domingo, 16 de noviembre de 2014

La vida plena

Dios nos da pinceladas de lo que a su juicio, es la vida realizada. “Dichoso el que halla sabiduría, el que adquiere inteligencia. Porque ella es de más provecho que la plata y rinde más ganancias que el oro. Es más valiosa que las piedras preciosas: ¡ni lo más deseable se le puede comparar! Con la mano derecha ofrece larga vida; con la izquierda, honor y riquezas. Sus caminos son placenteros y en sus senderos hay paz". Proverbios 3.13-17
sabiduria DiosHijo mío, conserva el buen juicio, y no pierdas de vista la discreción. Te serán fuente de vida, te adornarán como un collar. Podrás recorrer tranquilo tu camino, y tus pies no tropezarán. Al acostarte, no tendrás temor alguno; te acostarás y dormirás tranquilo. No temerás ningún desastre repentino, ni la desgracia que sobreviene a los impíos. Porque el Señor estará siempre a tu lado y te librará de caer en la trampa”. (‭Proverbios‬ ‭3‬:21-26‬ NVI)

Si el principio de la sabiduría
 es tener “Temor de Dios”, cuando una persona la ha encontrado tiene muchísimas cosas. Un arsenal completo. 
Sin embargo, Dios en medio de todas las bendiciones, se ocupa de recordarnos mantener un "bajo perfil", la “no exaltación propia", el no perder la humildad: “conserva el buen juicio; no pierdas de vista la discreción”. La NTV dice en Romanos 12:3: “Basado en el privilegio y la autoridad que Dios me ha dado, le advierto a cada uno de ustedes lo siguiente: ninguno se crea mejor de lo que realmente es. Sean realistas al evaluarse a ustedes mismos, háganlo según la medida de fe que Dios les haya dado”.

¿Hay un Propósito en el Sufrimiento?

Algunos cosas en la vida son inevitables, y el sufrimiento es una de ellas. Ninguno de nosotros puede escapar de él completamente. El dolor puede ser de carácter físico o mental. Se ve de diferentes formas y en diferentes grados. Nosotros sufrimos a causa de nuestros propios errores, ignorancia o pecados. También sufrimos por causa de los errores de otros.
Así como hemos de aceptar la universalidad del sufrimiento, también tenemos que reconocer que el camino del mismo no es fácil. Esto es así porque cada persona responde de forma diferente e impredecible ante la experiencia del dolor.
Aunque el sufrimiento es un hecho doloroso y común de la vida, no debemos concluir que éste no tiene ningún valor positivo. Por el contrario, el sufrimiento es frecuentemente usado por Dios para el bien.
Valor correctivo
Por alguna razón el sufrimiento humano tiene un valor correctivo. Puede ser una señal que nos 
previene cuando andamos por un camino erróneo, una señal que llega oportunamente para que cambiemos.
Un hombre sabio no se opone a la amonestación sino que saca ventaja de la misma. “No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová, ni te fatigues de su corrección; porque Jehová al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere(Proverbios 3.11,12). Si consideramos oportuno el acto disciplinario de un padre amante cuando trata de corregir a su hijo, sacaremos un mejor provecho del dolor.
Además, el sufrimiento no es siempre resultado del pecado, incluso cuando así lo parezca, no tiene por qué ser la causa del mismo. El sufrimiento o dolor experimentado no es simplemente castigo. Puede ser correctivo dado que el sufrimiento no es normalmente, comprendido, pero, al mismo tiempo, puede servir para un buen propósito, y tenemos que buscar la manera de aceptarlo.

Fortaleza en la debilidad

En el capítulo doce de 2 Corintios, Pablo escribe acerca de sus tribulaciones. Él suplica a los cristianos de Corinto, que tomen en cuenta su propia experiencia y que no presten oídos a chismes que pululan para desacreditarlo.
Después parece que hay una pausa en el mensaje y las siguientes palabras fueron posiblemente, escritas con más detenimiento, ya que Pablo se expresa personalmente. “Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero  de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Corintios 2.7-10).
Pablo sufría porque tenía una debilidad o impedimento físico. Se trataría, seguramente, de un padecimiento similar al que todos hemos sufrido. Oró a Dios para que le fuera quitado, pero Dios no lo quiso así. Era algo que debía soportar por el resto de su vida. Pablo aprendió, entonces, a vivir contento con debilidades, insultos, peligros, persecuciones... También aprendió que cuando se sentía “débil”, realmente se hacía “fuerte”.
No consideró su miseria como una “bendición disfrazada”. No la empolvó ni la roció con perfume hasta que oliera a rosa. Más bien declaró directamente “me fue dado un aguijón en mi carne”. Nosotros también debemos afrontar nuestro sufrimiento provechosamente. La Biblia dice: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (Romanos 8.28).
No todas las cosas son buenas, pero ayudan a bien. El sufrimiento puede desarrollarnos y hacernos maduros, si lo aceptamos como una experiencia de enseñanza. También puede humillarnos para ayudarnos a comprender lo impotentes que somos. Entonces, como Pablo, podemos recibir fortaleza de Dios para vencer o para aceptar lo que no puede ser cambiado.

