viernes, 4 de agosto de 2017

¿Conocemos a Jesús?

Resultaba increíble escuchar a aquel hombre decir: “No sé de qué me estás hablando”, “No lo conozco”, “No sé lo que dices”, y no bastó decirlo una vez, dos veces, lo repitió por tercera vez.
conocemos a Jesus, reflexión, jesúsCuando lo reconocieron como uno de los seguidores de Jesús, se enojó y aseguró que no lo conocía. ¿No era uno de sus amigos? ¿No había andado predicando la Palabra de Dios? ¿No había sido testigo de los milagros que hizo Jesús? Había visto cómo Jesús daba el habla al mudo, la vista al ciego, liberado a los endemoniados, resucitado a los muertos, ¿No recordaba que su “Maestro” decía: “Bienaventurados los de limpio corazón porque ellos verán a Dios”?
Su “amigo” habló del perdón de pecados, de la paz, del río de agua viva, de la vida eterna, sin embargo lo estaba negando: “No lo conozco”.“No sé quien es Jesús”.
Frecuentemente en nuestra vida nos identificamos con Pedro; con nuestras actitudes, acciones, estamos negando a Jesús. ¿Cuántas veces dejamos de tender la mano a nuestro hermano caído o vemos al hambriento y no lo alimentamos, al sediento y no le damos de beber? ¿Cuántas veces dejamos que nuestros malos pensamientos dominen nuestro corazón, o no perdonamos al que nos ofende? Todo esto trae tristeza a nuestra alma.
Sin embargo, el amor de Dios es tan grande que estuvo dispuesto a morir en la cruz por nuestros pecados. Acerquémonos a Dios y restauremos nuestras faltas; así como los ojos de Jesús se posaron sobre Pedro cuando lo estaba negando, también a nosotros, sus hijos, nos mira con compasión. ¡Busquemos a Dios de todo corazón y hallaremos gracia ante los ojos de Él!

Que seamos tan resistentes como el Oro y tan hermosos como el Diamante

Que seamos tan resistentes como el oro y tan hermosos como el diamante. 
Pues Dios los ha rescatado a ustedes de la vida sin sentido que heredaron de sus antepasados; y ustedes saben muy bien que el costo de este rescate no se pagó con cosas corruptibles, como el oro o la plata. 1 Pedro 1: 18 
Resultado de imagen de Que seamos tan resistentes como el Oro y tan hermosos como el DiamanteLas joyas adquieren valor dependiendo del material y de las piedras preciosas que se usen para su elaboración. No es lo mismo una pieza hecha en oro con diamantes, que una hecha en plata con imitación de piedra preciosa. El coste de la primera supera el de la segunda, ya que el material y la piedra usada tienen un gran valor en el mercado.
Si nos tocara escoger entre ambas, escogeríamos la de oro con diamantes; primero por la calidad; segundo por su belleza; tercero, su durabilidad; y cuarto, porque es una inversión para siempre. Podrá ser usada por generaciones sin perder ninguno de sus atributos, porque el oro siempre se conservará igual sin importar los años que pasen. Y del diamante no hay ni que hablar, porque aun en la oscuridad brillará.

¡Qué ilusión nos da tan solo imaginar que podríamos tener algo de tanto valor! Esto nos emociona y nos quita el sueño hasta el punto de hacer planes para adquirirlo. Debemos saber que así como lucen esas joyas debemos lucir nosotros, y otorgarnos el valor que Jesucristo de Nazaret nos dio por medio de Su sacrificio: nos lavó de todos nuestros pecados y nos redimió, dándonos un valor incalculable que supera el de las piedras preciosas.

Miremos el trabajo que Él ha hecho en nosotros. Nos sacó de las tinieblas y nos llamó a Su luz admirable para resplandecer y siempre brillar, porque nos quitó todo lo que no era puro y santo, para hacer de nosotros lo mejor. Por eso, que nuestra ilusión no sea llenarnos de joyas, sino que Su espíritu haga la obra en nosotros a fin de que seamos tan resistentes como el oro y tan hermosos como el diamante.

¿En qué Consiste el Temor a Jehová?

Cuando hablamos del temor a Jehová, lo primero que se nos viene a la mente es miedo. Pero Dios no quiere que el hombre le tenga miedo, al contrario, lo que más quiere de nosotros es que nos acerquemos a Él confiadamente, que lo respetemos, que lo obedezcamos en todo lo que Él nos manda. Cuando aprendemos a confiar en Él y lo respetamos somos sabios. En toda su Palabra Dios demanda de nosotros sabiduría.
El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza. Proverbios 1:7

I. Dios mismo se ofrece a enseñarnos ese temor.

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Salmos 34:11: venid, hijos, oídme; el temor de Jehová os enseñaré. La forma como Dios nos instruye acerca del temor hacia Él comienza con el deseo ferviente de sus santos de tener vida. En el versículo 12 nos dice: “¿Quién es el hombre que desea vida, que desea muchos días para ver el bien?” Luego nos dice lo que tenemos que hacer para lograr esto:  “Guarda tu lengua del mal, y tus labios de hablar engaño. Apártate del mal,  y haz el bien;  Busca la paz,  y síguela.” Salmos 34;11-14 
Dios siempre está interesado en que sus hijos anden por el buen camino, que se guarden del mal, que busquen la paz para que sean bendecidos. A Dios no le agrada que el hombre sea insensato, por eso hace hincapié en Su temor. Dios está interesado en nuestra sabiduría, que seamos inteligentes, de buen entendimiento.
El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; buen entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos; su loor permanece para siempre. Salmos 111:10

II. ¿Pero qué es realmente el temor de Jehová?

El temor de Jehová es aborrecer el mal; yo aborrezco la soberbia y la arrogancia, el mal camino, y la boca perversa. Proverbios 8:13
Tal es el efecto del temor de Dios, el odio al pecado. El hombre que teme a Jehová debe aborrecer:
  1. El mal
  2. La soberbia
  3. La arrogancia
  4. El mal camino
  5. Y la boca perversa.
Porque nada de esto agrada a Él.