“El que labra su tierra se saciará de pan, pero el que persigue lo vano carece de entendimiento.” (Proverbios 12:11. La Biblia de las Américas)
Nacer y criarse en un hogar humilde, le hizo pensar que jamás llegaría a cursar... ni siquiera la primaria. “Resígnate”, le repetía su madre que, interiormente, sufría el dolor de ver a su hijo en esas condiciones. Recorría diariamente largas distancias hasta un pueblo remoto, para traer agua hasta el caserío donde residía. Una buena cantidad la vendía, y la otra la utilizaban para el consumo.
Él siempre se fijó la meta de salir de la miseria, de encontrar una oportunidad, de salir adelante. Y a fuerza de fe y perseverancia lo logró.
Cursar la formación primaria, la secundaria y luego la de carácter profesional, fue producto del esfuerzo, de la decisión de seguir adelante y, en muchas ocasiones, soportando el menosprecio de quienes le miraban infravalorándole. “Sabía que debía salir de la pobreza, y con la ayuda de Dios lo logré”, me compartió en el diálogo que sostuvimos en un desayuno.
La meta comienza allí donde usted se encuentra. Basta con removerse, con decir No a la resignación. El rey Salomón lo describe magistralmente: “El que labra su tierra se saciará de pan, pero el que persigue lo vano carece de entendimiento.” (Proverbios 12:11).
La tierra puede ser eso: sólo tierra, sin producir nada. Pero tiene una misión, no ser mirada sólo como una extensión de tierra, sino como una cosecha. Necesita ser labrada, arrojada la semilla en los surcos, abonada, hay que echarle agua y luego, cosechar.
Es la misma dinámica que siguen quienes no se conforman siempre con lo mismo; de aquellos que tienen visión y llegan lejos.