Puertas abiertas por Dios

La redención del hombre ha sido siempre lo más importante para Dios. Pero a causa de nuestro pecado, la justicia divina tenía que ser satisfecha; es decir, el castigo por el pecado tenía que ser pagado. Además, había que extender el perdón a toda persona culpable de haber pecado contra el Señor. La solución era costosa: Para redimir a la humanidad, el Padre sacrificó a su único Hijo, quien murió en nuestro lugar. Toda persona que cree en la obra redentora de Jesucristo, ha recibido bendiciones incalculables. Ha sido reconciliada con el Señor, hecha parte de su familia, y recibido la vida eterna.
Además, Dios ha dado a los creyentes la responsabilidad de anunciar la buena noticia de salvación a todo el mundo, y de hacer discípulos a todas las naciones (Mateo 28.19). Cuando Él abre las puertas de servicio para nosotros, podemos atravesarlas con confianza. Tenemos su Espíritu que mora en nosotros, para fortalecernos, guiarnos y equiparnos. Seremos, entonces, capaces de realizar nuestra tarea gracias a su grandioso poder (Romanos 8.11; Efesios 3.16).

¿Deben los cristianos obedecer las leyes del lugar?

Romanos 13:1-7 establece: “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo. Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia. Pues por esto pagáis también los tributos, porque son servidores de Dios que atienden continuamente a esto mismo. Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra.”
Este pasaje es extensamente claro en cuanto a que debemos obedecer al gobierno que Dios ha puesto sobre nosotros. Dios creó a los gobiernos para establecer el orden, castigar la maldad y promover la justicia (Génesis 9:61 Corintios 14:33Romanos 12:8). Debemos obedecer al gobierno en todo, pagando impuestos, obedeciendo sus reglamentos y leyes, mostrando respeto, etc. Si no lo hacemos, en última instancia estamos mostrando falta de respeto a Dios, porque es Él quien ha puesto a ese gobierno sobre nosotros. Cuando el apóstol Pablo escribió Romanos 13:1-7, él estaba bajo el gobierno de Roma durante el reinado de Nerón, quizá el más vil de todos los emperadores romanos. Aún así, Pablo reconoció al gobierno que lo gobernaba. ¿Cómo podemos nosotros hacer menos?

¿Cómo debe Un Cristiano enfrentarse a La Tentación?

“CUANDO LLEGUE LA TENTACIÓN, ÉL OS DARÁ TAMBIÉN UNA SALIDA…” 1 Corintios 10.13 (NVIC)
La tentación provoca sentimientos de culpabilidad que nos desaniman al hacernos argumentar: "Si fuera mejor cristiano, no tendría estos pensamientos. He orado mucho al respecto; ¿por qué no me quita el Señor la tentación?" Pero, ¡nunca estaremos libres de ella! 
La oración no la elimina, pero sí nos acerca más a Dios, y Él nos da poder para vencerla. “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros” (Santiago 4:7). Nos dice la Biblia: “No os ha sobrevenido ninguna prueba que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser probados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la prueba la salida, para que podáis soportarla” (1 Corintios 10:13). Cuando venga la tentación, nunca te preguntes qué debes hacer; Dios ya lo ha dejado claro en las Escrituras y nos ha dado Su Espíritu para redargüirnos, guiarnos y fortalecernos.
Además, tenemos el privilegio de poder acercarnos “…confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16). 
Es un error no tomar en serio la tentación. Muchos de los que han sucumbido ante ella, creyeron que eran lo bastante fuertes para resistirla… Cuando estés rodeado de maldad, no des por hecho de que tú eres inmune a ella… apártate de las oportunidades de ser tentado… “…así quitarás el mal de en medio de ti” Deuteronomio 22:21. Aparta cualquier forma de tentación en tu hogar, en tus relaciones y en tu mente mediante una relación de amor con Dios y el convencimiento de que no puedes conseguirlo con tus propias fuerzas. Cuando José fue tentado a cometer adulterio, huyó (Génesis 39:12). No pueden existir la luz y las tinieblas al mismo tiempo. "Huye, entonces, de la oscuridad y dirígete hacia la luz.”