La vida cristiana es una tremenda y dulce experiencia. Es un crecimiento
continuo. Dios quiere que crezcamos, que nuestra vida cristiana no pare de
crecer. Para ello debemos tener muy en cuenta que no debemos ser únicamente
oidores de la dulce y maravillosa Palabra de Dios, sino hacedores de la misma.
Si alguno es oidor de la palabra de Dios pero no hacedor de
ella, ese es semejante al hombre que considera su rostro, natural en un espejo; él se considera a sí mismo natural y
se va, y pronto olvida cómo era. Pero el que mira atentamente en la perfecta ley,
la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo sino hacedor
de la obra, este será bienaventurado en lo que hace. Santiago 1:23-25
La vida cristiana no es un evento sino una evolución continua, un proceso.
Diremos que en ella hay tres niveles de crecimiento cristiano. Se va avanzando
en ellos según el grado de implicación del cristiano mismo. Vemos, a modo de demostración,
en Lucas 5 que: Inicialmente, el Señor ministró a orillas del lago de Genesaret.
-1º nivel: Todos comenzamos en la orilla y le conocemos a Jesús. Es
en la orilla donde Dios toca nuestra vida. Pero Dios no quiere que sigamos siempre
en la orilla. Cosas importantes suceden más allá de la misma. La Biblia dice que había mucha
gente alrededor de Él. Jesús estaba predicando y la gente, en este 1º nivel,
simplemente oía. Estaban ahí para, simplemente, entretenerse y olvidarse de
todos los problemas. Por lo tanto aún no había ningún compromiso, incluso había
cierta falta de interés en lo que Dios decía. El poco interés que había era por
el beneficio personal en que Cristo hiciera un milagro por ellos, lo que sólo
demuestra egoísmo personal de cierta gente. Pero eso no es todo en la vida
cristiana.
-2º nivel: La
Biblia dice que, después, Él entró en una barca y se retiró
un poco más alejado de la orilla y comenzó a enseñar. Ya no estaba predicando,
ahora estaba enseñando. En la predicación se necesitan oyentes, mas en la
enseñanza se precisan discípulos, y un discípulo necesita practicar lo que se
le instruye, tiene algo que hacer en la
Obra de Dios.
En este nivel hacemos, o sentimos, más o menos habitualmente,
la lectura de la Palabra
de Dios, la oración, el tiempo devocional con Dios, y la comunión
(congregación) con mis hermanos en Cristo.