domingo, 22 de enero de 2017

Relación con Dios

Cualquier relación que tengamos con los demás es única y diferente porque todos somos seres únicos e irrepetibles. Pasa igual con Dios, nuestra relación con Él es individual, porque, aunque el Señor es Padre y Señor para muchos, Él es un Dios personal.
Esta relación directa con cada uno de nosotros tiene como objetivo que recibamos salvación, que estemos en comunión con Él, que tengamos la guía para nuestra vida y que nos sea revelado el propósito de nuestra existencia.
Imagen relacionada
Al igual que tu relación personal con Dios es única y personal, tus decisiones y respuestas a Sus llamadas también lo son, y solo tú puedes tomar la iniciativa de atenderlas.
De esa forma es como el Señor transforma individuos, impacta familias, ciudades y naciones.

Ambos niveles, con los demás y con Dios, son importantes, porque sin relación personal no puede haber relación colectiva, y ésta le da fuerza a la relación personal; es lo mismo que pasa con la oración; es tan importante la oración a solas (Mateo 6:6) como la oración con alguien más (Mateo 18:19-20), puesto que la unidad y la fe son el ámbito donde Dios se manifiesta.

Nuestra comunión y oración con Dios abren puertas que están cerradas y cierran puertas que no conviene que estén abiertas. Por otro lado, todo lo que está cerrado puede ser consecuencia de la desobediencia, cuando vamos por el camino equivocado o por un ataque espiritual (Daniel 10: 12-13), y ambos se rompen con el ayuno y la oración.

El Dios de todas las naciones

Las personas necesitan leyes para conducirse en la sociedad, y porque las necesitan, las normas que rigen el comportamiento humano fueron hechas para cumplirlas, de tal modo que si alguien no obedece a la ley se hace infractor y es sancionado. De la misma manera, Dios estableció unas normas para que sus hijos las entendieran y las pusieran por obra, y aunque el Señor Jesús redujo el decálogo a dos mandamientos fundamentales: Jesús le respondió: el primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que estosMarcos 12: 29-31, por amor a Cristo Jesús deben esforzarse por cumplirlos.
no tendras dioses ajenosLa Segunda Guerra Mundial provocó la ruina de muchas naciones, además de millones de muertos, tanto de soldados como de la población civil. Terminada la guerra, se efectuó una Conferencia para la firma de un tratado de paz entre los Estados Unidos y Japón.
El señor Dean Atchison, presidente de dicha Conferencia, y al cierre del evento, despidió a los importantes asistentes con las siguientes palabras:
“Termino esta Conferencia con palabras que en muchos idiomas, de muchas formas, y en muchas religiones, han acarreado consuelo y fortaleza. Los despido con ellas: Y la paz de Dios, que sobrepuja todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros entendimientos en Cristo Jesús”.
El presidente de aquella Conferencia, no tuvo reparos en decir que reconocía la existencia de un solo Dios, que éste estaba involucrado en el devenir de las naciones, y que si bien la guerra había sido la causa de tanta miseria, Él podía brindarles consolación y fuerzas. Todo lo que es más importante que Dios, es idolatría, y los hijos de Dios deben ser muy cuidadosos, porque se puede dar la ocasión en la que el corazón los haga poner su atención donde no se debe. La respuesta ante la pregunta de si verdaderamente Dios es el Dios de su vida, lo da la intensidad de su amor a Dios, y ese amor hablará por usted, y los demás reconocerán que usted ama al Señor.

El camino más largo

“Cuando el faraón dejo salir al pueblo israelita, Dios no los llevó por el camino que va al país de los filisteos, que era el mas directo, pues pensó que los israelitas no querrían pelear cuando tuvieran que hacerlo y que preferirían regresar a Egipto.”  Éxodo 13:17  

Resultado de imagen de El camino más largo al cieloDespués de conducir como loca por la ciudad durante más de una hora, me sorprendí al encontrarme frente a mi propia casa. Mi hermana y mejor amiga, Alicia, me había obsequiado con la promesa de una cita misteriosa y me había llevado en círculos por la ciudad pasando por docenas de barrios. Cuando finalmente el coche se detuvo, atravesé una puerta y el olor característico de mi casa llegó a mi nariz. Estaba confundida, hasta que me quitaron la venda de los ojos. Estaba en mi propia sala, rodeada de un grupo de familiares y amigos que gritaban: ¡¡¡Sorpresaaaaa!!!  Era una fiesta sorpresa porque me iba a la universidad, y era ¡en mi propia casa! Todo el mundo estuvo riéndose y comentando el resto de la noche cómo había tomado el camino más largo para llegar a casa. Tanto deambular había sido por una buena razón. Si tan solo me hubieran dado la vuelta un par de veces por las calles cercanas, yo habría sabido dónde estaba todo el tiempo y la sorpresa no habría funcionado.
Cuando finalmente el faraón dejó salir al pueblo israelita de Egipto, Dios no los llevó por el camino más corto, porque hubieran tenido que pasar por un país enemigo y una guerra se hubiera producido. Dios conocía la debilidad de sus corazones, y posiblemente no hubieran podido soportarlo y hubieran querido regresar a Egipto. Así que Dios los llevó por el camino más largo, a través del desierto, hacia el Mar Rojo, aparentemente un callejón sin salida. Pero tenía un plan que ellos no conocían: abrir el mar para que lo atravesaran en seco.
Quizá sientas que Dios te está llevando por el camino más largo. Tal vez no estás seguro de por qué las cosas no han salido de manera diferente, o mejor, o más rápidas. Pero confía en Él. Él conoce las debilidades de tu corazón mejor que tú. Aunque los desvíos parezcan mejores, quizá los resultados no lo sean. Confía en la ruta que Él está marcando para ti. Recuerda, su meta es llevarte a tu casa, a tu verdadero hogar: ¡el cielo!

Optimismo - Sonreír

OPTIMISMO 

“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”. Romanos 8:28

Es difícil ser optimista en medio de una sociedad pesimista, donde la radio, la televisión, las noticias nos hablan de crisis, de problemas, de violencia y nos atrae muchas veces seguir la corriente de los comentarios de los que tenemos al lado. Así, poco a poco vamos metiéndonos en el mundo del pesimismo, en el mundo de la desolación y desesperanza…. 


Optimista, del latin Optimum, significa “lo mejor”; el optimismo es una emoción pasajera pero que podemos conservar a lo largo del vida, recordando estas palabras en Romanos 8:28 todas las cosas ayudan a bien… Cuánta falta hacen en este mundo que haya personas que busquen el lado positivo de las cosas, que sustituyan lo negativo por lo positivo, que no vean siempre lo que les falta sino que vean todo lo que tienen, personas que marquen la diferencia, que muestren con sus palabras y acciones que para los que aman a Dios ya no existen las cosas malas, sino las buenas y las que obran para bien. Recuerda sacar lo mejor de toda situación, buscar el punto positivo, el lado bueno de las cosas, ¡todo obra para bien Dios nos ama!

Señor llénanos de optimismo, controla nuestras emociones negativas, sella en nuestro corazón estas palabras: TODO OBRA PARA BIEN. Los momentos difíciles, la enfermedad, las contradicciones de la vida, todo obra para mi bien; Tú no quieres lo malo para mí porque me amas y yo confío en ti. Ayúdame a encontrar lo bueno, lo mejor en toda situación, a ver las cosas de forma optimista, a ver el futuro con esperanza. Aunque la situación que esté viviendo no sea la mejor, yo se que Tú sí sacarás lo mejor de todo lo que vivo para ayudarme y para hacerme una mejor persona, un poco más como Tú. Amén.