La historia bíblica está relacionada con el fuego, de forma que miramos cómo Sodoma y Gomorra fueron destruidas por fuego, cómo la fe de Abraham fue pasada por el fuego, cómo el llamado de Moisés fue a través de una zarza que ardía en fuego, cómo la manifestación de Dios en el monte Sinaí fue con relámpagos y fuego, los israelitas eran alumbrados por las noches por una columna de fuego, Elías sacó de la confusión al pueblo de Israel con fuego en el altar, o los compañeros de Daniel fueron pasados por el fuego, Juan bautizaba en agua pero Cristo lo haría en Espíritu Santo y fuego, cómo a los 120 que estaban en el aposento alto se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego. Podemos ver que la Biblia está llena de fuego.
Los cristianos de la iglesia primitiva, con fuego el corazón, evangelizaron al mundo de ese entonces, se tomaron en serio la gran comisión, y debido a su fidelidad hoy tenemos un mensaje de esperanza y vida en Jesús.
Como creyentes tenemos la responsabilidad de evangelizar al mundo. Mañana, cuando no estemos, la responsabilidad estará en manos de nuestros hijos. No es fácil hacer este trabajo, pero si el fuego del Espíritu Santo está en nuestros corazones, lo lograremos.
Como creyentes tenemos la responsabilidad de evangelizar al mundo. Mañana, cuando no estemos, la responsabilidad estará en manos de nuestros hijos. No es fácil hacer este trabajo, pero si el fuego del Espíritu Santo está en nuestros corazones, lo lograremos.