miércoles, 31 de diciembre de 2014

El Valor de una promesa, cuando Dios es testigo

“¡Que el Señor sea siempre testigo del juramento que tú y yo nos hemos hecho!” 1 Samuel 20:23 (NVI)

La historia del príncipe Jonatán y el fugitivo David siempre fue de impactar. Que el príncipe heredero del reino se hiciera amigo íntimo y fiel hasta la muerte, de quien era su amenaza para quedarse en el trono, y que buscara por todos los medios, defenderlo de su propio padre, es una historia maravillosa que revela el corazón de este increíble joven.
Corazon Rojo agua marMientras el rey Saúl quería asesinar al joven David, su propio hijo era quien lo cubría, lo escondía y mentía por él. Incluso se enfrentó a su propio padre por defender a su amigo. Jonatán era un hombre ejemplar y un amigo como pocos. Un hombre de palabra y de enorme corazón.
En el momento más tenso de la situación, cuando David tiene que huir de Saúl y dejar atrás su vida, los dos amigos se encuentran por última vez, ambos lo sabían. Jonatán traía la confirmación del deseo de su padre de matar a David y le ofrece escaparse. En ese momento, hacen una preciosa promesa. El que sobreviviera al otro cuidaría de su descendencia.
Jonatán sabía que David había sido ungido para ser rey y que la costumbre de la época era que el rey nuevo asesinaba a toda la familia real del mandato anterior. Y David sabía que Jonatán era el príncipe heredero y que su padre el rey, estaba buscándolo para matarlo. Tenía muy pocas oportunidades de sobrevivir tratando de huir de quien tenía todo el poder y las armas del estado.

Cómo Vencer la Tentación

…PARA QUE SATANÁS NO SAQUE VENTAJA ALGUNA SOBRE NOSOTROS… (2 Corintios 2:11)
Aquí hay tres estrategias eficaces para ayudarte a vencer la tentación:

(1) Esperarla
A no ser que esperes la tentación, no te prepararás para ella. La tentación comienza en tu mente. Cualquier derrota, demostrada en tus acciones, fue primeramente una batalla perdida en tu voluntad. Por eso, Pablo escribió: “…para que Satanás no saque ventaja alguna sobre nosotros…” (2 Corintios 2:11).

(2) Percibirla

Pide a Dios que te ayude a discernir los avances de Satanás y protégete para el impacto. Mientras estaba orando, Lutero detectó de repente, la presencia del enemigo. La historia cuenta que tomó un tintero y lo estrelló contra la pared donde estaba el diablo. Lutero notó el avance siniestro del adversario y respondió del mejor modo que sabía. ¿Exageración? Tal vez, ¿pero tienes tú esta clase de sensibilidad espiritual?

(3) Rechazarla

Intenta jugar con el diablo y él te derrotará. “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros” (Santiago 4:7). A Satanás le gustaría que lo hicieras al revés: resistir a Dios y rendirte a él; ¡es una trampa! No te hagas el listo; recházalo. Si hoy estás luchando contra la tentación: “No tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades… fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:15-16).

