"No fue mi intención olvidar a Dios”.
Éste será el lamento de multitud de gente algún día, cuando ya sea tarde para rectificar el error. No habrán estado en contra de Dios y nunca se habrán burlado de Jesús. Será gente buena y responsable. Es la gente que ahora se encuentra con la urgencia de ganarse el pan, de cuidar a los hijos, de terminar de pagar las cuotas de la casa, de buscar una cierta estabilidad que les permita vivir tranquilos y sin sobresaltos. ¡Todas cosas buenas!
El error de esta gente habrá sido pensar que su vida cotidiana no tiene relación con la trascendencia de Dios. Creen que Dios no se interesa por los detalles del hogar, del trabajo y que uno tiene que resolver sus problemas de conducta personal antes de acercarse a Él.
La verdad es que cumplir con los deberes diarios no es obstáculo para tener una buena relación con Dios.
Son cosas que pueden realizarse simultáneamente. Dios quiere convivir contigo dentro del cuadro de tu trabajo, de tu sufrimiento, de tus problemas, incluso con tus defectos personales. Dios está profundamente interesado en los detalles más mínimos de tu vida; lo único que impide que no se ponga a nuestro lado en los deberes y el trajinar de nuestra vida, es que le cerramos la puerta.