jueves, 4 de abril de 2013

Cosechas lo que siembras - Mensaje

COSECHAS LOS QUE...
Cuenta un relato acerca de un niño que vivía en Nepal con sus padres y su abuelo anciano. Su mamá permanentemente se quejaba de que el abuelo demandaba constante atención y que era una carga para la familia.

Era tanto el desdén que les inspiraba el abuelo, que en algunas oportunidades, ni siquiera le tenían en cuenta a la hora de comer. El único que tenía una relación muy estrecha y excelente con su abuelo era el niño, quien generalmente guardaba comida a escondidas de su madre, para dársela más tarde al anciano.

Hasta que un día, la madre del chico, enterada de la complicidad entre niño y viejo, les dio un ultimátum: ¡el abuelo debía abandonar la casa!…. Así es que el padre del niño, un hombre falto de carácter, al no poder controlar la situación, decidió enviar a su padre a su pueblo natal, donde tendría que vivir solo. De esta manera, tal y como era la costumbre,  compró una silla de mimbre para llevar al anciano.

A la mañana siguiente, cargaron al abuelo en la silla y partieron hacia el pueblo. El niño rogó que no se lo llevasen, pero, pese a sus súplicas y su llanto, ninguno de los padres se conmovió. No le quedó más remedio al chico, que despedirse del abuelo y aprovechar para decirle a su padre: papá no vayas a olvidarte de traer de vuelta la silla de mimbre.

El padre, un tanto intrigado, le preguntó: ¿Traer de regreso la silla?…¿y para qué?, ¿qué vamos a hacer con la silla de mimbre? A lo que el niño respondió: “Padre, quiero tenerla en casa, para que cuando tú envejezcas como el abuelo, y seas una carga para la familia, usar la silla para irte a dejar en tu pueblo”.

Queridos hermanos: la lealtad es uno de los valores más sublimes, pero a la vez sumamente complicado de mantener siempre. Y las víctimas de la deslealtad, generalmente, son los nuestros, aquellos a quienes decimos amar o querer. Y es que, con nuestro engañoso corazón, amamos a los demás cuando estos están gozando de éxito, de prosperidad, de salud, de bienestar, o sea, cuando están bien. Pero cuando estas mismas personas han caído, cuando ya no son exitosas ni prósperas, y hasta han envejecido, entonces las apartamos de nuestra lista de intereses, las ignoramos al sentir que nos molestan. De ahí que muchas residencias, refugios, hospitales, casas de beneficencia, asilos de ancianos, estén saturados de viejecitos(as) que después de haber sido personas de bien, pensantes, trabajadoras, honestas, que han generado recursos y amor en sus hogares, terminan abandonadas como objetos sin valor, ignoradas por sus familiares, por la sociedad.
La Sagrada Escritura  en el libro de Gálatas  6: 9-10 menciona lo siguiente: “ No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos.  Por lo tanto, siempre que tengamos la oportunidad, hagamos bien a todos, y en especial a los de la familia de la fe.”

Los verdaderos milagros - Relatos - Vídeo


Tres personas iban caminando por el bosque. Uno era un sabio con fama de hacer milagros, otro un poderoso terrateniente del lugar y el tercero, que iba detrás de ellos, escuchando la conversación, era un joven estudiante, alumno del sabio.

El terrateniente comentó: me han dicho en el pueblo que eres una persona muy poderosa y que eres capaz de hacer milagros.

-Soy una persona vieja y cansada... ¿cómo crees que yo podría hacer milagros?, respondió el sabio.

-Me han dicho que sanas a los enfermos, haces ver a los ciegos y vuelves cuerdos a los locos. Esos milagros sólo los puede hacer alguien muy poderoso.

-¡Ah! ¿Te refieres a eso?, dijo el sabio. Tú mismo lo has dicho, esos milagros sólo los puede hacer alguien muy poderoso, no un viejo como yo. Esos milagros los hace Dios, yo sólo le pido a Él que le conceda un favor al enfermo, o al ciego, todo el que tenga la fe suficiente en Dios puede hacer lo mismo.


-Yo quiero tener la misma fe que tú, para poder realizar los milagros que haces. Muéstrame un milagro para poder creer en tu Dios.


-¿Volvió a salir el sol esta mañana? preguntó el sabio.


-¡Claro que sí!, exclamó el poderoso terrateniente.