Fruto, más fruto, mucho fruto

podarJUAN 15: 8 En esto se muestra la gloria de mi Padre, en que den mucho fruto y lleguen así a ser verdaderos discípulos míos.”
JUAN 15: 16 Ustedes no me escogieron a mí, sino que yo los he escogido a ustedes y les he encargado que vayan y den mucho fruto, y que ese fruto permanezca. Así el Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre.”
Viví durante un tiempo en las montañas de Carolina del Norte, en un lugar que era conocido como Fruitland (tierra de la fruta). El sitio tiene este nombre por ser una tierra de manzanas. Una vez fui a visitar a un miembro de mi iglesia que vivía allí, y su esposa me dijo que estaba en el huerto, podando los árboles.
Así que me fui a observar lo que estaba haciendo. Sin saber por qué lo hacía, le dije: “Va a matar ese árbol”. Se volvió para mirarme, y me dijo: “Encárguese usted de la predicación. Yo me encargo de la poda”. Después me enteré de que, para producir una buena cosecha, las ramas de los árboles tenían que ser podadas.
Es una lección que nunca he olvidado, porque también se aplica a nuestra vida espiritual. A veces, dudamos del amor de DIOS cuando los tiempos malos nos golpean y estamos doloridos. Pero lo que el Señor está haciendo, en realidad, es podarnos para que podamos dar fruto de calidad; después vuelve a podarnos para que demos más fruto, y finalmente nos poda otra vez para que demos mucho fruto. Si una rama sigue creciendo sin ser recortada, aparecerán muchos brotes pequeños que le quitarán la savia que la sustenta.
Las cosas pequeñas de la vida pueden ser como esos brotes, frustrando nuestra capacidad de fructificar.
Algunas veces permitimos que nuestra bondad dependa de cómo nos sentimos cuando nos despertamos por la mañana, y podemos dejar que se desarrolle este mal hábito; o tal vez permitimos que nuestra paz se vea empañada por nuestras circunstancias. Pero si aceptamos la poda de DIOS con la actitud correcta, la savia del Espíritu Santo desarrollará el fruto en nuestra vida. 
Gracias, Padre Celestial, por este nuevo día que me das y por las experiencias gozadas. Gracias a las bendiciones que Tú derramas sobre mí y mi familia en todo momento. Señor, te pido que me podes para que pueda dar fruto, mucho fruto y del bueno. En el nombre de Cristo, amén.

Como terminar bien el año

Son muy normales las supersticiones en los no conversos cada vez que termina y empieza un año nuevo: el color amarillo de la ropa interior, algunas monedas de cierto valor en un vaso, una vela de tal color, dar la vuelta a la manzana del barrio con una maleta, entre otras. ¿Y nosotros los creyentes, cómo logramos terminar y empezar un nuevo año en victoria?
Veámoslo a continuación:
1.      EVALUANDO EL AÑO QUE PASÓ
¿Cómo me fue? ¿Qué logré? ¿Qué me quedó por lograr? ¿Qué metas y objetivos se alcanzaron? ¿Cuáles quedaron pendientes? ¿Qué podemos mejorar? ¿Por qué no fue mejor? ¿Por qué no se consiguieron algunas cosas? ¿En qué fallé y me equivoqué? ¿Cuáles fueron los errores que cometí? ¿Qué se dejó de hacer?
Estas preguntas nos pueden ayudar a realizar una buena y seria evaluación del año que terminó y al mismo tiempo, nos dan una percepción y son una buena base para iniciar el año que nos espera; servirán como termómetro de evaluación, para saber lo bien, regular o mal que nos fue durante todo el año y nos ayudarán para no volver a cometer los mismos errores y equivocaciones del pasado, como también mejorar algunas o muchas cosas que no nos favorecieron lo suficiente, pero sobre todo para ser prudentes, sabios e inteligentes (Hechos 14: 26-28).
2.     DIBUJANDO NUEVOS PROYECTOS
Fueron muchas las cosas que Pablo ya había logrado, alcanzado, conquistado y aún así, se proyectaba hacía adelante para nuevos retos, alcances, etc. (Filipenses 3: 12-16). Cuando acababa un viaje misionero planeaba otro, realizando así, varios viajes misioneros: el primero (Hechos 13: 1-3), el segundo (Hechos 15: 36-41), el tercero (Hechos 19: 1-41). (VM)
3.     INICIANDO EL AÑO SIN RESENTIMIENTOS
Qué bueno sería que pudiéramos terminar y empezar el año sin rencores y sin resentimientos PERDONANDO y OLVIDANDO, inclusive PERDONÁNDONOS A NOSOTROS MISMOS. ¿Cuántas personas, incluso creyentes, se sienten y se creen culpables de sus infortunios y fracasos debido a sus equivocaciones y errores?, ¿cuántas personas incluso creyentes, se sienten y se creen culpables del mal que les han causado a los demás, como lo vivieron los hermanos de José Génesis 50: 15-21? También importa PERDONAR A LOS DEMÁS, a los que nos han ofendido y causado daño, como hizo José con sus hermanos (Génesis 45-11; 50: 15-21), Jacob y Esaú (Génesis 33: 1-20), Pablo y Juan Marcos (Colosenses 3: 10; 2 Timoteo 4: 11).
El ejemplo más significativo de perdón es el de nuestro Señor Jesucristo en la cruz, cuando dijo de los que lo crucificaron: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23: 34). No más martirio pudiendo uno mismo perdonarse, perdonar y pedir perdón a Dios y a los hombres (1 Juan 1: 9; 1 Samuel 25: 1-44). ¡El perdón no es una opción (cuando quiera o sienta) sino una decisión!
Además del PERDÓN, tenemos que OLVIDAR por nuestro bienestar físico y nuestra sanidad del alma, como lo hizo José (Génesis 41: 51, 52), Job (9: 27), Israel (Isaías 43: 18, 19), Pablo (2 Corintios 5: 17; Filipenses 3: 13). Hasta el mismo Dios PERDONA y OLVIDA para siempre (Isaías 43: 22-25; Jeremías 31: 34; Miqueas 7: 18). No caigamos en la ignorancia de muchos cuando dicen: “lo perdono pero no olvido”. El daño se lo están haciendo ellos mismos, y por eso no son felices y se amargan la vida al no estar dispuestos a dar el brazo a torcer PERDONANDO y OLVIDANDO. Por eso David decidió caer en manos del Dios misericordioso que caer en manos del hombre que es duro de corazón” (2 Samuel 24: 12-17; 1 Crónicas 21: 9-19.
¡El orgullo también influye mucho! ¿Cuántas personas prefieren romper con la amistad, la relación y hasta morirse resentidos, por no tomar la iniciativa de perdonar y olvidar, y todo por la maldita soberbia?

