13:1 Aunque hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si me falta el amor sería como bronce que resuena, campana que retiñe.
Aspiren a los dones mejores, nos recuerda Pablo, y el mejor de todos es el amor. Cada uno de nosotros tiene un refugio para el amor, y este refugio es nada más y nada menos que nuestro corazón. Este debería ser el lugar donde habite y more nuestro amor por Dios y el amor por el prójimo, pero lamentablemente este refugio para el amor que es nuestro corazón, en ocasiones se convierte en un refugio para el amor... al dinero, otros corazones se vuelven un refugio para el placer, o un refugio para el poder, refugio para el odio, refugio para el orgullo, amor al oro… Y hablando de oro, no hace mucho tiempo se celebraron las olimpiadas en Londres, donde más de 10000 atletas se esforzaron y buscaron la medalla de oro; estas pesaban alrededor de 472 gramos, de los cuales sólo 6 gramos eran oro, lo demás era plata; porcentualmente sería sólo el 1%, de lo cual aprendemos una frase aplicable a nuestra vida: “No todo lo que brilla es oro”.