martes, 21 de febrero de 2017

Camina Conmigo

“Como empezamos no determina a dónde llegamos”
Decidimos iniciar una vida juntos. Nos encontramos, fueron dos miradas que se cruzaron, dos mentes que empezaron a volar y a crear fantasías; así fue como nació el deseo de estar juntos.
Fuimos dos los que nos enamoramos. Un primer beso en donde se conjugaron los labios de dos personas y un abrazo que fundió a dos cuerpos en uno.
Uno propuso y otro aceptó: somos pareja. Ahora ya no caminamos distanciados; nuestras manos se entrelazan mientras recorremos trayectos como si estuviésemos separados del suelo.
El tiempo de cada uno se dispone para crear un espacio de dos. En ocasiones yo dispongo y tú solo aceptas; otras veces yo me dejo llevar.
Me gustan las artes, y te enseño a apreciarlas. Te acompaño en tus deportes y te doy ánimo cuando entrenas.
Escucho de tu trabajo, de tu mundo laboral, y me doy cuenta que aún sin haberla visto, llego a sentir que conozco tu oficina; imagino el escritorio y a tu vecino más cercano. Y tú me das ideas para mi nuevo proyecto, aportas nuevos caminos, otros proyectos y te arriesgas a llevarme adonde yo aún me resisto a llegar por mi necesidad de control. Entonces compartimos mi capacidad de organizar y estructurar con tu visión e ímpetu para ver nuevas oportunidades y arriesgarse a tomarlas.
Mi familia pregunta por ti. Tu familia me quiere conocer. Finalmente, los sorteamos; navidad con unos, año nuevo con otros, y cumpleaños compartidos pero siempre con escapadas de dos. La exclusividad no está en la mesa de negocios.
Están tus amigos, yo traigo los míos y vienen los nuevos, los que vamos conociendo en nuestro camino. Y nos aseguramos de que nunca nos falten los momentos para crear recuerdos de las personas que nos ven crecer como pareja y que aportan una dosis de felicidad a lo que vivimos.
Pero llegaron algunos conflictos. Dos pensamientos que se oponen, dos voluntades que luchan por una primacía, aunque prevalece la democracia; los dos ganamos y los dos perdemos; en algo negociamos y llegamos a un punto medio. A veces yo he cedido; otras veces tú te evades; cuando el conflicto lo permite no pasa de un simple malentendido.
¿En qué termina la historia? …

No sé quién eres, pero sí sé quién eres

No sé quién eres, aunque en realidad... sí sé quién eres. Llegaste a mi vida de la mano de Dios y ahí estás, leyéndome.
Con un corazón contrito y humillado, con tu alma herida, tu salud quebrantada, y quizá una amarga decepción… un hecho terrible que le dio un vuelco a tu vida y la hizo girar en otro sentido.
Hasta ayer eras alguien con proyectos, ilusiones, esperanzas, pero hoy pareces otra persona. Las ilusiones se derrumbaron, los proyectos se evaporaron y las esperanzas se perdieron.
En medio de las heladas aguas de ese mar de tu naufragio escuchaste muchas voces. De esas que hablan mucho y no dicen nada, como cuando la sapiencia, con las inteligentes y bien ordenadas construcciones argumentales de los eruditos de turno no llegaron a tu corazón roto, ni fueron capaces de aportar entendimiento ni consuelo a tu alma herida. Mas un día te hallaste frente a una pantalla de ordenador y sin saber cómo ni por qué, comenzaste a leer un “mensaje de ánimo”. De la mano de Nuestro Amado Señor, con palabras sencillas y llenas de la Gracia Divina, te habló personalmente.
Habías clamado a un Dios que creías que no te estaba bendiciendo. Sentías que tus oraciones se estrellaban contra el techo de tu habitación en la fría soledad de tus días, sintiendo el amargo sabor de la derrota. Pero Dios puso en el corazón de alguien escribirte un mensaje sin saber él para quién. Como todos los mensajes de este sitio, que vuelan lejos de las manos de sus autores, como la paloma del Espíritu, para posarse y aportar alivio y consuelo en un corazón lejano y dolido.

Ver el mañana

Porque por fe andamos, no por vista. 2 Corintios 5:7
Encantador el mirar al cielo cuando no hay ninguna nube. Es una parte hermosa de la obra maestra de nuestro gran Creador que se nos dio para disfrutarla. ¡Cuántos pilotos disfrutarán de semejante panorama! Ellos usan varios términos aeronáuticos para describir un cielo perfecto para volar, pero la mejor frase es: «Puedes ver el mañana».
«Ver el mañana» no está a nuestro alcance. Ya es bastante para nosotros ver o entender lo que la vida nos trae hoy. La Biblia nos dice: «no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece» (Santiago 4:14).
Pero nuestra visión limitada no es razón para desesperarse, sino todo lo contrario. Confiamos en el Dios que ve a la perfección todos nuestros mañanas; que conoce lo que necesitamos para enfrentar los desafíos que están por delante. El apóstol Pablo lo sabía, por eso nos anima con palabras esperanzadoras: «Porque por fe andamos, no por vista» (2 Corintios 5:7).
Si confiamos en Dios hoy y para los mañanas aún invisibles, no hay por qué preocuparse de nada que surja en nuestra vida. Él sabe qué está por delante, y es lo suficientemente poderoso y sabio como para controlarlo.

Señor, enséñame hoy a confiar en tu bondad y no preocuparme por el mañana.
Dios ve el principio y el final.

Mi Cónyuge Es Muy Intolerante

La intolerancia hacia los fallos del cónyuge es una peligrosa bomba de tiempo.
La intolerancia se define como la falta de habilidad o voluntad para tolerar algo. Es la ausencia de paciencia para aguantar los puntos de vista de otras personas. Una mente inteligente es altamente tolerante. La intolerancia tiene su fundamento en el egoísmo, el orgullo y la inmadurez de las personas, ya que una persona intolerante defiende sus puntos de vista con su visión subjetiva de las cosas, no reconoce errores y frecuentemente ataca emocionalmente a quienes no están de acuerdo con su posición.
La intolerancia en el matrimonio se relaciona con una actitud irrespetuosa, falta de perdón, con ofensas agresivas y siempre haciendo ver al otro como culpable de los problemas. La intolerancia desanima al compañero(a), y después de un tiempo pierden interés en la relación, se separan emocionalmente y pueden llegar a separarse definitivamente.
La intolerancia es una fuerte enemiga del matrimonio y debe ser combatida a toda costa para lograr obtener un matrimonio saludable. Si la causa de la intolerancia es el egoísmo, el orgullo y la inmadurez, para resolver este problema debemos usar el antídoto en cada una de esas tres áreas. 
El antídoto contra el egoísmo es el amor, porque el amor es servicial y siempre está en función del bienestar del cónyuge. 1 Corintios 13.
El antídoto contra el orgullo es la humildad. Una actitud de humildad siempre está dispuesta a reconocer errores, a pedir perdón y a perdonar. La actitud de humildad no contiende, ni acusa ni exige nada. 
El antídoto contra la inmadurez es el conocimiento de la palabra de Dios y la disposición a ponerla en práctica en nuestra propia vida.