martes, 27 de diciembre de 2016

Un mensaje desde el fondo de mi corazón

¡Sí, yo sé lo que es sentir un dolor muy profundo! Sé lo que es sentir la enfermedad instalarse en el cuerpo, luchar y pensar que no lo resistirás. No piensen que porque predico la palabra de Dios y trato de hacer su voluntad, mi vida es un jardín de rosas sin espinas. Así como ustedes, también me toca enfrentar mis luchas y conquistar mis batallas. Pero hoy he recordado algo que tengo que recordarte a ti también. Porque eso que estás pasando y que parece una herida de muerte, mañana será solo una cicatriz y más aún, se convertirá en el trofeo que te recuerde que superaste la prueba que se te presentó porque Dios estuvo muy cerquita de ti. Este trofeo te recordará lo que es ver la gloria de Dios descender sobre tu vida.

Resultado de imagen de Un mensaje desde el fondo de mi corazónNo puedo evitar pensar en todos esos hombres y mujeres que la Biblia menciona. Ellos atravesaron el dolor, sintieron muchas veces deseos de morir y de borrarse del mapa; pero a la vez, sentían el fuego y la pasión arder en sus corazones. El amor profundo que sentían hacia Dios los motivaba a caminar la milla extra, porque sabían, al igual que Pablo, que ellos no habían sido diseñados por Dios para retroceder.
Cumplir con el propósito y la misión que Dios tenía para sus vidas era más importante que sus propios deseos personales. Era, para ellos, más importante cumplir el sueño de Dios que dejarse llevar por la corriente mundana. Aunque el enemigo los atacaba una y otra vez, aunque muchas veces eran señalados y les daban la espalda hasta las personas que ellos menos pensaban, tenían claro que si Dios los respaldaba e iba al frente de ellos, harían proezas en su nombre. Mientras más pruebas y tribulaciones enfrentaban, más gloria de Dios descendía sobre sus vidas y sobre las personas que los rodeaban. Hasta sus enemigos tenían que bajar sus cabezas, al ver el respaldo de Dios que nunca los dejaba en vergüenza. El combate era a muerte, y ellos estaban dispuestos a dejarlo todo a cambio de que el nombre de Dios fuera conocido y exaltado.

Quizá sería muy fácil para mí, decirles que, éste, mi caminar es de color de rosa. Mas no puedo dejar de ser sincera, este caminar es hermoso, sí, pero hay batallas que enfrentar. El enemigo sabe que le queda poco tiempo y está atacándonos con todo lo que puede. Humanamente sería muy fácil rendirnos, tirarnos al suelo y exclamar que hasta aquí llegamos. Pero me niego a permitir que Satanás gane el combate. No vale la pena rendirse después de haber recorrido tanto camino.

¿Dijiste recibir lo malo?

Cuenta el decimoctavo libro de la Sagrada Escritura, que la esposa de Job, en medio de la aflicción y las enormes pruebas financieras y de salud que él estaba padeciendo, lo increpó de la siguiente manera: “…¿Todavía mantienes firme tu integridad? ¡Maldice a Dios y muérete! Pero Job le respondió: “Mujer, hablas como una necia. Si de Dios sabemos recibir lo bueno, ¿no sabremos también recibir lo malo?”…(Job 2:9,10)
¿Saber recibir lo malo? … es ésta una declaración que en la actualidad a muchos nos gustaría saber repetirla y sobre todo, saber aplicarla con convicción a nuestra vida diaria.
En la Biblia encontramos múltiples ejemplos de hombres y mujeres que, de igual manera, recibieron con serenidad y temple, lo que en ese momento parecía malo; personajes que, pese a ser probados en su fe, no menguaron en la confianza y el amor a su Creador. Los casos son múltiples, pero para ilustración nos bastaría con recordar a algunos líderes escogidos por Dios. Por ejemplo: Noé, frente a la incredulidad de su gente; Moisés frente a la inconstancia de su pueblo; las dos esposas de Esaú, que fueron una fuente de amargura para Isaac y Rebeca. David enfrentando los celos enfermizos de su suegro, el rey Saúl, y también cargando su propia debilidad por las mujeres. Imaginemos los conflictos familiares del profeta Oseas, cuya esposa fue adúltera. Acordémonos que Noemí tuvo que soportar la dolorosa pérdida de su esposo y sus dos hijos. Recordemos a José frente a la ingratitud de sus hermanos, el exilio, y la esclavitud. Pensemos en la experiencia amarga de Job, al ser puesto a prueba con la muerte de sus diez hijos, su bancarrota financiera y su penosa enfermedad, a lo que se agregó la frialdad de su esposa y la crítica de sus amigos.
El mismo Jesucristo, en su esencia humana, sobrellevó padecimientos, tentaciones y privaciones.

La sabiduría divina

Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación para vuestro conocimiento. (Efesios 1:17)

Resultado de imagen de La sabiduría divinaLa ciencia de la redención es la más grande de todas las ciencias; es la que estudian los ángeles y todos los seres de los mundos no caídos; es la ciencia que interesa al Señor y Salvador, que penetra en los propósitos madurados en la mente Infinita, mantenidos en silencio durante siglos eternos; es la ciencia que estudiarán los redimidos en el curso de la eternidad. Este es el estudio más elevado al que puede dedicarse un ser humano. 

Como ninguna otra avivará la mente y elevará el alma… Los ángeles desean escudriñar el tema de la redención, que será la ciencia y el canto de los redimidos a través de los siglos sin fin de la eternidad. ¿No valdrá la pena que pensemos en él y lo estudiemos en esta vida?… Este tema es inagotable. 
El estudio de la encarnación de Cristo, su sacrificio expiatorio y su obra mediadora ocuparán la mente del alumno diligente mientras dure el tiempo; y al pensar en el cielo y los siglos innumerables, exclamará: “Grande es el misterio de la piedad”.

El mejor regalo de todos

…  Al contrario, santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros. 1 Pedro 3:15
En un retiro espiritual de invierno, un hombre preguntó a otro: «¿Cuál fue el mejor regalo de Navidad que recibiste?».
»Porque... el año anterior, en Navidad, fui a ver un belén viviente que se celebraba en la iglesia de un amigo. No porque quisiera conocer a Jesús, sino para ver a mi sobrina que actuaba. Es difícil describir lo que sucedió porque suena tonto, pero, en medio de la obra, sentí que necesitaba estar entre esos pastores y ángeles que recibían a Jesús. Después de escuchar cantar Noche de paz, me quedé sentado llorando.
»Esa noche recibí mi mejor regalo de Navidad, cuando un amigo, que está aquí a mi lado ahora, se quedó para decirme cómo aceptar a Jesús como mi Salvador».
En ese momento, su amigo exclamó: «Y ese también fue mi mejor regalo de Navidad en la vida».
Esta Navidad, no dejemos de contarles a otros la historia gozosa y sencilla del nacimiento de Jesús.
Padre, que podamos ver a quienes necesitan al Salvador y les hablemos de Él. Que recordemos que la razón de esta celebración es oír y contar la historia de tu Hijo.
El mejor regalo de Navidad es Jesús, y la paz y el perdón que ofrece a todos.