lunes, 27 de febrero de 2017

Lecciones que Duran toda la Vida

¿Sabes que está mal lo que has hecho, verdad?
Las palabras resonaron en la mente de Sarita al volver a la escuela. Era una buena estudiante; nunca había copiado en su vida. Pero esa última tarea había sido muy difícil, y en un momento de desesperación, se la copió a una compañera.
La profesora, la señora Martínez, le había pedido que se quedara después de clase y Sarita sabía lo que se avecinaba. Aun así, se asombró cuando la señora Martínez le preguntó si, realmente, éste era su trabajo.
Sí, le respondió, y se preguntó por qué había mentido.
Mirándola a los ojos, la señora Martínez, le dijo con suavidad: ¿Sabes que está mal lo que has hecho, verdad? Piensa esta noche en la respuesta y mañana te voy a volver a preguntar si ése es tu trabajo.
Fue una noche muy larga para Sarita. Estaba casi terminando la secundaria, y se había ganado una buena reputación debido a su honestidad, amabilidad y sinceridad. Nunca había copiado ningún trabajo, y ahora quería arreglar su error mintiéndole deliberadamente a una persona a quien quería y admiraba. Pero a la mañana siguiente se presentó ante la señora Martínez mucho antes de que empezaran las clases y le confesó su mala acción. Recibió la apropiada consecuencia de su comportamiento: un cero por su trabajo, y por primera vez en su vida, el castigo de tener que quedarse después de la clase.
Años después, Sarita pensaba con frecuencia en esa experiencia y sentía gratitud por la corrección en amor de alguien a quien ella respetaba. La señora Martínez estuvo dispuesta a ayudarla a tomar decisiones correctas, a pesar de su deshonestidad. Para Sarita, ésa fue una lección que le duraría toda la vida, sobre cómo asumir la responsabilidad de acciones deshonestas, y hacer lo correcto sin importar las consecuencias.
Efesios 4:15 Siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo.

Tu herida está seca

Resultado de imagen de Tu herida está cicatrizada

Un día, leí un mensaje de mi padre Dios el cual dice, bueno, me dijo: más que un mensaje exegético, teológico o escatológico para los líderes y Ministros del evangelio, quiero que hables al pueblo en general y diles que “yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”. Mateo 28:20

Los discípulos estaban reunidos en un lugar por miedo a los judíos, y el motivo de su miedo era porque les habían matado a su maestro, su líder había sido arrancado de sus manos, y se había desatado una persecución en contra de los seguidores de Jesús. Esto los llevó a tener miedo y a esconderse, y lo sorprendente de esta historia es que, aunque las puertas y las ventanas estaban cerradas porque los discípulos tenían miedo, Jesús traspasa las paredes y se les aparece haciendo una gran declaración “Paz a vosotros”. Juan 20:19

Y habiendo dicho esto les mostró las manos y el costado, y ellos se regocijaron. Era obvia su alegría porque aunque Jesús había sido arrancado de ellos, se les aparece dando así cumplimiento a lo que antes les había dicho, “también vosotros ahora tenéis tristeza; pero os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo. Juan 16:22”

Con ello, entiendo que si tengo fe, en los momentos de angustia y desesperación Cristo aparece, se hace presente, y lo hace para decirme: cuando tú te sientes débil, yo soy tu fortaleza, cuando tú no tienes fe, yo te doy mi fe, cuando tú te sientes solo yo soy tu compañía… Demos gracias a este Dios que conoce nuestros estados emocionales,... porque aunque la fe no niega las realidades, sí las cambia.

Los discípulos caminaron tres años y medio con el maestro, estuvieron presentes en las mejores escenas, y es más, a través de ellas se hicieron populares; y quizás el pueblo al observarlos dirían; ahí va Pedro, ahí va Juan, Santiago, Marcos,... ¡Qué bueno es estar con ellos…son una bendición! Pero llegó el momento de la persecución y el maltrato, y sintieron miedo. Aún así, gloria a Dios porque aun en tu soledad Cristo aparece; aunque ellos cuestionaron su fe, Cristo se les hace presente, y no para condenarlos ni juzgarlos, sino para animarlos y ayudarlos.