En la piel de otro

Guillermo era un tipo grande, torpe y poco atractivo.
Se vestía extrañamente con ropa que no le quedaba bien. Algunas personas pensaban que era divertido burlarse de él, y un día, en el trabajo, una de ellas vio una pequeña rotura en su camisa y le dio un tironcito. Otro obrero en la fábrica hizo lo mismo y en poco tiempo, había una exhibición de tirones.
Guillermo siguió con su trabajo y al pasar muy pegado a una banda transportadora, uno de los jirones de su camisa fue atrapado por la maquinaria. En fracciones de segundo la manga y Guillermo estaban en problemas. Las alarmas sonaron, los interruptores fueron accionados y se evitó el problema.
El capataz, sin embargo, al tanto de lo que había pasado, convocó a los hombres y relató esta historia:
En mis días mozos, trabajé en una pequeña fábrica. Allí fue donde primero conocí a Miguel Gallardo. Era grande e ingenioso, siempre haciendo chistes y travesuras.
Miguel era un líder. Con él estaba un tal Pedro Lumas. Este siempre le seguía la corriente a Miguel. Y también estaba un hombre llamado… Juan. Él era un poco más viejo que el resto de nosotros, callado, inofensivo y solitario. Siempre almorzaba solo. Siempre vistió los mismos pantalones parcheados por tres años consecutivos. Nunca se unía a los juegos del mediodía: luchas, el taco, y cosas similares.
Se le veía indiferente, siempre sentado bajo un árbol en silencio.
Juan era el blanco natural para chistes y bromas. Solía encontrar una rana viva en su tartera de comida, o a un roedor muerto en su sombrero. Pero siempre se lo tomaba con buen humor.
Un otoño, cuando había poco trabajo, Miguel tomó unos días libres para ir de caza. Pedro se le unió, por supuesto. Y nos prometieron a todos que si cazaban algo, nos traerían a cada uno una parte. Así que todos nos entusiasmamos cuando oímos que habían regresado y que Miguel había cazado un venado grande. Oímos aún más que eso.
Pedro nunca podía reservarse nada, y nos hizo saber que tenían una gran broma preparada para Juan. Miguel había cortado al bicho y había hecho un paquete para cada uno de nosotros. Y, para divertirnos, había guardado las orejas, la cola y las pezuñas para Juan; sería muy divertido cuando Juan abriese el paquete.
Miguel distribuyó los paquetes durante el almuerzo. Cada uno de nosotros recibió una buena pieza, la abrimos y se lo agradecimos. El paquete más grande lo guardó para el final. Era para Juan.