lunes, 11 de julio de 2016

Que nada nos lo impida

Inline image 1Que nada nos impida hacer lo que Él ha declarado. Jesús entonces dijo a Pedro: Mete tu espada en la vaina; la copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber? Juan 18:11
Jesús conocía la voluntad de Dios, y se esforzaba para que todo lo que pudiera levantarse en contra no prosperara, pues Él quería que se cumpliera aunque el precio a pagar era muy fuerte.
No todos estamos capacitados para pagar este precio, porque primero, no sabemos bien lo que alcanzamos cuando esa voluntad se hace. Por eso, será atacada por el enemigo para que no se cumpla haciéndonos la guerra sin parar, y si no estamos en el espíritu, no podremos resistir.

No nos rebelemos en contra de lo bueno, agradable y perfecto que Él nos tiene reservado desde antes que se formara el mundo y fuéramos concebidos, ni nos sometamos a la voluntad de nuestro enemigo, la cual es mala, desagradable e imperfecta. No permitamos que nada nos impida hacer lo que Él nos ha ordenado, aunque parezca difícil, doloroso e imposible. Batallemos contra toda oposición, hasta con nosotros mismos, que no queremos entender que a lo que Dios hace nada hay que añadirle ni quitarle.

Madurar

De quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor. Efesios 4:16
Inline image 1Me entretiene ver a mi nieto jugar al T-Ball con sus amigos. Este juego es una versión más suave del béisbol, y los jugadores suelen correr a la base incorrecta o no saben qué hacer con la pelota si la atrapan. Si estuviera viendo un partido de béisbol profesional, estos errores no serían nada divertidos. Todo es cuestión de madurez.
Es normal que a los deportistas jóvenes les cueste ganar y no sepan exactamente qué hacer. Están practicando y aprendiendo. Los entrenamos y los guiamos con paciencia hacia la madurez, y después, celebramos su éxito cuando juegan con habilidad como equipo.
Algo similar sucede en la vida de los seguidores de Jesús. Pablo señaló que la iglesia necesita personas con toda humildad y mansedumbre, que se soporten con paciencia los unos a los otros en amor (Efesios 4:2). Y necesitamos una variedad de "adiestradores" (pastores, maestros, mentores espirituales) que nos ayuden a avanzar hacia la unidad de la fe y a la madurez (verso 13).
El objetivo, a medida que escuchamos la enseñanza y disfrutamos juntos en la iglesia, es crecer hasta alcanzar la madurez en Cristo (verso 15). Todos estamos aprendiendo y podemos alentarnos unos a otros en el camino hacia la madurez en Jesús.
Padre, gracias por los que me ayudan a crecer en la fe. Ayúdame a madurar.

Grandes diferencias

Que en la vida hay grandes diferencias es indiscutible. Puede que la primera gran diferencia sea que todos los seres humanos somos muy diferentes unos de otros; eso sí, todos los seres humanos tenemos los mismos órganos, las mismas funciones, etc., lo que nos hace ser seres humanos”. Pero cada persona en su forma de ser es totalmente diferente a otra; incluso dos gemelos univitelinos tienen diferencias, aunque tengan muchísimas cosas en común en su manera de actuar en la vida. 
Cada lugar, cada cultura, cada tiempo tiene sus costumbres, sus manías, sus miserias y sus grandezas. Siempre pensamos que el vecino, el de fuera, el que no es como nosotros es raro. Pensamos, enjuiciamos, y desde nuestra más supina ignorancia lo que hacen los demás es extraño, no es normal, no es como lo nuestro que, claro está, como es nuestro es lo mejor. Pero siendo serios y sensatos hemos de reconocer que, aunque actualmente hay mucha globalización y demás cosas de los adelantos, en muchos aspectos estamos aún como algunos primitivos que se creían el centro del mundo. En este punto, el desafío bíblico adquiere más fuerza que nunca antes: “amarás al prójimo como a ti mismo”.

Aunque con una visión más amplia nos percataremos enseguida de que el mundo está lleno de diferencias, de enormes diferencias, incluso abismales diferencias. No se trata de la diferencia tan manida y políticamente publicitada de “primer y tercer mundo”, sino de otras sutiles o no tan sutiles diferencias que, de un modo u otro, nos hacen a los seres humanos ser distintos. 
Dios me ha permitido vivir en distintos sitios, en algunos casos durante meses, y en otros lugares varios años; y en cada uno de ellos he podido encontrar a personas que son amables y encantadoras, o a personas que son más secas que el desierto del Sáhara en tiempo de sequía, valga la expresión; parece paradójico pero es real que, si un día me levanto de mal humor veo que hay muchas personas así, lo cual evidencia que influye en mí la forma de ver a las personas. Me apena oír a personas que viven fuera de sus lugares de origen, que cuando hablan de los lugareños los definen de un modo rudo y con ciertas expresiones soeces, olvidándose que quizá no es un problema de las personas del lugar sino de quien ha llegado de fuera, que no ha intentado adaptarse al lugar y a su entorno. 

Estado civil: emocionalmente abandonada

“Nos vemos atribulados en todo, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos. Dondequiera que vamos, siempre llevamos en nuestro cuerpo la muerte de Jesús, para que también su vida se manifieste en nuestro cuerpo”.
(2 Corintios 4:8 – 10 NVI)
Me rindo, bajo los brazos y no lucho más, es la resolución que un corazón roto declara en la medida que llora su frustración y derrota. Sé que hay esperanza, porque antes viví la misma escena oscura en la cual la tristeza ahogó mis emociones, lo que me lleva a pensar que estoy condenada a la soledad, mientras la bruma me cobija del frío intenso del desamor.
Nací para ser amada y he sido rechazada, humillada, despreciada y traicionada, no una sino varias veces. Sueño con un nuevo panorama en donde el sol brille y me dé su calor sin condiciones, en el que pueda ser valorada sin señalamientos de ninguna clase.
Reconozco mi debilidad y mis faltas, no soy perfecta aunque mi apodo sea "santurrona" y en mis oídos retumben las flechas venenosas del odio, el resentimiento y la desidia que la falta de perdón construye en el corazón del ser amado.
Sí, aposté y se me olvidó que los juegos de azar son pecado, me arriesgué a creer que podía ser diferente, pero encontré el grito aterrador de la destrucción.
Pasó un huracán por mi vida y arrasó nuevamente lo construido en bases de arena movediza, en cimientos agrietados por los errores del pasado. Me hundí en mi propio vómito, volví al lugar a donde jamás pensé regresaría, al punto inicial de todo, aquella noche en la que renegué de mi fe por la decepción, el desánimo y el abandono.