Deléitate asimismo en Jehová, y Él te concederá las peticiones de tu corazón
Salmos 37:4
Yo, cómo muchos cristianos, anduve en busca de mi compañera, aquella con la que me complementaría en la obra del Señor. Sin embargo, entre más la buscaba, menos la encontraba; cuanto más le recordaba a mi Señor que la pusiera en mi camino, más era mi desesperación…. hasta que comprendí que no había que buscarla, sino sólo esperarla. Ella ya existía, ya había sido creada para mí, Dios ya lo había hecho. Incluso me permitió soñar con ella en varias ocasiones, sólo habría que esperarla.
Cuando me decidí a esperarle a ella y comenzar a servirle al Señor en lo que Él quería, ella entró a mi vida en forma de amiga, y desde el primer momento fue mi ayuda idónea. Al principio de mi ministerio, Dios la puso a ella como ayuda. Recuerdo la alegría que sentía cuando me ayudaba a corregir la ortografía de mis escritos, y cómo nos gozábamos por tener una amistad con alguien que hablara nuestro mismo idioma: Jesucristo, nuestra pasión más grande.