sábado, 18 de abril de 2015

En medio de la tempestad

Levantándose (Jesús), reprendió al viento, y dijo al mar: ¡Calla, enmudece! Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza. Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? Entonces temieron con gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen? Marcos 4:39-41
Como los discípulos en la barca durante la tempestad, los creyentes atraviesan el agitado mar de este mundo para alcanzar la ribera eterna, el cielo prometido a todos los que ponen su confianza en Jesús.
En medio de la tempestadY si Jesús está en nuestra barca, aunque parezca dormir, no naufragaremos porque nuestra suerte está ligada a la suya. 
Recalquemos que Él se hallaba en la parte trasera de la barca, donde está el timón, y los discípulos no comprendían cómo Jesús podía dormir en esa circunstancia. Lo despertaron diciéndole: “Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos”?
Ocurre lo mismo en nuestros días; cuando pasamos por momentos difíciles, tenemos tendencia a pensar que el Señor duerme y no se preocupa de nosotros. ¡Grave error! ¿No dio Él la orden: “Pasemos al otro lado”? Los discípulos aún no entendían que Jesús era el Señor omnipotente, y tampoco habían prestado la debida atención a sus palabras. Si hubiesen creído en ellas hubieran estado seguros de llegar pese a la tempestad. Tenemos esta promesa de su parte: “He aquí yo estoy con vosotros todos los días…” Mateo 28:20.
Con Jesús en la barca de nuestra vida no debemos temer nada. Las olas enfurecidas pueden golpear nuestra barca y los vientos pueden agitar nuestra vida, pero con Jesús siempre estamos seguros.

¿Cómo orar eficazmente?

Sabemos que Dios nos da con más profusión de lo que pedimos o entendemos, según Su poder que actúa en nosotros. Por ejemplo, si pedimos y oramos por diez unidades de amor y paciencia, seguramente Él nos dará doce y sin regatear. No debemos orar de acuerdo a como sentimos, sino de acuerdo a lo que está escrito en la Palabra del Señor. Por lo tanto, acerquémonos con confianza al Señor, quien es perfecto y nos escucha.
la oracionOremos por todo, pero hagámoslo por lo que no nos gusta para poder recibir lo que nos gusta. Es decir, aprendamos a presentarnos delante de Dios con humildad, seguros de que nuestro corazón está limpio de rencor y de dolor, porque Él nos pide que oremos por quienes nos hacen mal, que bendigamos y hagamos el bien a todos en todo tiempo. Ya que si devuelvo el mal, soy yo quien me convierto en malo y de esa forma no podemos pretender que Él nos escuche. 
Además, es importante dar amor y respeto, especialmente a nuestro cónyuge, a nuestra familia, y ofrecer perdón a todos. Esas son condiciones indispensables para que nuestra oración sea escuchada.
¿Hay otra condición importante para orar eficazmente? Sí, acercarnos con honra al Señor, convencidos de que Él es nuestro Padre, que también es el Señor de señores, quien merece toda la honra y la gloria, por lo que no podemos pretender aproximarnos a Su trono con las manos vacías. Eso sería menospreciarlo; si incluso en el plano terrenal damos obsequios cuando deseamos quedar bien con alguien, ¿cómo rehusaríamos agradar a nuestro Rey? Eso sería contradictorio a nuestra fe.
Porque Dios es el Señor de todo, aún de lo ilimitado, y si le pides algo que no existe, Él puede crearlo, sin duda. Él pagará por nosotros, nos defenderá y cuidará; por eso no es necesario devolver mal por mal, al contrario, debemos pedir bendición para la vida de todos, ya que lo que demos es lo que recibiremos, eso es justicia. Debemos dar testimonio del Señor en todo momento, especialmente con nuestras actitudes y comportamientos.

¿Pelear o Pescar?