De esto podemos aprender que los saltos, los gritos y la danza no determinan la espiritualidad de una persona, y el problema de muchos es que critican al hermano que no levanta las manos o que solo mueve los labios pero no se le escucha decir nada, lo cual es un error; ya en el primer libro de Samuel, 1:13-15 dice que Ana oraba a Dios, y aunque solo movía sus labios y no se le escuchaba nada, fue criticada por el sacerdote Elí. Pero Dios sí la entendía, y al año siguiente le dio lo que le estaba pidiendo… (un hijo). No te adelantes, pues, a decir algo que no sabes o no entiendes en contra de tu hermano.

Cada Mañana es una Nueva Oportunidad

amanecer madre he hijaCada mañana, junto a su amanecer, Dios nos regala una nueva oportunidad para volver a empezar. Él quiere que cada día experimentemos su poder transformador, y que otros al vernos, conozcan ese poder y también sean transformados. Cada mañana cuando despertamos, El Señor inquiere si estamos dispuestos a seguir cambiando. Toda nuestra vida es un viaje de superación, un camino en el cual vamos siendo transformados al modelo del varón perfecto (Efesios 4:13). Su mayor deseo es que cada vez nos parezcamos mas a Él. 

Espiritualmente hablando podríamos comparar a la humanidad con dos pueblos. Uno de ellos vive a espaldas de Dios, y sus habitantes se niegan a seguir sus consejos y mandamientos. Una nación habitada por personas que jamás experimentarán un nuevo amanecer, un amanecer espiritual, donde se puede alcanzar luz verdadera dado que sus mañanas siempre serán oscuras. Y así pasan sus vidas, esperanzados en que en algún momento, como por arte de magia, todo cambiará. Pero como ya sabemos esto no será así. Y por otra parte existe un pueblo que ha depositado su confianza en Dios, que cumple sus mandamientos y practica sus enseñanzas. Los habitantes de este pueblo han alcanzado la misericordia y bondad del creador, y durante toda la eternidad gozarán de un nuevo amanecer cada mañana.

Desde que hay hombres en la tierra, siempre han existido pecadores, pero Dios jamás dio la espalda al ser humano, siempre ha estado allí para perdonar a quien se arrepintiera, ¿Y cuántas veces.. 2, 3, 4, 5? ¡No! muchas más, setenta veces siete si fuera necesario (Mateo 18: 21-22). El Señor cada mañana invita a creyentes y a no creyentes a vivir una vida agradable a sus ojos. Sin importar cuál sea tu situación en este momento, Dios te ama profundamente, y si estás dispuesto a intentar un cambio real en tu vida y quieres aprovechar esta nueva oportunidad que Él te da en este día, seguro que contarás con todo su apoyo para lograrlo.



Sigue avanzando

Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Filipenses 3:14
Uno de mis programas favoritos de televisión podría titularse Sublime Audacia. En este programa, diez parejas van a otro país en el que deben desplazarse, usando trenes, autobuses, taxis, bicicletas, y a pie, de un lugar a otro para obtener las instrucciones para el siguiente desafío. La meta es que una pareja alcance el punto de llegada antes que las demás, y el premio es un millón de dólares.
El apóstol Pablo comparó la vida cristiana con una carrera y admitió que aún no había llegado a la meta: Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. (Filipenses 3:13-14). Pablo no miró atrás ni dejó que sus fracasos del pasado lo agobiaran por sentirse culpable. Tampoco se satisfizo de sus logros del presente. En cambio, continuó avanzando hacia la meta de ser cada vez más como Jesús.
Nosotros también corremos esta carrera. Independientemente de los fracasos y los éxitos, sigamos avanzado hacia el objetivo de volvernos más semejantes a Cristo. El premio no es terrenal, sino disfrutar una suprema recompensa eterna.

Dios mío, muéstrame qué debo hacer y cambiar para seguir avanzando hacia la meta de asemejarme cada día más a Cristo.
Nunca dejes de seguir a Jesús.