Distracciones tácticasLa primera vez que mi esposa y yo colaboramos en un proyecto literario, se volvió dolorosamente evidente que los retrasos serían un obstáculo importante. Su función era editar mi trabajo y mantenerme dentro de los plazos, y el mío parecía ser sacarla de quicio. Casi siempre, su capacidad organizativa y su paciencia superaban mi oposición a las indicaciones y las fechas de entrega.
Un día, prometí tener determinada cantidad de material listo para la noche. Durante una hora, trabajé con diligencia, y luego decidí tomar un descanso. Cuando me di cuenta, había pasado el tiempo, no tenía más. Seguro de que tendría problemas, pensé en alguna salida. Entonces hice un par de tareas domésticas que a mi esposa no le agradan, pero que siempre me retribuye con un elogio.
Mi plan fracasó…