Vivimos en un mundo que parece estar al borde del abismo, todos con las armas listas para disparar. Las redes sociales se han convertido en un campo de batalla donde las personas se dicen y contradicen sin misericordia. Un bando de opinión contra otro, una línea de pensamiento contra otra, y sin querer olvidamos que Dios no nos ha llamado a pelear sino a pescar, a pescar hombres. Jesús les dijo a Pedro y Andrés “Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres.” Pero es muy difícil pescar si, al mismo tiempo, tienes armas en las manos, ¿cómo sostienes la caña o la red? Es casi imposible.
Lo que sí es posible es usar la palabra de Dios para penetrar hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, de una persona que se niega a escuchar otro argumento que no sea el suyo. Alguien que ha levantado fortalezas contrarias incluso para su propio bien. Sin embargo, mostrar una actitud entregada y amorosa puede abrirte más puertas que cerrártelas. Cuando los demás notan que lo que dices es por su bien y que se lo dices con esa intención, estarán dispuestos a bajar la guardia y valorar tu propuesta.

Antes era ciego y ahora veo

Guiaré a los ciegos por camino que no sabían, les haré andar por sendas que no habían conocido; delante de ellos cambiaré las tinieblas en luz, y lo escabroso en llanura. Isaías 42:16
Luz soy del mundo. Juan 9:5
¡Ese día Jesús había curado a un ciego! Milagro que, como la mayoría de ellos, tiene un doble significado. Primeramente, era el cumplimiento de la profecía que anunciaba que el Mesías devolvería la vista a los ciegos (Isaías 29:18; 35:5). También es un signo que nos revela a Jesús como la luz del mundo.
Inline image 1Aquel hombre era ciego desde su nacimiento. Los discípulos le preguntaron si había pecado, pero Jesús no siguió sus razonamientos inútiles sobre las causas de esa desgracia. Mostró que siempre hay un remedio dado por Dios: Él puede liberar, pues no hay ningún obstáculo al despliegue de su gracia.
La ceguera de ese hombre hace referencia a otro tipo de ceguera. Jesús vino a este mundo “para que los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados” (Juan 9:39). Las personas que “no ven” son las que reconocen su miseria y la necesidad de que Dios las salve. Y Jesús vino para que ellas puedan “ver” al confiar en Él. En el evangelio, ver es una consecuencia de la fe.
A las personas que creen ver y saberlo todo, su pretensión, vanagloria y propia justicia les impiden creer en el Señor y recibir la luz divina. ¡No pueden discernir la belleza de la persona de Jesús!
El Señor Jesús ordenó al ciego ir a lavarse al estanque de Siloé, que significa "enviado". ¡El ciego obedeció y recobró la vista! Para ver espiritualmente, primero hay que creer. Cada uno de nosotros está invitado a ir a Jesús, el Enviado de Dios.

Sangre en la puerta de entrada

Siglos atrás, el dominio español era muy poderoso en toda Europa. El rey de Holanda, bajo el dominio español, era un cruel tirano. En su país, puso como gobernador a un hombre que se jactaba de haber matado a miles de súbditos, hasta que hubo una sublevación contra el dominio español, al mando de su héroe nacional Guillermo de Orange. 
sangre-en-la-entrada-de-la-puertaLa reacción española fue más dura y sanguinaria, muchos pueblos fueron arrasados. Los habitantes de Rotterdam esperaban el ataque español en cualquier momento, hasta que una alarma se sintió en toda la ciudad, “¡los españoles han llegado, la flota está anclada en el río!”. Al rato, un emisario español llegó con un mensaje del jefe de la flota, que pedía permiso para atravesar la ciudad, porque necesitaban juntarse con su ejército, y que no les harían ningún daño. Al tener conocimiento del hecho, muchos decían que era una trampa, y otros que de todos modos, los españoles entrarían en la ciudad, y si se negaban, provocarían la ira del Almirante de la flota y atacaría, por lo que optaron por autorizar el ingreso de los españoles. 
Un ciudadano rico que vivía frente a la plaza principal, seguro de que era una trampa, decidió convertir su gran casa en refugio. Junto a su esposa, rompió todos los cristales, sacaron todos los muebles al patio, y la hicieron parecer una casa abandonada. Al entrar la tropa, calle a calle fueron asesinando a los que encontraron, y al llegar a la presunta casa abandonada, se percataron de que por debajo de la puerta salía sangre hacia los escalones de la entrada. “Al parecer nuestros compañeros ya pasaron por aquí”,... y se retiraron. En el interior, se cree que había más de mil personas; ¿la sangre?, el dueño de la casa había degollado un cabrito dejando que se desangrara, salvando así la vida de todos.