martes, 21 de abril de 2020

Funcionando por fe

Había una vez un viajero que caminaba por el desierto, hasta que llegó al borde de un cañón. Buscando la manera de cruzarlo, se da cuenta de que había una larga cuerda extendida hasta el otro lado. Mientras sus ojos empiezan a seguir la cuerda hacia la otra orilla, se queda atónito al ver a un hombre caminando hacia él, confiadamente, conduciendo una carretilla. Al llegar a su lado, el viajero exclama:
—¡Asombroso!
El hombre de la carretilla le pregunta:
Resultado de imagen de Funcionando por fe—¿Crees que lo puedo volver a hacer?
—Estoy seguro de que sí, contesta el viajero. ¡Lo has hecho con mucha confianza"!
—¿De verdad crees que lo puedo volver a hacer?
—Sí, definitivamente sí.
—Muy bien, de acuerdo, dijo el hombre de la carretilla. Súbete y te llevo al otro lado.
La mayoría de las veces nuestra falta de fe limita nuestras posibilidades.
La fe es creer lo suficiente para actuar. Lo que sucede es que a la hora de la verdad nos da miedo dar el paso, y por consiguiente nos paralizamos. El miedo siempre paraliza y terminamos siendo prisioneros del presente. Muchos se pierden las oportunidades por miedo al fracaso o a lo incierto.
Por eso el miedo siempre se derrota con fe.
La fe es creer lo suficiente para estar abiertos a lo improbable, pero el primer paso lo tenemos que dar nosotros.
Como puedes ver, la fe y la valentía van de la mano.

En el camino

Texto bíblico: Lucas 24:13-35 (Reina-Valera 1960)
Después de que ocurriera el acontecimiento más grande la historia (la muerte de Jesús), los discípulos estaban anonadados y muy tristes por todo. Aun no habían superado todas las cosas a pesar de que Jesús ya les había advertido, pero en realidad ninguno de ellos estaba preparado para vivir un acontecimiento como ese.
Resultado de imagen de en el camino a emausCuenta la Biblia, que luego de la resurrección de Jesús (les costaría creer que Jesús ya no debía estar muerto), iban dos seguidores del Mesías caminando y discutiendo acerca del tema del momento. Tan dolidos y tristes estaban por lo que había pasado, que El Maestro en el camino se aproximó a ellos y no lo advirtieron.
¨Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no lo reconociesen. Y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis, y por qué estáis tristes?¨  (Versículos 16-17).
Sus ojos estaban cerrados porque primeramente, estaban lamentándose de lo que había pasado; segundo, porque habían olvidado que Jesús les había dicho que moriría pero que también resucitaría, y tercero, simplemente no creyeron.
No hay mucha diferencia en la actitud y la manera de pensar de estos discípulos con la de nosotros en la actualidad. Hay muchas cosas que sabemos de Jesucristo y de todo lo que Él puede hacer con nuestro presente y nuestro futuro, el pasado ya no cuenta, pero muchas veces vivimos en el pasado lamentándonos por lo que quedó atrás; además se nos olvida que Jesús camina con nosotros, a nuestro lado, y por tener la mirada en lo que está detrás, no notamos que Él está ahí, porque no miramos a lo que tenemos al lado y lo que nos espera adelante.
Imaginemos tener a Jesús al lado diciéndonos ¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! (Verso 25)
Sabían perfectamente que resucitaría, pero dudaban. Además de esto, María magdalena, Juana y María (madre de Jacobo) habían anunciado que la tumba estaba vacía, y a pesar de eso no estaban muy convencidos. Era necesario que todo eso pasara, pues así lo destinó Dios para nuestro beneficio.

Pudo más su amor

Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
Hebreos 12:2 (RVR 60)
Resultado de imagen de Pudo más el amor de DiosDios es un Juez justo y Santo, esa es Su naturaleza; un Dios que aborrece y repudia el pecado y la iniquidad, pues la pureza y la perfección es su esencia, y por más que me amara a mí como creación suya, y a toda la humanidad, no podía dejar de lado darnos el castigo que cada uno de nosotros merecíamos, por la naturaleza pecaminosa que heredamos de Adán y Eva. 
Nos alejamos de Él, nos apartamos de Su naturaleza como ovejas descarriadas, cada uno corriendo a un precipicio por nuestros vanos placeres que nunca nos saciarán en nada. Además, nada podríamos hacer con nuestras propias fuerzas para pagar nuestra salvación, y no podríamos escapar del justo juicio de Dios sin recibir el castigo eterno que merecemos. Por más que hayamos intentado ser “buenos” en nuestras propias fuerzas, Dios no puede dejar ser un Juez justo y Santo solo para alcahuetear nuestras malas acciones, productos de una naturaleza caída y corrupta. Pero fue tan grande su amor por ti y por mí que envió a Su Hijo unigénito a proveer sacrificio por nuestras deudas, las cuales nunca, en toda nuestra existencia, hubiéramos podido pagar, recayendo sobre Su hijo (quien era Dios mismo en la persona de Jesucristo) todo el peso del pecado, la ira de Dios y el castigo que merecíamos, para que Su santidad y justicia fuera satisfechas. Y así, personas culpadas como tú y yo, podamos ser perdonados, limpiados y justificados. ¿Acaso habrá mayor regalo y mayor amor que este? ¡PERFECTO AMOR!
El día en que a nuestro Señor Jesús lo iban a crucificar, comenzó a experimentar tal angustia y depresión que hasta llegó a sudar como gotas de sangre; por lo cual Él le rogaba al Padre: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú. Mateo 26:39