lunes, 2 de enero de 2017

El arte de vivir

Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. (Colosenses 3:17).
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¡Qué fácil es acostumbrarse a lo bueno! Hasta tal punto nos habituamos a una buena casa, un buen automóvil, un buen trabajo o una familia sana que los damos por supuestos. En otras palabras, perdemos la perspectiva de que, en realidad, nada es nuestro, y dejamos de ser agradecidos con Dios. Esta es nuestra tendencia natural, pero ha de ser revertida en Cristo. En Cristo aprendemos a dar gracias a Dios siempre por todo, porque todo lo hemos recibido de Él como un préstamo temporal inmerecido que hemos de gestionar para su gloria.
Solemos dar gracias a Dios por aquellas cosas verdaderamente sorprendentes, por las cosas que nos “quitan la respiración”, pero ¿y por la respiración misma, que no nos la ha quitado sino que nos la ha seguido manteniendo a cada instante? No creas que eso es algo fútil; para que te hagas una idea, una persona respira aproximadamente 23.000 veces al día (por 364 días que hemos vivido ya de este año pasado, estamos hablando de que Dios nos ha concedido 8.372.000 milagros solo en 2016). Vamos a ver: ¿cuándo fue la última vez que le diste gracias por el complejo y maravilloso proceso de tu respiración?

Tiempo a solas con Dios

Después de despedir a la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo. Mateo 14:23
Era una mañana atareada en el salón de la iglesia donde yo estaba ayudando. Casi una docena de niños hablaban y jugaban. Con tanta actividad, empezó a hacer calor en la habitación, y abrí la puerta. Un muchachito consideró que esa era su oportunidad de escaparse. Entonces, cuando creyó que nadie lo veía, salió de puntillas. Cuando estaba a punto de alcanzarlo, no me sorprendió que fuera derecho hacia los brazos de su papá.
El niño hizo lo que todos queremos hacer cuando la vida se vuelve ardua y angustiosa: se escabulló para estar con su padre. Jesús buscaba oportunidades para pasar tiempo en oración con su Padre celestial. Según el Evangelio de Mateo, fue a un lugar solitario cuando lo seguía una multitud. Al ver sus necesidades, los sanó y les dio de comer. Sin embargo, después de eso, «subió al monte a orar aparte» (Mateo 14:23).
Aunque Jesús ayudó muchas veces a una gran cantidad de personas, no permitió que esto lo agotara ni lo apresurara, sino que alimentaba su comunión con Dios por medio de la oración.
¿Y qué sucede contigo? ¿Dedicarás tiempo a estar a solas con Dios para experimentar la fortaleza y la satisfacción que solo Él ofrece?

¿Qué te produce mayor satisfacción: cumplir con las demandas de la vida o cultivar tu relación con el Creador?
Cuando nos acercamos a Dios, ¡refrescamos la mente y renovamos las fuerzas!

La Caja Llena de Besos

Hace ya un tiempo, un hombre castigó a su pequeña niña de 3 años por desperdiciar un rollo de papel de envoltura dorado.
El dinero era escaso en esos días, por lo que explotó de furia cuando vio a la niña tratando de envolver una caja para ponerla debajo del árbol de navidad.
Resultado de imagen de La Caja Llena de BesosSin embargo, la niña le llevó el regalo a su padre la mañana siguiente y dijo: ‘”Esto es para ti, Papito’”.
Él se sintió avergonzado de su reacción furiosa, pero volvió a explotar cuando vio que la caja estaba vacía.
Le volvió a gritar diciendo:
-”¿No sabes que cuando das un regalo a alguien, se supone que debe haber algo dentro?”
La pequeñita miró hacia arriba, con lágrimas en los ojos, y dijo:
– ”Oh papito, no está vacía, yo soplé besos para adentro de la caja. Todos para ti, papi.”
El padre se sintió morir, puso sus brazos alrededor de su niña y le suplicó que lo perdonara.

La victoria final de Pablo

He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida. 2 Timoteo 4:7, 8.
Cuando Pablo finalmente llegó a Roma, las autoridades no lo encarcelaron sino que le permitieron vivir en una casa alquilada. Aunque estaba bajo guardia armada, se le dio libertad para recibir visitas en cualquier momento.
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Y después de casi dos años de arresto domiciliario, Pablo fue llevado ante el emperador Nerón, para enfrentarse a las acusaciones. Nerón era tan cruel que hasta había matado a su propia madre. Pero la mano de Dios estaba sobre su siervo y, para sorpresa de todos, Nerón comprendió que Pablo era inocente y lo dejó libre.
Pero apenas había comenzado Pablo a volver a visitar a las iglesias en Grecia y Asia Menor, hubo un terrible incendio en Roma que quemó una buena parte de la ciudad. Los rumores de que el mismo Nerón era responsable del incendio recorrieron todas las calles.
El pueblo se encolerizó y enfureció, y para disculparse a sí mismo y, al mismo tiempo, para quitar de la ciudad a una clase que temía y odiaba, Nerón dirigió la acusación sobre los cristianos. Su ardid tuvo éxito, y millares de los seguidores de Cristo, hombres, mujeres y niños, fueron cruelmente martirizados.
Pablo sabía que no tenía mucho tiempo. Por lo que trabajó más que nunca visitando a las iglesias y alentando a los creyentes.
Los judíos incrédulos habían estado buscando alguna manera de detenerlo, así que, acusaron a Pablo de ser el pirómano que había comenzado el fuego en Roma.
Pablo no tenía un abogado que lo defendiera, pero cuando estuvo valientemente en pie delante del Emperador, le contó la verdad acerca de Dios. Nerón no había oído nunca antes algo como eso, y por un momento este sanguinario gobernante quiso realmente cambiar. Pero ese momento pasó, y Nerón puso al gran apóstol en un calabozo oscuro y, más tarde, lo mandó decapitar.
La última carta de Pablo fue para Timoteo, el ex adolescente que se había unido a Pablo y a Silas años antes. Aunque estaba sentado en prisión, aparentemente derrotado, las palabras del anciano apóstol brillaban de triunfo, mientras su pluma las trazaba sobre las páginas. Pablo bajó al sepulcro ganando la aprobación de Dios, mientras que Nerón, quien se había apartado de la verdad, terminó suicidándose cuando tenía solo 32 años.