Un Día Hablé con Dios - Reflexiones

Un día, temprano por la mañana, me levanté para observar la salida del Sol.
¡OH, la belleza de la Creación de Dios queda más allá de la descripción!
Mientras observaba, alababa a Dios por su bella obra.
Mientras estaba sentado ahí, sentí la presencia del Señor conmigo.
Entonces, Él me preguntó, “¿Me amas?”
Yo contesté, “¡Por supuesto, Dios! ¡Tú eres mi Señor y Salvador!”
Entonces me preguntó “Si estuvieras físicamente incapacitado, ¿aún me amarías?”
Me quedé perplejo, bajé la mirada, quedé unos minutos en silencio, y contesté, “Sería difícil, Señor, pero aún así te amaría”
Entonces el Señor dijo, “Si estuvieras ciego, ¿amarías aún mi creación?”.
¡Cómo podría amar algo, sin poder verlo!
Entonces pensé en las personas ciegas que aún aman a Dios y a su Creación.
Así que contesté, “Es difícil pensarlo, pero aún te amaría.”
El Señor entonces me preguntó, “Si fueses sordo, ¿oirías mi Palabra?”
¿Cómo podría oír algo siendo sordo? Entonces comprendí.
Escuchar la Palabra de Dios no es solamente usar nuestros oídos, sino nuestros corazones.
Contesté, “sería difícil, pero aún oiría tu Palabra”.
El Señor entonces preguntó, “Si estuvieses mudo, ¿alabarías aún mi Nombre?”
¡Pero cómo puedo alabar sin voz! Entonces pensé que Dios desea que le cantemos desde nuestro corazón. Entonces contesté, “Aunque no pudiera cantarte físicamente, alabaría aún tu Nombre”
Y el Señor preguntó, “¿En realidad me amas?”
Con valor y profunda convicción, le contesté,
“¡Sí Señor! ¡Te amo por que Tú eres el Dios único y verdadero!”
Pensé que había contestado correctamente, pero Dios preguntó, “¿ENTONCES POR QUÉ PECAS?”
Contesté, “¡Porque soy sólo un ser humano y no soy perfecto!”
“ENTONCES, ¿POR QUÉ EN TIEMPOS DE PAZ TE DESCARRÍAS TAN LEJOS DE MÍ?
¿POR QUÉ SÓLO EN TIEMPOS DE ANGUSTIA ORAS SINCERAMENTE?”
No hubo respuestas. Sólo lágrimas.

¿Cuál es la religión verdadera? - Preguntas y respuestas bíblicas - Vídeo

Respuesta: La religión puede ser definida como “la creencia en Dios o dioses que deben ser adorados, normalmente expresada mediante conductas y rituales" o “cualquier sistema específico de creencia, adoración, etc., que con frecuencia incluye un código de ética.”  Más del 90% de la población mundial está adherida a alguna forma de religión. El problema es que hay demasiada diversidad de religiones. ¿Cuál es la religión correcta? ¿Cuál es la religión verdadera?

Los dos ingredientes más comunes en las religiones son reglas y rituales. Algunas religiones son, esencialmente, sólo una lista de reglas de hacer o no hacer, que una persona debe observar, a fin de ser considerado como un fiel partidario de esa religión, y por lo tanto, justo ante el Dios de esa religión. Dos ejemplos de religiones basadas en las reglas de observancia son el Islamismo y el Judaísmo. El Islam tiene cinco pilares que deben ser observados. El Judaísmo tiene cientos de mandamientos y tradiciones que deben ser observados. Ambas religiones, hasta cierto punto, sostienen que obedeciendo las reglas de la religión, una persona será considerada justa ante Dios. Otras religiones se enfocan más en la observancia de rituales, en lugar de la obediencia a una lista de reglas. Mediante la ofrenda de un sacrificio, desempeñando esta tarea, participando en este servicio, consumiendo esta comida, etc., una persona es hecha justa ante Dios. El ejemplo más predominante de una religión basada en rituales es el Catolicismo Romano. El Catolicismo Romano afirma que siendo bautizado con agua en la infancia, participando en la Misa, confesando los pecados al sacerdote, ofreciendo oraciones a los santos en el Cielo, siendo ungido por un sacerdote antes de la muerte, etc., etc., Dios aceptará a tal persona en el Cielo después de su muerte. El Budismo e Hinduismo también son religiones basadas principalmente en rituales, pero también pueden ser considerados, en menor grado, como basadas en reglas.

Caminando en la verdad - Devocional

caminando a la verdad
Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma. Pues mucho me regocijé cuando vinieron los hermanos y dieron testimonio de tu verdad, de cómo andas en la verdad “ 3 Juan 1.2-3


El camino en la vida muchas veces es demasiado sinuoso, ya que se presentan situaciones que no están contempladas en nuestro plan. En la palabra de Dios existen solamente dos caminos: 
1) el de maldición (el de la mentira),
2) el camino de bendición (el de la verdad). 
Por lo tanto, de uno es la decisión sobre cuál elegir; sin duda que todos deseamos ser bendecidos en todo, aunque no conozcamos de las cosas de Dios, y al hablar de bendición, inmediatamente somos transportados por la mente hacia las cosas materiales, ya que se considera que son las que tienen valor aquí, en esta vida; ya lo dice un conocido refrán en el mundo (tanto tienes, tanto vales), sin embargo, el caminar en la verdad implica llevar una vida de rectitud, de integridad en todos los sentidos, ser respetuoso de los valores morales y con todas las personas, ser una persona servicial, atento, dadivoso, etc. 
El apóstol Juan expresa un gran anhelo que proviene del fondo de su corazón "QUE SEAS PROSPERADO EN TODAS LAS COSAS Y QUE TENGAS SALUD". En verdad un hermoso deseo, que sólo aquel que camina en integridad puede manifestarle a otro. La única condición que existe o que manifiesta el apóstol es: tal y como prospera tu alma; aquí es donde comienza el caminar en la verdad. 
Cuando miramos en nuestro interior (en el alma) y hacemos un estudio de la misma para saber si es libre o está prisionera (de malos recuerdos, de resentimientos, rencores, dolor, sufrimiento, etc.), el hombre que aún no ha perdonado, sigue atado a un pasado o a algún recuerdo, que por ser doloroso no le permite ser libre; por lo tanto, camina en la mentira, ya que un alma atormentada no puede vivir ni conoce la paz que sólo nuestro Señor Jesús nos da, esa paz que sobrepasa todo entendimiento humano, una paz que sólo la pueden sentir aquellos que viven en una libertad plena, no solo física, sino más bien espiritual.