendo, porque aunque estés cansado, Dios siempre tiene tiempo para escucharte y una respuesta a tiempo para entregarte.


Doy Gracias por Ti -Reflexiones, ORACIÓN

Una de las cosas más importantes que podemos hacer es estar verdaderamente agradecidos a nuestros amigos… y decírselo.


Mi buen amigo:
Raras veces es la amistad como la tuya.
Cuánto me gustaría ser la ayuda que tú has sido para mí.
Por los que oro, tú eres uno, 
por lo que le pido a Dios, para ti, las mayores bendiciones, 
de las más selectas que posee.
Y que te conceda su benevolente cuidado…
De lo que yo recuerdo, de vez en cuando,
cómo has inspirado mi corazón
Me encuentro inclinado orando
que Dios bendiga a mi amigo hoy
Con mucha frecuencia, ante su trono de Gracia,
me viene el recuerdo de tu rostro
y entonces, instintivamente, oro
para que Dios te guíe por todo el camino…
Espero algún día, estar parado contigo
delante del trono, a la diestra de Dios,
habiéndote dicho al final del camino:
Alabado sea el Señor, porque tú has sido mi amigo
A Dios doy Gracias por ti
Las dos palabras más importantes: Muchas Gracias.
La palabra más importante: Nosotros
La menos importante: Yo
Filipenses 2:3
Nada hagáis por egoísmo… sino que con actitud humilde cada uno de vosotros considere al otro como más importante que a sí mismo.

Nada Me Puede Separar Del Amor De Dios - vídeo

Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús, Salvador nuestro. Romanos 8:38-39
Observa cómo la Biblia dice que el amor de Dios está en Jesucristo (Romanos 8:38-39). Jesús es la expresión tangible del amor de Dios, de la misma manera que Él es la representación exacta de todo lo que es verdadero de Dios mismo .
El amor define la naturaleza de Dios y sus motivos. El amor es una parte inseparable de todo lo que Él es. Dios envió a Su Hijo (amor) al mundo. Quienquiera que le dé la bienvenida a Su Hijo recibe Su amor. Así que si alguna vez esta pregunta surge en tu corazón: “¿Puede Dios amarme y quiere relacionarse conmigo, todavía, después de lo que hice?”, formúlate otra pregunta: “¿Le doy yo la bienvenida a Jesús en mi corazón,...  todavía?” Ambas preguntas tienen la misma respuesta.
Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Colosenses 1:15
Él es el resplandor de su gloria y la expresión exacta de su naturaleza, y sostiene todas las cosas por la palabra de su poder. Hebreos 1:3
Cuando Dios envió a Su Hijo, Jesucristo, al mundo, su invitación fue clara: “Los  amo a cada uno de ustedes, y quiero relacionarme con ustedes para siempre. Reciban Mi amor.” La sencilla y triste verdad es que la mayoría de las personas no aceptó, y no acepta, la invitación de Dios. Encarnando el amor de Dios, Jesús vino precisamente a las personas que habían sido creadas por el amor de Dios; sin embargo, la mayoría de esas personas lo rechazó (Juan 1:11).
Decidieron no identificarse con Él porque su presencia proyecta luz sobre las cosas malas que estaban haciendo y diciendo. Optaron por quedarse en la oscuridad, lejos de Dios y de Su amor por ellos (Juan 3:19-20).
Como estamos viendo, el amor de Dios no es una emoción pasiva e incorporada. Aunque Él piensa en nosotros todo el tiempo, no sólo piensa en nosotros. Nuestra cultura nos enseña que el amor es, antes que nada, un sentimiento interno; uno que, ocasionalmente, se manifiesta haciendo algo por quien amamos.
El amor verdadero, el amor ágape, es más que un sentimiento; es una forma de ser hacia los demás, una disposición, un conjunto de comportamientos, una manera de relacionarse con las personas. Este amor actúa y toma la iniciativa.
El amor que Dios da, se extiende y, activamente, se nos ofrece a ti y a mí. A cambio, nuestro amor debe recibir, abrazar y aceptar activamente Su amor. Él comienza; nosotros respondemos. Él ama; nosotros recibimos ese amor. Esto puede parecer un asunto de poca importancia, pero es una de las verdades más significativas que aprenderás. Esto explica por qué debemos recibir intencionalmente a Jesucristo en nuestro corazón y darle la bienvenida a nuestra vida.
Hoy...Sé, por lo tanto, que nada ni nadie me puede separar de ese amor.
Señor, gracias por amarme en este día de esa manera. Quiero responderte con ese mismo amor. Amén.